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Turismo siglo XXI El reto de reordenar los enclaves turísticos de gran calidad

Riu y Lopesan sellan la paz

El acuerdo abre la oportunidad de "revalorizar" uno de los mejores espacios turísticos de Canarias

Los dos grandes grupos empresariales del sur de Gran Canaria, RIU y Lopesan, se han sentado por fin a negociar, tras la sonada y larga confrontación que han protagonizado desde hace más de un lustro. El acercamiento se inició tras el pasado verano, después de que fructificaran los primeros contactos de tanteo que mantuvieron representantes de una y otra parte. Y que fueron propiciando la creación de un clima de entendimiento que culminó con la celebración de una reunión, antes de finalizar 2017, en la que ya estuvieron presentes Carmen Riu y Eustasio López.

Las negociaciones entre la cadena mallorquina y el grupo canario pueden calificarse de "históricas", si como es de esperar favorecen el desbloqueo de importantes inversiones a consecuencia de la judicialización del área. De hecho, lo primero que han acordado RIU y Lopesan es, precisamente, detener la escalada de denuncias y recursos que pesa sobre una de las mejores áreas turísticas de Canarias.

Más allá de las tensiones de quienes compiten por un mismo negocio en un mismo espacio, las relaciones entre ambos alcanzaron su punto de inflexión a finales de 2012. Meses antes, el grupo balear había anunciado la demolición del Hotel Oasis, ubicado en el corazón del palmeral de Maspalomas, y su sustitución por un nuevo edificio que aumentaba el número de camas (hasta 900), así como su volumen y altura, y reducía además su categoría. El grupo canario se oponía a l proyecto por entender que, además de perjudicar sus intereses, introducía un modelo de alta intensidad de ocupación en un espacio de una calidad excepcional.

Un pulso constante

Lopesan solicitó por ello la declaración como Bien de Interés Cultural del histórico hotel, paralizando con su iniciativa hasta el día de hoy la renovación del alojamiento hotelero. Ha pasado desde entonces más de un lustro, durante el cual las relaciones entre ambos se han ido enconando cada vez más.

El pulso RIU-Lopesan se ha sostenido a base de utilizar, cada uno, su capacidad de influencia en las instituciones y en el seno de las asociaciones empresariales. Jugando cada cual sus cartas a medida que el conflicto se ha ido enredando cada vez más.

A lo largo de este dilatado periodo, RIU ha tratado de sacar adelante dos proyectos distintos a través de dos procedimientos administrativos singularizados: los Planes de Modernización y Mejora (PMM) y como Proyecto de Interés Estratégico, impulsados en ambos casos desde el Gobierno. Y ha tenido que superar una auténtica carrera de obstáculos para ir subsanado las sucesivas trabas institucionales y burocráticas que ha ido encontrando en su camino.

En el primer caso, RIU pactó inicialmente con Gesplan un proyecto que sobrepasaba la altura de las palmeras y no tenía en cuenta la singularidad del espacio que ocupaba. Los PMM son, de hecho, un atajo de tramitación abreviada con fase única y que persiguen fomentar la renovación turística ofreciendo dos tipos de incentivos: en edificabilidad y camas. Cuestionados por algunos por su excepcionalidad, el Gobierno acaba de paralizar precisamente su tramitación en Arona, después de que el pleno municipal los cuestionara y emitiera un voto desfavorable.

Una vez que el grupo mallorquín tomó conciencia de la magnitud del rechazo social que generaba su primer proyecto, presentó a finales de 2015 un nuevo diseño con el objeto de desbloquear la situación. El edificio se ubica ahora sobre la huella del actual, con una altura máxima de 20 metros, convirtiéndose así en el más bajo de la zona y adaptado a las condiciones del palmeral donde se ubica.

De este modo los hermanos mallorquines, Carmen y Luis Riu Güell, aspiraban cerrar el convulso capítulo que se vivió entre abril de 2013, cuando el Cabildo de Gran Canaria declaró el BIC el área como sitio histórico por el paso de Cristóbal Colón, y mayo de 2015, mes en que se celebraron las elecciones locales y autonómicas y entró un nuevo equipo en la corporación insular. En el camino habían quedado José Miguel Bravo de Laguna, ex presidente insular que se había enfrentado nada más y nada menos que al líder de su partido y ministro de Turismo, José Manuel Soria, que avalaba a RIU. El "caso Oasis" dejó, en ese tiempo, otras secuelas: Cisma empresarial. Numerosos pronunciamientos de instituciones académicas y culturales. Puntuales declaraciones ecologistas. Sesudos análisis científicos a favor o en contra del paso de Colón por estos lares. Ironías, chistes y chascarrillos pasionales al respecto. Ríos de tinta e inagotables autos, recursos y sentencias de unos contra otros: entre ellas del Cabildo contra el Gobierno.

