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Entrevista a Johan Norberg

"Cada minuto salen cien personas de la pobreza"

"Siento calma y paz en Barcelona a pesar de la intriga política", confiesa el paladín del capitalismo global

Johan Norberg. F. RAFAEL DEL PINOTO

Johan Norberg (Estocolmo, 1973), escritor paladín del capitalismo global, enarbola la bandera del optimismo con el color de la prosperidad sin precedentes que la humanidad experimenta en las últimas décadas por mucho que se empeñen los agoreros populistas en denunciar que todo va mal sin proponer soluciones. Ensayista económico y experto en historia de las ideas, ha dado el salto de la izquierda anarquista al libertarismo y ha venido a Madrid a presentar en la Fundación Rafael del Pino Progreso, un libro de 318 páginas con diez razones para mirar al futuro sin pesimismo. Convencido de que la educación es la piedra angular del progreso, el ensayista sueco teme una nueva burbuja inmobiliaria porque no aprendemos de nuestros errores y sobre Cataluña lo tiene también muy claro: "La independencia es un riesgo para España y para Europa".

¿Vivimos hoy en el mejor de los mundos posibles, Johan?

No. Vivimos en el mejor mundo que ha existido hasta ahora.

¿Debemos a la denostada globalización ese bienestar que según usted no para de crecer?

Sí. Gracias a la globalización es más fácil que nunca echar mano de las ideas, de la tecnología y de la imaginación que surgen en todas partes para crear trabajo.

Es cierto que la pobreza disminuye en el mundo, pero en nuestras sociedades avanzadas las nuevas generaciones sienten la amenaza de vivir peor que sus padres a costa de una crisis que los países se esfuerzan por superar pero gracias al sacrificio de las clases medias y de los más desfavorecidos.

Asistimos a la mayor reducción de pobreza jamás experimentada en el mundo. Cada minuto la abandonan cien personas. La idea de que por ello otros se empobrecen es errónea y nos lleva al mito de la suma cero. Los problemas que tienen las clases trabajadoras de Europa y Estados Unidos no están tan relacionados con la globalización como con la automatización que ha acabado con muchos trabajos.

Precisamente ese es el problema.

El comercio ha abaratado los precios de muchas cosas que antes solo podían consumir unos pocos. Lo que necesitamos ahora es ponernos las pilas y crear nuevas industrias y otros trabajos en sectores no automatizados.

El libro de Piketty El capitalismo en el siglo XXI ha generalizado la preocupación entre los gobiernos que por fin parecen reconocer un importante crecimiento de la desigualdad.

En general hay menos desigualdad pero dentro de muchos países sí que ha aumentado porque las economías han cambiado a medida que avanzamos en esta sociedad de la tecnología. Esto implica que la gente que tiene más educación gana más y la que menos tiene gana menos.

El economista Anthoni Atkinson ha llegado a proponer que el Estado garantice el pleno empleo ofreciendo trabajos públicos con un salario mínimo a los parados que buscan ocupación. ¿Qué le parece esta propuesta rompedora?

No creo que los gobiernos tengan que proporcionar puestos de trabajo o pagar a la gente para que se quede en casa de brazos cruzados. Los gobiernos deberían ayudar a los que quieren trabajar con subvenciones, por ejemplo, a la movilidad laboral.

España es el país de la UE donde más creció la desigualdad durante la crisis. No es para celebrarlo, ¿verdad?

España, al igual que otros países, tuvo que recortar durante la crisis sus inversiones y mucha gente que con poca preparación ganaba buenos sueldos se quedó sin trabajo y en una situación dramática por la incapacidad para subirse a la ola de los empleos más especializados. Pero hay una buena noticia: España ha mejorado su competitividad al reducir los costes de su mano de obra.

¿Cuál es la gran amenaza que acecha a esa sociedad abierta que tratamos de construir?

El hecho de que la gente no entienda que el nuevo sistema en el que vivimos genera prosperidad e inmensas oportunidades de desarrollo. Vivimos con demasiado miedo y eso favorece a los populismos.

¿Son el brexit , Trump y la creciente xenofobia síntomas de una sociedad dividida en burbujas aisladas, fruto de la desaparición de una opinión pública solvente que ha quedado arrasada por la irresponsabilidad de las redes sociales?

