El Banco Central Europeo (BCE) se mostró ayer satisfecho tras comenzar a comprar grandes cantidades de deuda pública de la zona del euro para impulsar el crecimiento y la inflación de la región, y no tiene plan B porque está convencido de que el programa va a funcionar.

El euro continuó cayendo y acercándose a la paridad con el dólar, y ayer se cambió a 1,0848 dólares, frente a los 1,0860 de la última sesión

Los bonos estatales también redujeron su rentabilidad de forma generalizada hasta mínimos por las compras del BCE. Alemania se financia a diez años al 0,31%; Holanda, al 0,36%; Austria, 0,40%; Finlandia, al 0,43%; Francia, al 0,56%; Irlanda, al 0,86%; España, al 1,28%; Italia, al 1,30% y Portugal, al 1,76%.

La Bolsa española perdió el 0,34% por las dudas sobre Grecia, el cierre en negativo de Wall Street el viernes y el temor a que los positivos datos de empleo de EEUU acelere la subida tipos de interés. París perdió el 0,55% y Londres, el 0,51%. Milán ganó el 0,57% y Fráncfort, el 0,27%.

Desde el otoño, el BCE está comprando deuda privada por valor mensual de 13.000 millones, por lo que, si mantiene este ritmo, el volumen de compras de deuda pública europea será de unos 47.000 millones al mes. De esta cuantía, el 88% serán bonos soberanos y de agencias y el 12%, de instituciones de la UE. Los bonos soberanos tendrán vencimientos de entre dos y 30 años y una calificación crediticia superior al de bono basura. Podrá adquirir títulos con rentabilidad negativa pero limitada a un máximo del -0,2%.

La compra de deuda pública europea, que emprendió ayer de forma efectiva el BCE, es la primera operación de expansión monetaria de su historia. Su objetivo es frenar la desinflación existente en el área, prevenir el riesgo de deflación (una espiral de precios a la baja, de forma generalizada y persistente, y con efectos muy negativos para la economía) y elevar el nivel general de precios a cerca del 2%, que es el mandato fundacional del Eurobanco. Con la inyección de 60.000 millones mensuales en la economía -al menos hasta septiembre de 2016- se persigue además mantener en mínimos los tipos de interés, depreciar el euro y favorecer el acceso de empresas y familias a la financiación bancaria, todo ello con el propósito de estimular la actividad y el empleo.

Con ello el BCE se suma por vez primera a las medidas no convencionales de política monetaria que otros grandes bancos centrales aplicaron desde 2008 para combatir la mayor crisis económica internacional en 70 años.