Toyota Canarias cumple 45 años y lo hace tras retornar nuevamente y de manera íntegra a manos de inversores del Archipiélago. Un grupo de ellos, propietarios de varios de los concesionarios que la marca tiene en las Islas, completaron hace un año la recuperación de las acciones que habían quedado en poder de la japonesa Sumitomo Corporation tras la salida en 2015 de Ángel Ferrera, que estuvo al frente de los intereses de la marca nipona en Canarias durante cuatro decenios.

A la celebración organizada para hoy en el Auditorio Alfredo Kraus acudirá el vicepresidente de Movilidad y Conectividad de Toyota Motor Europe (TME), Agustín Martín, nombrado además la semana pasada chairman de Toyota España. A su lado estarán el presidente y el vicepresidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo y Pablo Rodríguez, respectivamente; el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, y el alcalde de la capital de la Isla, Augusto Hidalgo.

El fabricante japonés siempre ha defendido la importancia del mercado canario desde que el 25 de abril de 1973 se matriculó en el Archipiélago su primer vehículo, un modelo Corolla 1200. Desde ese momento, Toyota se convirtió en parte importante de la historia de la automoción en las Islas. Durante los últimos 45 años la empresa ha evolucionado de la mano de quienes han formado los sucesivos equipos que han trabajado en ella y han permitido que llegue a convertirse en una filial de la multinacional Sumitomo Corporation.

Por delante, quedan muchos y grandes retos. Sobre todo en el momento actual en el que cobra vigor el debate sobre la transición a los vehículos libre de emisiones de gases nocivos para la atmósfera. Precisamente en este ámbito Toyota tiene un perfil netamente pionero. En 1976, la marca japonesa presentó un prototipo híbrido, un deportivo alimentado por turbina de gas y motor eléctrico.

La apuesta por la investigación y la innovación tecnológica es una característica inherente a Toyota, que poco más de veinte años después ya pudo poner en el mercado japonés el primer hídrido puro del mundo: el Prius, palabra que precisamente significa primero en latín. En esa línea, se continúan explorando nuevas vías para dar respuesta a la implantación de las tecnologías que llegarán en los próximos años: vehículo de hidrógeno, coche autónomo (sin conductor) o automóvil conectado, por ejemplo.

Retornando a la irrupción de Toyota en Canarias, los cimientos para alcanzar el hito de 1973 se colocaron cuatro años antes en el ámbito de Domingo Alonso, SA, importadora en las Islas en aquel tiempo de marcas como Volkswagen, Jaguar, Alfa Romeo, Vanguard, Triumph... La primera de ellas decidió dar un salto en la profesionalización de la actividad de compraventa de vehículos y contar para ello con instalaciones independientes del resto de enseñas.

Nació entonces en ese 1969 una nueva sociedad, Importaciones Canarias SA (Impocasa), dedicada a adquirir en el exterior automóviles para su venta en las Islas, y centrada en las marcas de raíz italiana. Su primer domicilio se situó en las cercanías de la Casa del Marino mientras que para el servicio postventa se habilitaron instalaciones en Miller Bajo. Poco después , adquirió el local situado en los bajos del edificio Campo España, a donde se trasladó la exposición de los productos puestos a la venta.

A finales del año 1972 se abrió de par en par la puerta al establecimiento de relaciones comerciales con Japón. Ya para entonces los importadores de las Islas habían mostrado en reiteradas ocasiones su intención de representar a la marca Toyota, sabedores de los éxitos que cosechaba en el mercado nipón, en el que mostraba un sólido liderazgo.

Dos ejecutivos de Domingo Alonso, Ángel Ferrera y Artemio Alonso, consiguieron el objetivo en la provincia de Las Palmas, con lo que se dio por finalizada la relación con Alfa Romeo y se destinaron en exclusiva las instalaciones a la comercialización de los recién llegados Toyota. La primera unidad salió de ellas hace hoy 45 años. En la provincia de Santa Cruz de Tenerife, fue la firma Blandy la que se hizo con los derechos.

La crisis de la primera mitad de los noventa desembocó en un nuevo capítulo de la historia que une al Archipiélago con la marca japonesa. La recesión mostró la necesidad de optimizar los recursos al máximo y Toyota Motor Corporation decidió jugar esa partida. Puso en manos de Impocasa toda la comercialización de vehículos y recambios en Canarias, y la empresa isleña creó la sociedad Toyota Canarias para dar respuesta a dicho ejercicio de confianza.

De un plumazo, la marca japonesa pasó a contar con la más numerosa red de concesionarios oficiales, un total de 28 que en todos los casos integraban servicios postventa. La matriz nipona se mantuvo cerca -flexibilidad en precios- para lograr la consolidación en un mercado altamente competitivo como el de las Islas.

A partir de ese momento se alcanzaron los mayores éxitos tanto en la vertiente importadora como en la distribución. En este último caso, Toyota Canarias expandió su red en 2005 mediante su implantación en Santa Cruz de Tenerife, lograda mediante la adquisición de los activos de Blandy. Desde 2011, la directiva sobre distribución de la Unión Europea promovió la concentración de los puntos de venta, con lo que se establecieron nueve concesionarios oficiales.