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Patricia Perdomo, de 22 años, sostiene en su mano una copa de vino.LA PROVINCIA / DLP

Los jóvenes vuelven al campo Vinos en La Palma

El torrente de vino palmero

Patricia Perdomo, de 22 años, comanda junto a su hermana la bodega familiar fundada en el año 2000

Quizás fue por casualidad o por contemplar desde niña todo el universo que rodea a una copa de vida. Patricia Perdomo, de 22 años, no sabe decir con precisión por qué siempre quiso dedicarse a la elaboración de caldos. Su abuela, en cualquier caso, le da una pista. La herencia recibida de sus bisabuelos, ese torrente de pasión por los vinos palmeros, es una buena explicación sobre la que puede asentarse su vocación.

Esta técnico superior en vitivinicultura lleva las riendas, junto a su hermana Lucía, de Bodegas Perdomo, fundada por su tío y su padre en la isla bonita en el año 2000. En Garafía, bajo la marca Piedra Jurada, elabora varios tipos de vinos que prometen hacer las delicias de los paladares más exigentes.

El cuidado de sus viñedos, enraizados sobre 2,5 hectáreas de terreno a unos 1.200 metros de altitud, es vital para el éxito posterior del caldo. Por eso su padre, Manuel Frades Perdomo, se sigue encargando de la poda ya que para la joven cuenta mucho la experiencia en este proceso. Su hermana, como ingeniera agrícola, está atenta a la conducción de la vid durante su crecimiento mientras que ella desempeña el papel más delicado: fijar el momento óptimo de recolección en función de la maduración aromática y fenológica -la relacionada con el clima y particularmente con los cambios de estación- de la uva. "Si eligiésemos mal la fecha de la vendimia, los procesos anteriores habrían sido realizados en vano", asegura.

La joven cuenta que en la zona en la que trabaja la vendimia, el momento de mayor trabajo, se lleva a cabo aproximadamente entre el 20 de septiembre y el 15 de octubre. No se arrepiente de haber apostado por este sector porque "es una profesión preciosa donde se está en contacto con la naturaleza" y se elabora, además, un producto considerado un auténtico alimento y que formó parte fundamental de la dieta de nuestros abuelos y bisabuelos.

Pero a pesar de su titulación, la palmera no se conforma con lo aprendido. Es consciente de que, tal y como ocurre en casi todos los sectores, en necesario estar reciclándose continuamente para estar al día, por lo que compagina el trabajo con más formación. "No es fácil hacerse un hueco en el sector vitivinícola; exige calidad, trabajar mucho y aprender, pero con esfuerzo todo se consigue", señala convencida.

Sin embargo, recomienda que aquellos que se sumerjan en este campo asuman el riesgo porque realmente les guste, porque "aunque aporta grandes satisfacciones es sacrificado". Añade, además que lo más complicado es empezar ya que hay que demostrar siempre la valía y que se puede superar el reto.

Como cultivan al amparo del Consejo Regulador de La Palma, trabaja con variedades de uvas autóctonas. Listán blanco, listán negro, negramol, tintilla, castellana y vijariego se encuentran también entre sus referencias, pero la estrella de la casa es el albillo criollo. "Ha formada parte de nuestros vinos del norte de la Isla desde mucho tiempo atrás", detalla.

En 2014 la bodega familiar elaboró cuatro tipos de vinos: blanco, albillo criollo semidulce, albillo criollo seco y tinto. "Este año esperamos seguir experimentando y sacar al mercado algunas referencias más que sorprendan a los consumidores", indica Perdomo.

La Palma, además, ofrece múltiples posibilidades. El gran desnivel que presenta la Isla -lo que conduce a que plantación de vid se encuentre desde los 200 metros hasta los 1.800-, el amplio abanico de microclimas y la diversidad de suelos aportan unas características especiales a los vinos que, a juicio de esta joven experta, aún quedan por explorar y compartir por todo el mundo.

En esa búsqueda de nuevas oportunidades, Patricia Perdomo, quizás, al fin encuentre el motivo por el que decidió hacer lo que ama y por lo que ahora no puede vivir sin viñedos.

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