Siempre hemos vivido en burbujas pero lo bueno de ahora es que tenemos a nuestra disposición más puntos de vista que antes. Las redes sociales nos obligan a encontrarnos con ideas contrarias a las nuestras y además nos muestran las miserias del mundo tal como son. Eso nos genera estrés y miedo y nos empuja a querer construir muros.

Por ahí renace precisamente el nacionalismo, un antagonista claro de la globalización.

Esta es una cuestión muy psicológica. La gente relajada y optimista es más abierta de mente pero los que viven con miedo tienden a entrar en pánico fácilmente y a luchar para proteger a su tribu viendo a los demás como una amenaza. Los nacionalismos que estamos viendo son de tipo xenófobo y se basan en la creencia de que los problemas de uno son siempre por culpa de los de fuera.

¿Cómo valora lo que está ocurriendo en Cataluña y la repercusión mediática internacional que está teniendo?

El separatismo en Cataluña es un riesgo no solo para España sino también para Europa y ya hemos tenido bastante con el brexit. De todas formas, cuando estoy en Barcelona veo que hay calma y paz a pesar de la intriga política con la que se podría hacer una serie como Juego de Tronos.

También el populismo trata de conseguir su minuto de gloria con denuncias tales como que los gobiernos, incluso los de izquierdas, rescatan a los bancos en vez de rescatar a las personas. ¿Qué opinión le merecen estos eslóganes políticos del momento?

Hay mucha verdad en algunas de las proclamas populistas. Los bancos la liaron y ahora lo pagamos los ciudadanos asistiendo además hartos a la actitud arrogante de una Europa que no tiene en cuenta a los europeos. El problema de los populismos es su visión simplificada del mundo. Ven los problemas pero no proponen soluciones más allá de echar la culpa de los males a los demás.

¿Cuál es la primera razón para mirar el futuro económico con optimismo?

La prosperidad no se genera con buenos servicios sino con conocimiento, descubrimientos cien- tíficos y desarrollos tecnológicos y eso sucede todos los días. Así que vamos por el buen camino porque ni perdemos conocimiento ni capacidades y además los compartimos con todo el mundo.

¿Somos víctimas del pensamiento intervencionista?

Sí y lo somos de siempre. Los grandes descubrimientos a lo largo de la historia han partido de ideas que muchos burócratas consideraban estúpidas. Hoy, con la cultura del capitalismo se pueden sacar adelante esas propuestas alocadas que al final contribuyen a nuestro progreso.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pide un impuesto a los bancos para hacer frente al pago de las pensiones y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se lanza a abanderar la agenda social. La izquierda española se disputa los votos reclamando más impuestos para los ricos y más ayudas públicas para los necesitados. ¿Van por buen camino?

Para incentivar la creación de empleo y la riqueza no me parece muy acertado apostar por aumentar los impuestos al riesgo y creo que a los más desfavorecidos hay que ayudarles en el acceso a la educación pero no sacándoles del mercado laboral mediante un cheque mensual que los mantenga en casa sin hacer nada.

¿Por qué le parece errónea la obsesión de los norteamericanos por la propiedad inmobiliaria?

Me parece muy bien que alguien se compre una casa si tiene dinero para hacerlo. Lo que no es tan bueno es comprarla con los recursos que has pedido prestados gracias a unos tipos de interés bajos. ¿Qué pasará cuando vuelvan a subir los tipos de interés?

Es una obsesión que nos contagió a los españoles.

Sí y esa obsesión fue parte importante de la crisis. La gente llegó a pensar que se compraban las casas gratis.

Los pisos en Madrid y Barcelona ya están alcanzando los niveles de los años anteriores a la crisis de 2008. ¿Estamos en vísperas de una nueva burbuja inmobiliaria?

No quiero ser pesimista, pero me temo que sí, que estamos ante una nueva burbuja inmobiliaria, lo que demuestra que no aprendemos de nuestros errores. Los bajos tipos de interés y la liquidez de los bancos centrales han hecho fluir el dinero, la gente se anima y podemos volver a endeudarnos hasta las cejas.

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