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Perfil

El verso suelto del empresariado canario

El verso suelto del empresariado canario

Sergio Alonso Reyes fue un empresario que siempre antepuso sus principios éticos, cualesquiera que fuesen, a los beneficios fáciles. Era tan liberal que criticaba hasta las medidas gubernamentales que beneficiaban a sus empresas, como las ayudas en la compra de coches.

Siempre estuvo con la excesiva intervención estatal porque confiaba en la iniciativa privada y la emprendeduría. A pesar de las múltiples ofertas, jamás entró en política porque no hacía buenas migas con lo público. Fue un verso suelto de la clase empresarial canaria.

"Más que liberal, era un hombre libre. Creía en los valores humanos. Es que el concepto de liberal está bastante degenerado. Eficaz y pragmático, tenía un carácter muy afable, siempre tenía una risa en la boca. Esa risa tan característica de Sergio", recuerda el empresario hostelero Pepe Moriana y amigo, expresidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas.

Nunca entró en política. "En eso coincidíamos: no queríamos la política ni nos gustó nunca, a pesar de las ofertas recibidas y siempre rechazadas". Muy familiar, amigos de sus amigos, le gustaba el senderismo y el golf y también navegar de vez en cuando en su barco. "Hacía vida muy familiar. Le gustaba ir a Suiza con su mujer ya que ella era de allí. Era muy sencillo, hermético, sin estridencias".

Un ser auténtico

"Era un ser auténtico. Era tan independiente que no se juntaba con nadie, siguiendo su criterio, su pragmatismo. Sus hijos le siguen en su tarea. Yo como presidente de la federación de hoteleros y él vicepresidente de la Confederación de Empresarios, como yo, hicimos muchas gestiones juntos".

"Fuimos muy de la mano de muchas cosas y me sentí muy agradecido con él porque me apoyó en mi lucha por el turismo que teníamos que meter en Gran Canaria y como tenía ser el ordenamiento. Sé que tuvo algunos problemas con otros empresarios por defenderme. Le tenía gran simpatía. Seguí manteniendo relaciones con el. Cuando abrimos el hotel en Garachico vino a la inauguración", añade Moriana.

Era tan reservado espiritualmente que incluso muchos amigos no sabían con certeza si era creyente o agnóstico. "Yo soy creyente y sí te puedo decir que era mejor cristiano que yo", afirma su amigo.

Era un empresario con mucho predicamento. "Tenía mucho criterio. Siempre quería crecer y crecer, y eso lo llevaba a rajatabla en sus empresas. Al principio lo pasó muy mal, pero supo sacar muy bien su empresa". Era un referente para el sanedrín empresarial de la isla, sobre todo cuando estuvo al frente del Círculo de Empresarios de Gran Canaria.

Estuvo en Alemania trabajando en la casa Volkswagen y Audi. Se fue muy joven para Alemania y Reino Unido con el objeto de formarse y prepararse adecuadamente. Cuando regresó a la isla con 22 años su padre lo envió a mecánica para que se iniciara y fuera aprendiendo in situ el funcionamiento de todos los departamentos de la empresa.

Valoraba mucho el esfuerzo individual. De hecho, sus herederos no tienen asegurado el puesto de trabajo en la empresa familiar solo por pertenecer a la parentela. Antes debían formarse adecuadamente.

Era un ortodoxo de la ética. Cuando fundó la Agencia Canaria de Noticias (ACN) permitió crear un grupo de periodistas de investigación, desconectados de las presiones empresariales. "Se investigaron casos de corrupción en los que estaban implicados accionistas de la propia empresa, pero él respaldó las investigaciones porque creía en la libertad y la independencia", recuerda José Luis Jiménez, en aquel momento redactor jefe de la agencia y hoy delegado de ABC en Canarias.

"Resistía porque había capital y por sus postulados éticos, sus principios llevados a la empresa. No usaba la información para ganar dinero sino como un derecho público. La agencia informativa destapó el caso Tindaya, la llegada de inmigrantes ilegales a Lanzarote en un barco de un destacado cargo de Coalición Canaria en la isla, la financiación ilegal del partido a través de Venezuela, el caso Sintel y el de la Caja de Ahorros. Pudimos informar de todo eso sin cortapisas a pesar de las presiones", agrega.

