El pasado 28 de febrero fallecía a los 72 años Juliano Bonny Miranda, empresario hortofrutícola perteneciente a una saga familiar de gran importancia en el cultivo y comercialización del tomate. Dirigió la empresa Bonny entre los años 1974 y 2000, consolidándola como una de las más importantes de su sector en Europa y encarando los retos productivos y tecnológicos que se sucedieron durante ese cuarto de siglo. Desde entonces continuaría vinculado como consejero.

Perteneció a la segunda generación de la compañía, tomó el relevo natural junto a sus ocho hermanos tras el fallecimiento de su padre, Juliano Bonny Gómez. Bajo su dirección, la empresa se situó como referente de la actividad. Fue un adelantado a su tiempo e intensificó el espíritu emprendedor inculcado por las raíces suizas de sus antepasados y el tesón canario.

Miembros de su familia destacaban ayer su intensa dedicación a las tareas empresariales y su madera emprendedora. "Era un hombre con mucha iniciativa, introdujo de manera masiva algunos productos para la exportación, caso del pepino, que hasta entonces se exportaba en pequeñas cantidades y él lo generalizó". Fruto de su empeño fue también la construcción de la primera desaladora de agua de mar para uso agrícola del mundo, la que tiene Bonny en Juan Grande desde 1987. "El implantó los primeros invernaderos y sistemas de riego por goteo. Todas las nuevas tecnología las fuimos adaptando la empresa", recuerdan estas mismas fuentes.

Su mandato, en especial la década de los 80, coincidió con una feliz etapa de expansión. Gracias a su labor, la empresa Bonny sigue siendo el exportador hortofrutícola de referencia con envíos desde hace 80 años al Reino Unido y Holanda, principalmente. La constancia, la determinación y el trabajo fueron la hoja de ruta de un empresario que luchó por generar empleo y riqueza en Canarias. Juliano Bonny Miranda hizo un honor a su apellido de emprendedor y no dejó de investigar en los nuevos procesos para llevar más alto la empresa familiar.

Se lo recuerda como alguien muy querido entre los trabajadores, con capacidad para crear equipo y que durante su dirección supo delegar, de naturaleza generosa. Su facilidad para el trato personal fue toda una herramienta de éxito en años en que éste era un factor clave. "La extensión de la red comercial de la empresa tuvo que ver con su carácter, pues aquella era una época en la que había relaciones personales con los clientes, aunque hoy todo es más profesional que personal"; añade este portavoz familiar.

Su buena memoria era proverbial, tenía una memoria extraordinaria. La gente aún recuerda la facilidad que tenía para rescatar muchísimos detalles antiguos que otros habían olvidado. En el ámbito más privado fue una persona muy protectora de su familia y su vida estuvo fundamentalmente dedicada a la empresa, de forma muy especial durante su larga etapa de dirección.

Hoy a las 20.00 horas en la Parroquia de la Inmaculada Concepción (Tafira Alta) se ofrecerá una misa funeral en su sufragio.