Los criadores y exportadores de cochinilla de Gran Canaria han recibido con satisfacción que el Gobierno canario tenga previsto proponer a la UE que el cultivo de la cochinilla se incorpore a la relación de productos susceptible de recibir ayudas del Posei (Programa Comunitario de Apoyo a las Producciones Agrarias de Canarias).

Para Lorenzo Pérez, presidente de la Asociación de Criadores y Exportadores de Cochinilla de las Islas Canarias (Acecican), este anuncio ha sido una grata sorpresa, "sobre todo cuando llevamos mucho tiempo de contactos, tanto con el Ejecutivo regional como con la Administración central y las instituciones comunitarias, con el fin de encontrar la vía que nos permitiera conseguir ayudas a la exportación".

Pérez subraya en un comunicado que no es de recibo que "cuando está comprobado que existe mercado para un producto de la calidad del que se recolecta en las Islas, las empresas de cosmética y tintes estén adquiriendo cochinilla de peor calidad en países de Sudamérica porque los costes del envío desde Canarias vuelve prohibitivo el precio final".

A juicio de Pérez, "si nuestro Archipiélago no contara con sistemas para facilitar las exportaciones de nuestras producciones, sería hasta lógico que nuestros gobernantes no atendieran las reivindicaciones del sector, pero el Posei está ahí y, sobre todo, cuando nosotros ya nos movimos para conseguir la Denominación de Origen para este cultivo, el apoyo se limite a la ayuda por hectárea en producción de 325 euros al año en la medida ambiental del Programa de Desarrollo Rural.

En junio de 2017, la Asociación de Criadores y Exportadores de Cochinilla de las Islas Canarias (Acecican)se reunió con el consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias para abordar el Reglamento de Medidas Específicas del Sector Agrícola de las Regiones Ultraperiféricas. "Este documento contiene los programas tipo Posei que deben ser tramitados por el Gobierno a petición de los productores como medida de apoyo a sectores tradicionales", señala Rodríguez, y añade que el responsable del Gobierno canario se comprometió entonces a trabajar con la asociación para desarrollar el documento estrategia de exportación de cochinilla de Canarias y remitirlo a la Comisión. Pero "después de un año, nada nuevo se había producido hasta ahora", apunta Lorenzo Pérez, "aunque nunca tiramos la toalla y siempre hemos estado dispuestos a seguir reivindicando estos apoyos".

En línea con esa determinación, la asociación ya se había dirigido a la ministra de Agricultura, quien le respondió recordando que "es prioridad de este Ministerio defender los intereses de productores y producciones agrarias de las Islas Canarias" y que, en esa línea, el Archipiélago cuenta, desde hace años, con importantes instrumentos de apoyo.

Ahora estaban tocando directamente en la puerta de la CE, "si en territorio comunitario entra cochinilla desde América no hay argumentos para hablar de que no se pueda apoyar la exportación desde las Islas; si las ayudas no se pueden aportar porque no se trata de un producto incluido en la PAC.

La cochinilla (Dactylopius coccus) es un blanco y regordete pulgón procedente sobre todo de México y de Perú. Es un animal parásito que para vivir necesita plantas del género Opuntia, que desde hace más de 2.000 años se usa en América para teñir vestidos y dar color a la comida. En el siglo XVI los españoles comenzaron su exportación a Europa, donde alcanzaba un alto precio como colorante para paños y para el uso de los pintores. Posteriormente, los españoles la introdujeron en Canarias, donde su cultivo se convirtió en un importante recurso económico para las islas.

Hasta que la aparición de los colorantes artificiales dio al traste con este comercio, la cochinilla -llamada grana entre los españoles- fue uno de los productos mexicanos de exportación más valiosos, entre 1650 hasta 1860, tan solo superado por el oro. No en vano, su uso como colorante natural se remonta a las civilizaciones precolombinas. La cultura Paracas, que habitaba la costa del actual Perú hace unos 2.000 años, y los aztecas -en el actual México- ya conocían las propiedades de este insecto. Cuando los españoles conquistaron México en 1521, vieron a los indígenas recoger insectos de los nopales y no tardaron en darse cuenta de sus excepcionales propiedades como pigmento natural.