Recibía muchas presiones pero siempre las esquivó. Si las informaciones eran ciertas, no las censuraba. Llevaba la libertad y la independencia hasta sus últimas consecuencias. "El consejero Julio Bonis llamaba a Ángel Ferrera, que era también accionista de la empresa, y éste llamaba a Sergio Alonso, que además era su cuñado. Actuaba como pararrayos y cortocircuitaba las operaciones".

Pocos se atrevían a enfrentarse a un hombre que en aquella época facturaba 400 millones de euros de ahora. "El Gobierno canario montó un dispositivo policial, a través de la Agencia Tributaria Canaria, para levantarle actas a diestro y siniestro, que era una manera de hundirlo, de bloquearlo por dentro y crear desasosiego. Con José Carlos Mauricio, cuando fue consejero de Hacienda, fue una guerra sin cuartel", recuerda.

Era un melónamo. Amaba la música clásica, pero no por postureo ni para dejarse ver socialmente porque no tenía ninguna necesidad de ello. Trabajaba hasta en agosto de manera incansable. Sus vacaciones eran siempre de trabajo y muy vinculadas a la familia, sobre todo a sus nietos en los últimos años.

Llevaba la ética empresarial a prueba de bomba. Era un hombre que seguía siempre adelante si empeñaba su palabra, no había marcha atrás. Era tan liberal que estaba en contra de las subvenciones y la intervención pública. Su empresa la fundó su padre en 1935.

Creó competitividad interna en su empresa, pero era muy querido por sus trabajadores. Se metió en el mercado internacional y, a pesar de su liberalismo, se fue a Cuba, a un régimen comunista, a ampliar el negocio. "Por lo menos allí negocias con uno, pero aquí hay que hacerlo con quince", decía. La entrada de Volkswagen en América se hizo a través de Canarias. Era un firme apoyo para muchos emprendedores canarios.

A pesar de ser rico, hacía vida bastante espartana. Su principal pasatiempos era estar con sus nietos. Sus hobbies consistían en hablar con sus amigos y estar con la familia. Si para eso tenía que navegar o jugar al golf, lo hacía.

No solo invirtió en el mundo de la automoción, sino en otros campos económicos y profesionales, como en la clínica de San Roque en Maspalomas, en la Inmobiliaria Betancor en Siete Palmas y en la cadena de hoteles Cordial en Mogán. Aunque políticamente nunca aceptó ninguna proposición, era un típico liberal conservador, más cerca del PP que del PSOE o de CC. Criticaba los nacionalismos. De todas formas, él confiaba en personas y no en siglas. Llegó a criticar el Plan Pive para la compra de coches, a pesar de que la medida del Ministerio de Industria le beneficiaba económicamente. Hasta ahí llegaba su coherencia con el liberalismo.

En la agencia informativa primero defendía a los suyos y luego preguntaba. Siempre defendía a los redactores cuando le llamaban políticos o empresarios para quejarse por alguna información. Los periodistas estaban tan a gusto que casi no querían coger nunca vacaciones.

Soñaba con un modelo de economía nórdico para Canarias. Su religión era la ética. Decía que la ética era la ciencia de la felicidad. A partir de ahí construía su discurso. Anteponía la ética a la cuestión crematística.

Sensato y humilde

Era un hombre sensato y humilde, honesto, muy normal. No se le caían los anillos y no le costaba bajar a la arena, aunque su poder estaba encima del bien y del mal. Se crecía ante el fuerte y se ponía a la altura del débil.

El ingeniero industrial y profesor José Francisco Fernández Belda recordaba ayer a su amigo Sergio Alonso con emoción y cariño. "Compartíamos cien por cien lo que decíamos. Era un liberal total en el aspecto económico. Quería que se dejara a la iniciativa privada todo lo que no fuera estrictamente público. Para él lo importante no era quién gestionaba el asunto, sino la eficacia del servicio".

"Personalmente era una excelente persona. Cuidaba a su gente, a sus empleados. No tenía huelgas, aunque siempre pudiera haber algún descontento. La mayoría estaba muy satisfecha por trabajar en Domingo Alonso, era como una gran familia. Fue Sergio el que le dio un avance total, un cambio, tras comprar las participaciones a sus hermanos. Fue cuando se empezó a internacionalizar en Cuba, Venezuela, Perú, Colombia y África. Su hijo Óliver, el segundo, se presentó a la Cámara de Comercio.

