La Unión Europea (UE) acordó ayer una reforma de la zona euro de mínimos para luchar contra futuras crisis económicas y dar un nuevo impulso al bloque. "Este no es el final del camino en nuestros planes para reforzar el euro. Nos basaremos en los progresos realizados para seguir trabajando el próximo año", justificó el jefe del Eurogrupo, Mário Centeno, tras 18 horas de negociación.

Tras superar la crisis de la deuda, algunos de cuyos efectos como el desempleo se sienten todavía, y en un contexto de incertidumbre por el brexit, la UE busca dotarse de una caja de herramientas más eficaz en caso de shocks en el futuro.

Los ministros de Finanzas lograron tras meses de discusión una exigua reforma que deja fuera ideas como la creación de un superministro de Finanzas de la Eurozona o una especie de Fondo Monetario Europeo.

Alemania y Francia, las dos primeras economías del euro, acordaron de antemano las reformas, pero el proceso se estancó debido a la debilidad del gobierno alemán de Angela Merkel y al malestar por este pacto de los países más pequeños del bloque, liderados por Holanda.

Este fue, sin sorpresas, el país más reticente a la creación de un presupuesto de la zona euro, defendido por el presidente francés, Emmanuel Macron.

El consenso sobre la creación de un mecanismo fiscal para enfrentar crisis, a la que deberán dar su visto bueno los mandatarios durante una cumbre la próxima semana, es mucho menos ambicioso que el galo. La propuesta final vincula esta capacidad fiscal al refuerzo de las reformas exigidas por la UE y no como una ayuda para sobrevivir a una desaceleración económica inesperada, como habría querido Francia.

Otra de las propuestas controvertidas es la culminación de la Unión Bancaria con la creación de un sistema de garantía de depósitos, a cuyo lanzamiento se oponía firmemente Alemania.