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Las renuncias a herencias baten un nuevo récord pese a la rebaja impositiva

Los canarios han rechazado a lo largo del año otros 1.253 legados, la cifra más alta de la historia

Las renuncias a herencias baten un nuevo récord pese a la rebaja impositiva

No hay manera. Ni la mejora económica ni la bonificación en el impuesto han servido para evitar que los canarios sigan renunciando a herencias en un número cada vez mayor. De hecho, la Comunidad Autónoma ha batido un nuevo y triste récord en los nueve primeros meses del año, en que los ciudadanos del Archipiélago rechazaron la mayor cantidad de legados de la historia en el período en cuestión. O lo que es lo mismo: la persona que legítimamente debe recibir lo que en muchos casos es resultado de décadas de trabajo de sus ascendientes -la vivienda familiar, el piso para veranear que tanto costó adquirir o los ahorros de toda una vida, por ejemplo- se ve obligada a decir no a los bienes. Entre enero y septiembre, según las estadísticas del Consejo General del Notariado, se contabilizaron hasta 1.253 renuncias a herencias en las Islas. Es decir, el número de casos ha crecido un 5,2% en relación con los tres primeros trimestres del año pasado, cuando para más inri también se batió el particular récord histórico hasta la fecha. Es más, el incremento es de un 21,2% respecto del número de renuncias registrado entre enero y septiembre de 2016, que es el año desde el que viene aplicándose la bonificación del 99,9% en la cuota correspondiente del impuesto de sucesiones y donaciones, lo que, de facto, significa que el heredero queda libre del pago del tributo. La medida del Gobierno de Canarias para frenar el cada vez mayor número de legados que pasan a otras manos -y en última instancia, al patrimonio del Estado- no ha surtido efecto. Al menos no de momento.

Los datos que manejan los notarios dan así pábulo a los argumentos de quienes vienen defendiendo que la bonificación del impuesto no detendrá la sangría de herencias. Así que la pregunta vuelve a estar sobre la mesa: ¿por qué sigue aumentando el número de canarios que optan por rechazar el legado de sus ascendientes?

Lo cierto es que haya o no haya bonificación en el impuesto de sucesiones y donaciones, el factor determinante -o cuando menos el más determinante- a la hora de decidirse a aceptar o rechazar la herencia queda al margen de las decisiones de los gobiernos de turno. Y es que cuando se hereda, no solo se recibe lo bueno, sino también lo malo, esto es, las deudas. El beneficiario se queda con la casa, el coche o las acciones de tal o cual sociedad, pero responde con su patrimonio de los dineros que sus padres, por ejemplo, dejaron a deber en el momento de su fallecimiento. La deuda de las familias se incrementó notablemente durante los muchos años de crisis económica, cuyo tramo más duro fue el del período 2010-2014, de modo que no extraña que fuera en ese momento en el que las renuncias a herencias comenzaron a multiplicarse en Canarias.

Los datos de los notarios sirven para poner de manifiesto esa subida constante y sin freno de las renuncias a herencias en el Archipiélago. Los 518 herederos que dijeron no a sus legítimos legados en 2010 se convirtieron en 1.574 en 2017, es decir, más del triple en solo siete años. Y ni en uno solo de esos años se vio ni siquiera un atisbo de que la tendencia pudiera cambiar, tampoco desde que en 2016 entrara en vigor la bonificación del impuesto. Esas 518 renuncias de 2010 pasaron a ser 645 en 2011, 718 en 2012, 881 en 2013, 1.218 en 2014, 1.301 en 2015, 1.449 en 2016 y 1.574 el año pasado. Si en este último trimestre no ha habido un cambio considerable -para saberlo hay que esperar a que finalice el año-, 2018 terminará con cerca de 1.700 renuncias a herencias en las Islas.

Hay que recordar que la Consejería de Hacienda, que dirige Rosa Dávila, ha decidido extender la rebaja en la cuota del impuesto a los herederos que sean sobrinos, tíos o hermanos del fallecido. Esto restará otros 15,3 millones de recaudación a las arcas autonómicas pero librará también de la carga tributaria a, por ejemplo, la persona que cuidó de un hermano dependiente que tras fallecer le dejó sus bienes y posesiones.

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