La ola de turismofobia que se extiende por Cataluña, Baleares y otras zonas de la Península no llega a Canarias. No obstante, los operadores turísticos advierten de la necesidad de permanecer en alerta e instan al Gobierno regional a regular cuanto antes el alquiler vacacional, segmento que, junto al solapamiento de los usos alojativo y residencial en complejos de apartamentos, reúne en un mismo espacio a la población local y los visitantes.

El vicepresidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT), Tom Smulders, incide en que el "espacio específico para el turismo está muy delimitado". A ello añade la diversidad que ofrece el Archipiélago como destino, de tal manera que el modelo permite a los viajeros tomar contacto "con las playas, los pueblos del interior o la gran ciudad" para luego regresar a sus alojamientos, lejos de la población local.

"Aquí no tenemos ese turismo de alcohol y fiestas de Baleares", explica el presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Comercio de Gran Canaria, Santiago de Armas. Nombra ese como uno de los factores que pueden encender la llama del rechazo. No obstante, advierte de que eso no libra de que "pueda generarse" la hostilidad, por lo que recomendó "tener cierto control".

A ese mismo "turismo de borrachera" se refiere el sociólogo Juan del Río, como uno de los problemas con los que lidia la población balear desde hace tiempo. Sin embargo, sostiene que no es la única razón para haber desembocado en la situación actual y defiende la necesidad de analizar el escenario previo al estallido del vandalismo para conocer por qué se ha producido.

No hay reparto

Pone por delante que descarta que, "al menos por el momento", pueda ocurrir lo mismo en Canarias. Eso sí, señala que el "beneficio de la gallina de los huevos de oro", en alusión al negocio alojativo, "no se reparte a toda la sociedad". La abundancia de contratos temporales y casos "como el de las Kelly's", las camareras de piso que han hecho llegar a la opinión pública la dureza de sus condiciones de trabajo, son dos de los ejemplos que expone.

A ellos une el imposible acceso de la mayor parte de la población canaria a puestos de mayor responsabilidad y mejor remunerados "por la falta de idiomas". Es decir, existen, a su juicio, "síntomas de descontento", lo que obliga a plantear cambios en el actual modelo de negocio. Sobre todo, porque "en la sociedad actual existe un alto grado de polarización y conflictividad" y es necesario repensar la actividad para que las cifras récord de llegada de turistas se traduzcan en réditos para la población local.

Smulders asegura que en las Islas no se producirá "la saturación" que soporta Barcelona, por ejemplo. De hecho, entiende el rechazo de los ciudadanos de dicha ciudad a perder "calidad de vida". A ello añade el deseo de que nadie empiece a lanzar en Canarias "equivocados mensajes populistas". Incluso, explica que, al contrario de lo que sucede en la Ciudad Condal, aquí la mezcla de residentes y turistas se da porque los primeros comenzaron a instalarse en los complejos de apartamentos construidos y destinados en un principio a albergar a los clientes.

Tanto él como De Armas aluden al alquiler vacacional como factor que puede alimentar el rechazo de los canarios. "El malestar de la gente empieza a sentirse en zonas como Guanarteme" y toda la playa de Las Canteras, afirma el número dos de la FEHT. Hasta la fecha, porque el beneficio que prometen las viviendas vacacionales está desplazando a la zona alta de la ciudad a quienes desde hace años vivían cerca de la playa.

También ambos inciden en la premura con que debe moverse el Gobierno de Canarias para "regular esta actividad. Yo creo que el alquiler vacacional debe existir, pero necesitamos saber cuanto antes dónde estamos cada uno", afirma el presidente de la Comisión de Turismo de la institución cameral grancanaria.

Juan del Río rechaza, como el resto, los actos violentos que se producen en los últimos meses en Cataluña y Baleares, pero no evita por ello señalar que "reflejan un descontento". Además, alerta de que "hacen falta solo dos" personas para generar un problema a la principal actividad y fuente de empleo de la economía del Archipiélago.