Demasiadas dilaciones

A mediados de 2016, el Cabildo emite un informe desfavorable sobre el último proyecto de RIU, por lo que retira la petición de autorización previa. El presidente del Cabildo, Antonio Morales, insiste en la necesidad de que resolver el conflicto mediante "un acuerdo consensuado de las partes".

Pese a este nuevo revés, RIU solicitó nueva licencia de construcción al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana el pasado mes de octubre, y baraja Semana Santa para iniciar la reforma. Y no quiere nuevas dilaciones para una inversión estratégica en un destino como Canarias, que se consolidado como un líder turístico.

RIU rechazó en dos ocasiones anteriores sentarse a negociar con Lopesan: en 2103 cuando, en pleno conflicto, ofreció pactar ambos el diseño de una zona comercial y de ocio en la que quedara integrado en Hotel Oasis original. Y en noviembre de 2015, tras la anulación de las licencias municipales por vía contacioso-administrativa. Sin embargo sí ha aceptado hacerlo dos años después. Tanto el grupo mallorquín como el empresario canario han llegado a la conclusión, por razones distintas, que el precio que están pagando por este conflicto es demasiado alto. Sobre todo, teniendo en cuenta que las expectativas de Canarias para el 2018 son elevados. Días antes de Fitur, RIU presentó su balance y perspectivas para el 2018, señalando que, en el caso de las Islas, espera duplicar el crecimiento del 5% que ya obtuvo en 2017.

Bajo el conflicto surgido en torno al derribo del Hotel Oasis subyace, desde el principio, otro debate de más calado. Más allá de la batalla empresarial, el fondo de la cuestión gira en torno al modelo de turismo por el que apuesta Canarias para el futuro. Y la prevalencia del interés general de un destino frente al interés particular del inversor. O dicho en otras palabras, la legítima búsqueda de mayor rentabilidad de un negocio turístico frente a la conservación de una pieza única de la naturaleza.

El Oasis representa, en este sentido, un hito sin precedentes, que puede alumbrar el camino para la reordenación integral de otros espacios de altísima calidad de Canarias. Como Jandía o las Dunas de Corralejo, con proyectos de levantar las carreteras que los atraviesan que no terminan de ejecutarse. O hoteles sobre espacios dunares que no terminan de demolerse, como sí se hizo en 1989 con el Hotel Dunas en Maspalomas. Revalorizarlos no es solo un factor de incremento de su sostenibilidad, sino de su competitividad para un turismo siglo XXI.

De ahí la importancia de un acuerdo entre inversores. Meses antes de su fallecimiento, el arquitecto Carmelo Padrón realizó, en unas jornadas sobre el suelo, la siguiente reflexión: "Está cerca de lograrse un acuerdo entre las grandes empresas enfrentadas en el sur de Gran Canaria. Todos deberíamos contribuir a que se logre. Sería bueno para los empresarios, para el turismo, para la Isla y para Canarias".

Un hito sin precedentes

  • El Hotel Oasis no es un alojamiento cualquiera. Ni un simple "hotelito de playa", como lo definió, quizá sin medir bien sus palabras, un dirigente empresarial canario. Es el hotel de referencia del sur de Gran Canaria, el primero que se levantó cuando el sur comenzó a transformarse en uno de los destinos pioneros de España. Y que se identifica, por tanto, con el minuto uno en que comenzó a escribirse la historia del sur de la Isla tras la llegada del turismo.Pero se levantó en el corazón de una joya de la naturaleza: el espacio único de dunar y oasis de Maspalomas, iniciando una ocupación del espacio que se prontó desbordó. Y ello pese a que el estudio de arquitectos Corrales y Molezún, a quienes se encargó su diseño, realizaron un proyecto concebido para que el edificio se integrara en el entorno tanto en altura como en textura y color.Las modificaciones que sufrió el edificio originario con el paso del tiempo explican la evolución que va tomando el turismo a medida que se desarrolla, de forma cada vez más masiva, por el sur de la Isla. Hasta que una de las cadenas nacionales que contribuyeron como nadie a ese desarrollo, los mallorquines del Grupo Riu, se hicieron con la propiedad. Y apostaron por una remodelación que, finalmente, no han podido ejecutar tal y como la concibieron: "En mi vida pensé que no podría hacer con mi hotel, el Oasis, lo que quisiera", confesó, dolido y sorprendido, Luis Riu en una entrevista realizada poco después de la declaración de BIC por parte del Cabildo de Gran Canaria.Nuevos tiempos turísticosPero ni el turismo es hoy el mismo de aquel primer periodo de expansión masiva, ni es la misma la sociedad sobre la que se asientan los inversores. Ambos, destino y ciudadanos, han madurado.Prueba de ello es que Canarias no es el único lugar en el que se han producido pulsos tan significativos como en el que representa el "caso Oasis". También en Cancún, inversores locales como los Cosío mantiene en jaque a empresas españolas por proyectos que consideran excesivamente invasivos para el destino.

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