El uso de la tarjeta Visa de la empresa para gastos particulares, aunque no exista limitación expresa de hacerlo por parte de quien haya autorizado su uso, constituye un delito de apropiación indebida, según ha dictado el Supremo en una sentencia notificada ayer. "El más elemental sentido común" impone al titular de la tarjeta que debe excluir de su uso "gastos personales que no puedan revestir la naturaleza de gastos de representación y que sean ajenos al ámbito de la empresa que la sufraga", ha dictaminado el Supremo.

En esta resolución, que podría ser invocada por las acusaciones en el caso de las tarjetas opacas de Bankia, se confirma la pena que la Audiencia Provincial de Málaga impuso al administrador solidario de tres empresas y a su esposa, que trabajaba de administrativa de las mismas.

Los dos condenados cargaron, entre los años 1997 y 2000, gastos estrictamente personales como comidas de fines de semana, muebles, viajes y un sistema de aire acondicionado, todo ello por valor superior a 450.000 euros, en las cuentas de la empresa.

Por estos hechos el Supremo confirma una pena de 4 años y medio para cada uno de los dos acusados por delito continuado de falsedad como medio para cometer otro también continuado de apropiación indebida, delitos vinculados al citado mal uso de las tarjetas junto a otras prácticas.

El recurrente argumentó que el accionista mayoritario autorizó el uso de la tarjeta de empresa sin establecer límite alguno, por lo que el hecho de que existan cargos personales debe considerarse atípico. Sin embargo, la sentencia, con ponencia del magistrado Cándido Conde-Pumpido, recuerda que llegó a abonar un sistema de aire acondicionado para su casa y que el "más elemental sentido común" excluye su utilización para cuestiones ajenas a los gastos de representación y el ámbito de la empresa.

La Audiencia Nacional está investigando los gastos particulares que realizaron más de 80 exconsejeros y exdirectivos de Bankia y Caja Madrid con tarjetas que permanecían ocultas a Hacienda. Algunos implicados han alegado que se trataba de una segunda tarjeta para gastos de representación. Otros, como Rodrigo Rato, argumentan que el uso de la tarjeta formaban parte de su salario.