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Una oferta vacacional contenida

Canarias es el destino de sol y playa español con menos viviendas de alquiler

Una pareja de turistas fotografía la capital grancanaria desde Las Canteras. LP/DL

Más de 130.000 personas utilizaron en 2017 los servicios de Airbnb para alojarse en viviendas vacacionales en dos ciudades canarias: solo en Las Palmas de Gran Canaria su número ascendió a 70.000, mientras en Arona fue de 60.000, según los datos difundidos esta misma semana por la propia empresa californiana. El número de viajeros que Airbnb declara en Las Palmas de Gran Canaria equivale al 19% del total de clientes que se registraron en los hoteles de la ciudad: 356.000, según el Instituto Canario de Estadística. Mientras en el municipio turístico de Arona, donde los viajeros alojados en sus hoteles ascendieron a 745.281 en 2017), esa proporción desciende hasta el 8%.

En contraste con el último diagnóstico del propio Gobierno autonómico, la capital grancanaria está recibiendo el doble de alojados en viviendas vacacionales que la media regional, que está en el 9,2%. Es decir, que de los 16 millones de turistas que viajaron a las Islas en el último año, 1,4 millones optó por la modalidad de alojamiento vacacional.

Canarias es, de hecho, el destino de sol y playa español con menor número de viviendas vacacionales, según reconoció Luis Falcón, el responsable de la consultora InAtlas que ha elaborado el diagnósticos sobre el fenómeno de la oferta vacacional en las Islas. Su última actualización, realizada el pasado mes de febrero, revela cierta moderación del crecimiento del número de viviendas que se incorporan al mercado turístico.

Frente al empuje de años anteriores, en los que se produjo la entrada masiva de pisos de todo tipo para alquilar a turistas, el número de camas se ha mantenido en torno a las 130.000. El dato refleja el incremento de apenas un 1%, mientras que el número de viviendas creció un 6%, ascendiendo en la actualidad a algo más de 130.000. Esta diferencia entre el incremento del número de viviendas y de camas responde al hecho de que la oferta ha crecido sobre todo en los destinos urbanos (donde las viviendas suelen tener menor dimensión), confirmando así la tendencia que ha puesto en evidencia la propia Airbnb.

Pese a ello, el Gobierno canario sigue poniendo el acento en regular el alquiler vacacional prohibiéndolo en las zonas turísticas, pese a que representan el 45% del total de las plazas existentes en Canarias. Dejar fuera de esta regulación a casi la mitad de la oferta es consecuencia de la presión que el sector hotelero sostiene sobre el Ejecutivo para condicionar el decreto que este ultima. Ya lo logró en el primer decreto, en contra de la opinión de la propia Comisión del Mercado de la Competencia y, posteriormente, del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, que ha considerado la medida como "una vía de condicionar la libre competencia".

No obstante, ante la dificultad de mantener una medida de limitación territorial de la oferta que no contempla ninguna otra regulación, el Ejecutivo baraja dejar en manos de los ayuntamientos y cabildos la decisión final. Una decisión que estos no están, por su parte, predispuestos a asumir a priori, puesto que les enfrentaría igualmente a los empresarios. "En zonas turísticas ya tenemos apartamentos y hoteles para atender a los visitantes", precisó el presidente de Ashotel, Jorge Marichal. En su misma línea, el consejero de Turismo, Cultura y Deportes, Isaac Castellano, sostuvo: "Los datos demuestran que los turistas avalan el modelo turístico establecido hasta ahora".

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