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Súbito desplome de la libra por el 'brexit'

La divisa británica se hunde hasta el 10% en varios minutos y, aunque atenuó su derrumbe, marca su valor mínimo desde hace 31 años

Súbito desplome de la libra por el 'brexit'

El desplome súbito durante varios minutos de la libra esterlina en los mercados asiáticos en la madrugada de ayer (hora española), con una caída repentina del 6%, y que llegó a rozar durante unos instantes el 10%, convulsionó a los mercados cambiarios y alertó de las fuertes tensiones depreciadoras a las que sigue expuesta la divisa británica una vez que el 23 de junio el país decidió en referéndum abandonar la Unión Europea (UE).

La libra cayó en unos instantes de 1,26 dólares por unidad a 1,149, aunque luego se recuperó hasta los 1,24, y también cedió hasta los 1,113 euros, para recuperar parte de los perdido, situándose en los 1,1148, en ambos casos en niveles mínimos desde hace 31 años.

Se especula con la posibilidad de que el mini crash de ayer pudiera haber sido desencadenado por la entrada en acción de un algoritmo en los procesos automáticos de contratación (los sistemas informáticos de negociación que actúan sin intervención humana, de acuerdo con unos parámetros preestablecidos) al precipitar una cascada de órdenes de venta a partir de que la libra perforó determinado umbral que habría sido prefijado como suelo por inversores con gran exposición a la moneda. Esto fue lo que ocurrió en la Bolsa de Nueva York con su hundimiento repentino el 6 de mayo de 2010, cuando el índice Dow Jones se derrumbó el 9,16% en unos segundos.

Pero con independencia de que se hubiera producido una 'histeria' vendedora no controlada en los denominados sistemas automáticos de compra venta de alta frecuencia, el desencadenante fue la tendencia bajista de la libra, que desde el referéndum del 23 de junio ha perdido el 16% de su valor frente al dólar y el 14,9% en su cruce con el euro, y cuya caída se agudizó en los últimos días.

La tendencia depreciadora se intensificó a partir de que el domingo la primera ministra británica, Theresa May, anunció que en marzo activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa, lo que pondrá en marcha el calendario de negociación de las condiciones de salida (brexit) de la UE -que se materializará en el plazo de dos años- y de la posible discusión de un acuerdo bilateral para regular las condiciones de las relaciones comerciales futuras.

La creencia de que la desconexión será radical ("Brexit es brexit", dice May) y el endurecimiento de la dialéctica europea alertando a Reino Unido de que no podrá perpetuar sus privilegiadas condiciones de acceso al mercado único europeo de bienes, servicios y capitales (el mayor espacio de libre comercio del planeta) si persiste en su propósito de limitar el movimiento de personas (el freno a la inmigración alentó el triunfo del brexit el 23 de junio), han actuado como poderosas fuerzas depreciadoras del tipo de cambio.

El presidente francés, François Hollande; la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Trichet ("No se puede tener un pie dentro y otro fuera"), hicieron declaraciones ayer mismo en ese sentido, lo que agudizó el sentimiento bajista del mercado. Las declaraciones de Hollande las difundió Financial Times en su versión electrónica instantes antes de que se produjera el desplome fugaz de la libra en los mercados cambiarios asiáticos.

La caída casi constante de la cotización de la libra desde el 23 de junio sólo hace confirmar todos los pronósticos y la lógica económica. El tipo de cambio es el mecanismo de ajuste más rápido de las economías ante una perturbación que afecta a su saldo por cuenta corriente y a sus principales variables macroeconómicas.

La caída de la libra está expresando el presumible empobrecimiento del Reino Unido hasta que logre redefinir su posición internacional una vez que abandone la UE y, al tiempo, actúa como antídoto contra los efectos esperados de la salida: pérdida de la capacidad exportadora en un país con déficit comercial, freno de la economía y posible destrucción de empleo. El abaratamiento de la moneda intenta corregir esos efectos y favorecer una ganancia de competitividad mediante el tipo de cambio. La subida de la Bolsa británica, en máximos, anticipa ese efecto, aunque el parqué también se ve beneficiado por la recuperación parcial del precio del petróleo y, sobre todo, por la rebaja de los tipos de interés y la expansión monetaria que decidió el Banco de Inglaterra para atenuar los daños del brexit y prevenir una recesión.

La decisión de la autoridad monetaria tiene el coste de elevar la inflación -a lo que también contribuye la depreciación de la libra-, lo que deteriorará la capacidad adquisitiva y la demanda interna. Sin embargo, los severos límites a la inmigración que pretende adoptar el país, con una tasa de paro muy baja, contribuirá a atenuar la pérdida de renta con subidas salariales. Esto erosionará parte de la ganancia de competitividad que permite la depreciación de la libra, lo que forzará caídas adicionales de valor de la divisa. Y más si los capitales salen, la City migra y las inversiones viran hacia la UE.

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