parte dPese a que cada vez se habla más de la economía colaborativa, aún existe mucha confusión en torno a ella. ¿Qué actividades engloba bajo su paraguas? ¿Dónde se sitúa su techo? ¿Beneficia al empleo? Una plataforma digital y la inexistencia de intermediarios son, quizás, los elementos más característicos de este tipo de negocios que, a tenor de las cifras, se puede concluir que han llegado para quedarse. Un informe elaborado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) recoge que, a nivel global, el potencial de crecimiento de este mercado se estimaba en 2011 en unos 103.881,3 millones de euros, mientras que la previsión para 2025 se eleva ya hasta los 316.366 millones. Santiago Melián y Jacques Bulchand, profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y autores del libro Una guía para entender la economía colaborativa coinciden en que el desarrollo de esta actividad es exponencial en casi todos los sectores, pese a que en los que más han despuntado han sido en el del transporte y el turismo. De hecho, estas áreas suman un 80% de la inversión en plataformas de esta modalidad. Pero a pesar del crecimiento de este mercado, este tipo de actividad genera filias y fobias por igual. Los partidarios defienden su conveniencia y los detractores denuncian la competencia desleal que, a su juicio, ejercen.

1 ¿Qué se puede entender por economía colaborativa?

Existe mucha confusión sobre lo que es realmente la economía colaborativa. No en vano, Santiago Melián explica que no hay una definición que recoja todas las posibilidades que se abren paso bajo esa denominación, pero sí una serie de elementos comunes que contribuyen a su comprensión. Melián sostiene que tiene que existir una plataforma tecnológica que haga la labor de intermediación entre proveedores y consumidores. "A través de ese soporte conectan y se ponen de acuerdo para intercambiar, en su mayoría, servicios", sentencia. Así, pues, son diferentes las modalidades que se pueden identificar, ya sea para un trabajo que se hace de forma presencial o aquel que se hace de forma remota. En este último caso, se trata de personas que ofrecen sus habilidades, especialmente aquellas relacionadas con las tecnologías, traducción o análisis estadísticos.

2 ¿Es lo mismo que la gig economy?

No, la gig economy es una vertiente más dentro de la economía colaborativa. En este caso, se intercambian trabajos o microtareas de corta duración a petición de un consumidor, como por ejemplo una clase de inglés, expone Melián.

3 ¿La crisis ha alentado su crecimiento?

Conocer con exactitud dónde se encuentra el origen de los fenómenos sociales es complicado, apunta Jacques Bulchand. No hay un único factor que explique el crecimiento exponencial de este mercado, sino varios como el desarrollo de las nuevas tecnologías, el surgimiento de los nuevos modelos de consumo -como la posesión de varias viviendas- y, finalmente, la propia crisis. Melián señala que ésta "ha agudizado el ingenio" tanto a los proveedores para ofrecer sus bienes o servicios como a los consumidores, que buscan en épocas de recesión opciones más convenientes y económicas. También influye, explica, la aparición de nuevas fórmulas de trabajo basadas en la externalización y deslocalización.

4 ¿Qué sectores se benefician?

Los sectores que han recibido a nivel mundial una mayor inversión entre los años 2000 y 2015, según el informe de la CNMC, han sido los sectores del transporte y el turismo. Por eso Melián considera que la economía colaborativa "no ha hecho más que empezar" por la cantidad de áreas que aún no la han desarrollado, como aquellas en las que se enclavan las tareas domésticas o los préstamos entre particulares. En junio de 2016, la Comisión Europea también abordó la eclosión de este mercado, del que destacó los "importantes beneficios" que puede aportar. En base a ello, animaba a Europa a aprovechar las nuevas posibilidades. Tras un exhaustivo estudio, la Comisión concluye que la UE "debería apoyar proactivamente la innovación, la competitividad y las oportunidades de crecimiento que ofrece la modernización de la economía".

5 ¿Quiénes se sienten perjudicados?

El gran salto de la economía colaborativa se ha dado en los sectores del transporte y del turismo. BlaBlaCar y Uber, en el primer segmento, y Airbnb y Homeaway, en el segundo, son las grandes empresas que están copando el mercado de la movilidad y el alojamiento turístico. Precisamente por eso las principales voces que se alzan en contra de estas nuevas formas de economía parten de esas áreas.

