Los motores eléctricos ya no dejan indiferente a nadie y así lo demostró el público que hizo cola para disfrutar del Salón organizado por el Cabildo en Infecar, donde hay vehículos para todos los gustos, desde el flamante Tesla de alas de halcón a triciclos de reparto con placas solares y mini vehículos industriales capaces de cargar dos mil kilos preparado para 40 configuraciones, desde emergencias a barredoras, cargar maletas en el aeropuerto y repartir por calles peatonales, toda una virguería que se puede adaptar a las necesidades del consumidor.

Son muy robustos y coquetos, se enchufan como una lavadora y el grupo Drago ha elegido para exhibirlos por primera vez en Canarias el Salón del Vehículo Eléctrico inaugurado hoy por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, junto al consejero de Energía, Raúl García Brink, y el concejal de Movilidad de la capital, José Eduardo Ramírez, y la apuesta es clara: el vehículo eléctrico es el futuro, es necesario para la penetración de las renovables y tanto el Cabildo como el Ayuntamiento toman medidas propiciar una transición que en cualquier caso no tiene marcha atrás.

Y es que conducir un coche eléctrico, sea Nissan, Hyundai, Wolswagen, Smart, Kia, BMW o Renault, que no han querido perderse la cita, es un "placer" y quien lo prueba no quiere otro, así de claro lo tienen los expositores, como Mary Carmen Monzón, de Sele Car, quien de plantearse adquirir un coche híbrido, finalmente se ha decidido por el cien por cien eléctrico.

Y para acabar con las reticencias que aún quedan, como la autonomía, las últimas baterías y el despliegue de puntos de recarga acaban con todas las excusas, no solo porque una autonomía de 300 kilómetros es complicada de agotar en un día en Gran Canaria, sino porque el Cabildo ya va a licitar una red de 17 puntos de recarga a los que seguirán otros cuatro que deja cubierta todo el territorio, con 40 kilómetros como máximo entre dos. Y a ello se suman los que ya existen en centros comerciales y algunos ayuntamientos, más los 40 que a final de año tendrá la capital.

Si a ello se le agrega que el coche eléctrico acaba con los cambios de filtro, de aceite, de correas de transmisión, dice adiós a la caja de cambio, pistones, tubos de escape y radiadores, y que no habrá que echar cuarenta euros de gasolina a la semana, sino un euro de electricidad cada cien kilómetros, la rentabilidad de estos coches es "brutal" aun partiendo de precios más elevados, asegura Roberto San José, el primer taxista "eléctrico" de España, que hace mil kilómetros con 20 euros y en seis años aún no ha cambiado las pastillas de freno ni la batería.

Y los incentivos también hay que contarlos, la capital grancanaria reduce un 75 por ciento el impuesto de estos coches, los libera de pagar en las zonas azules y verdes, y comienza con la prueba piloto de dejarlos circular por el carril bus de Siete Palmas para, si da buen resultado, extender la medida. También hay ayudas para su adquisición, entre ellas las del Cabildo para taxistas.

Con todo, la mayor de las ventajas es la medioambiental, no contaminan, no hacen ruido, y hasta las calles de las ciudades tendrán colores más vivos porque se acabarán las fachadas oscuras por la polución.

Y como las marcas saben que en cuestión de coches eléctricos el futuro ya es presente, se vuelcan en incorporar las últimas tecnologías, como Android y las prestaciones de Google, y se han lanzado a no dejar aspiración sin cubrir con bicicletas de montaña, motocicletas para la policía, vehículos de licencia municipal y minimotos para los más pequeños.

La principal recomendación que hacen los expertos al público es que se informe, hay mucha confusión y mensajes cruzados, como los precios, sin embargo se pudo escuchar algún que otro " pues muy barato me parece", no solo porque tienden a bajar, sino porque aunque aún sean altos, no en vano es última tecnología, quizá no lo sean tanto como parece.

De ahí que el "boca a boca" esté funcionando muy bien, asegura un expositor, cuya recomendación es acudir directamente a informarse y probarlo, aunque con cuidado, porque lo de probar acarreará la tentación de querer meterlo en la cesta de la compra.