Se metía en muchos sectores como buen empresario, como la sanidad. Intentó montar una universidad privada. Estaba visceralmente en contra de las subvenciones. Políticamente era de la derecha liberal pero alérgico a los partidos. "Le ofrecieron de todo, hasta financiar al Partido Comunista. Los políticos les piden de todo a los grandes empresarios. También potenció la informática, creando empresas en el muelle". Era un empresario muy abierto. Daba charlas y conferencias donde le invitaban, como lo hizo en la Fundación Juan Negrín.

Pasó por todos los departamento de la Volkswagen en Alemania. No le importaba mancharse las manos de grasa. Conocía bien su negocio. Tuvo a los hijos formándose en Alemania y Estados Unidos. Los dos primeros hijos siguieron la formación empresarial y económica, mientras que la tercera hija, la única mujer, es arquitecto.

"Yo creo que era algo agnóstico, aunque nunca profundizamos en el tema religioso. A los dos nos indignaban los ataques indiscriminados a la Iglesia por parte de los podemitas. Eso nos aceleraba a los dos, pero no por razones religiosas, sino de respeto y tolerancia. Rechazábamos aquel proyecto de Constitución europea que renegaba de las raíces cristianas. No tenía dobleces, no ocultaba sus pensamientos. Lógicamente no comentaba sus secretos empresariales", rememora Fernández Belda.

Nunca quiso ser presidente de la Confederación Canaria de Empresarios; él estaba al frente del Círculo de Empresarios. "Él no comulgaba con la CCE. Como gran empresario que era estaba en la Confederación, pero una cosa es eso y otra que se apoyara en ella para conseguir cosas. Mario Rodríguez se metió de presidente para protegerse ante el poder político por lo que le estaban haciendo a la sanidad privada", expone Fernández Belda.

"Decían que estaba en el sanedrín de Gran Canaria pero eso era una cosa más de políticos. Él era tan independiente que no estaba adscrito a ningún partido ni a ninguna organización. Era un hombre libre que decía lo que pensaba, para bien o para mal. Había gente que no estaba de acuerdo con él, como los agricultores, que eran partidarios del protocolo 1 de ingreso en la CEE. Sergio, como industrial, era partidario del protocolo 2".

"Tenía un barco, pero no sé si navegaba o lo navegaban. Hay gente que navega por buscar la libertad que no tienen cuando vives fijo en un sitio. Eso me lo contaba él. Si no estoy a gusto en un pantalán, me voy a otro. Distinguía la amistad de los negocios".

Era un hombre de mucha entereza. Muy amable, nada engreído. "Parecía que estabas hablando con el portero de tu casa porque no usaba frases grandilocuentes, vestía normal, no pretendía crear estatus con su vestimenta, aunque iba muchas veces con traje y corbata porque tenía reuniones con empresarios y políticos". Paseaba mucho por Triana.

Fue un empresario culto y muy leído. Sus opiniones se tenían en cuenta. "En los fotos y tertulias en las que participaba ponía siempre los puntos sobre las íes con buenos razonamientos. Discrepaba mucho con los políticos por la excesiva legislación y el excesivo intervencionismo. Entre otras cosas porque llevan a la corrupción y a la arbitrariedad, recuerda Fernández Belda.

No estaba a favor de las restricciones a las superficies comerciales ni a los hoteleros con la moratoria turística. "Era partidario de la apertura comercial libre y no entendía que se limitaran las aperturas dominicales, como liberal y viajado que era". No hacía alarde de nada porque era muy discreto, pero nunca se dejaba avasallar.

Era un factotum de la derecha liberal y un hombre muy respetado. "Alonso estaba en todos lados, no solo en los coches, también en el sector turístico o sanitario", recuerda un conocido. Era un gran admirador de la playa de Las Canteras, por donde paseaba con su mujer y almorzaba en cualquier tasquita del paseo. Sus empresas patrocinaban torneos de golf, aunque también lo hacía con otros deportes más populares, como la Unión Deportiva en el fútbol o el Gran Canaria de baloncesto.

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