El presidente la Federación Regional de Taxis de Canarias, Juan Artiles, considera que la existencia de aplicaciones móviles que permitan poner en contacto a clientes con conductores profesionales que dispongan de licencia VTC -una autorización para trasladar viajeros, pero con una regulación diferente a la de los taxistas- perjudica tanto a los clientes como a los taxistas. En abril del año pasado Uber reanudó su actividad, quince meses después de que tuviera que abandonar su actividad en Madrid por orden judicial al carecer entonces de licencias que permitiesen trasladar clientes. Artiles señala que en Canarias la incursión de alternativas de transporte no es tan masiva como en las grandes capitales, pero advierte que si el sector no se une para defender su actividad, ésta penderá de un hilo.

De otro lado se sitúa el sector alojativo, en plena expansión en el Archipiélago. La Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias cifró en más de 528 millones de euros el gasto de turistas alojados en viviendas vacacionales en 2014. En total, 1,25 millones de visitantes de los 12,9 millones que llegaron al Archipiélago ese año decidieron hospedarse en el segmento del alquiler. O lo que es lo mismo, un 16,49% más que cuatro años antes. En el análisis de catorce plataformas de comercialización de viviendas se encontraron 42.029 anuncios válidos. Solo Airbnb y Homeaway abarcaban el 49% de la cuota de mercado.

El presidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro (Ashotel), Jorge Marichal, se muestra contrario a la definición que se quiere dar a esta actividad. "Es un negocio y detrás hay un empresario, por lo que tendrá que jugar con las mismas reglas", insiste. La Asociación Canaria del Alquiler Vacacional, por su parte, aboga por eliminar trabas al desarrollo del alquiler vacacional y por poner en marcha una regulación de la vivienda vacacional que no las excluya de las principales zonas de interés turístico.

6 Fiscalidad. ¿Opacidad o cuentas claras?

La fiscalidad es uno de los puntos que más conflictividad genera entre defensores y detractores. Los que se sienten perjudicados atacan la economía sumergida y competencia desleal que, aseguran, existe detrás de esas plataformas. La Comisión Europea señala que como todos los operadores económicos, aquellos insertos en la economía colaborativa también están sujetos a la normativa fiscal y se deben prever "obligaciones proporcionadas y condiciones de competencia equitativas". Jacques Bulchand incide, por su parte, en que el control de estos negocios es más fácil de lo que a priori se piensa: "No hay pagos en efectivo y todo queda registrado en las plataformas. Con cotejar esos datos, algo a lo que estoy seguro que tenderá el Estado cuando sea una economía más relevante, bastará".

7 ¿Cómo incide esta economía en el empleo? ¿Es una alternativa al paro?

Para la Comisión Europea la economía colaborativa "crea nuevas oportunidades de empleo, genera ingresos más allá de las relaciones lineales tradicionales y hace posible que las personas trabajen con arreglo a modalidades flexibles". Santiago Melián indica que, además de lo anterior, también presenta un cierto riesgo de precarización del trabajo al ser encargos de corta duración, por lo que Jacques Bulchand aduce que más bien se percibe como un ingreso complementario.

8 ¿Existe protección a los usuarios en estos intercambios?

La economía colaborati- va difumina la frontera entre consumidores y empresas. Al existir una relación multilateral en la que pueden darse intercambios entre compañías, empresas y consumidores y particulares, no es tan fácil identificar a la parte débil de la transacción. Ésta, generalmente el consumidor, es a quien protege la legislación de la Unión Europea. Por ello, la Comisión especifica que la normativa europea se aplicará a cualquier plataforma colaborativa "que reúna las condiciones" para diferenciar un comerciante "que participe con prácticas comerciales" frente a los consumidores.

9 ¿Legislación antes o después de su aparición?

La regulación de las actividades que desarrollan la economía colaborativa es otro foco no exento de polémica. A juicio de Juan Artiles, las empresas que nacen al calor de estas vías crean primero la necesidad para que luego el Gobierno se vea forzado a legislar. Santiago Melián explica que es necesario el diseño de algún control o indicación de cómo tiene que llevarse a cabo la actividad. Eso sí, advierte que con unos límites, pues bajo su punto de vista "en la medida que se regula demasiado se puede entorpecer el desarrollo de la economía colaborativa".

¿Pero daña la imagen del sector en el que actúan hasta que no cuenten con una regulación? Melián explica que los negocios que surgen en este mercado están afectados por su reputación online. "Por eso, una de las características de estas empresas es que se autoregulan en el sentido de que si obtienen malas críticas por parte de los consumidores, decaerán", concluye.