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Indulto (por ahora) para las cabinas

El Gobierno sorprende con la decisión de mantener unos años más el servicio público de telefonía al que iba hoy a dar el finiquito, aunque sí acaba con las guías

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Cabinas telefónicas 'indultadas' en la capital grancanaria

Contra todo pronóstico las cabinas telefónicas no desaparecerán con la entrada del nuevo año. El Gobierno ha echado mano de un indulto de última hora, que se aprobará hoy en el Consejo de Ministros del año en un real decreto, para que las cabinas sigan formando parte del paisaje urbano como prestataria del servicio universal de telecomunicaciones. Quedan fuera, eso sí, las guías telefónicas (la amarilla y la blanca) y el servicio de consulta sobre números de abonados.

Telefónica, designada directamente por el anterior Gobierno del PP para llevar a cabo el servicio, tendrá pues que seguir al menos de momento manteniendo un mínimo de teléfonos públicos -uno en cada municipio de 1.000 o más habitantes a los que se le sumaría uno más por cada 3.000-. De las alrededor de 16.000 que hay en toda España 1.009 están el Archipiélago, la mayor parte se concentra en Gran Canaria (514), seguida de Tenerife (332). Las dos islas se encuentran incluidas en el ranking de áreas españolas con mayor número de teléfonos públicos junto con Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga o Cádiz. En el resto de las Islas el número de cabinas disminuye. En Fuerteventura quedan 40, en Lanzarote un total de 64, La Palma mantiene 34, La Gomera 16 y el Hierro cuenta con 9.

El indulto ha cogido por sorpresa a la propia compañía que esperaba ayer que el real decreto permitiera acabar con un servicio que, según explican fuentes del sector, le supone unos cinco millones de euros anuales en pérdidas.

Y es que la demanda del servicio se ha reducido en gran medida motivada por la penetración de la telefonía móvil en todos los sectores de la sociedad. Desde Telefónica aseguran que nadie quiere hacerse cargo de esa obligación por la nula rentabilidad del servicio. Según el último dato publicado de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el coste del mantenimiento de las cabina telefónicas se incrementó un 55,8% en 2015 con respecto a 2014, hasta superar los 2 millones de euros.

Pese a que el uso de los móviles ha terminado relegando el servicio público no faltan quienes defiendan su existencia, aún sea por nostalgia o por no dejar a Superman sin vestuario o a José Luis López Vázquez sin la razón de sus terrores. Ángel Armando, dueño de El Águila Bar, en La Esperanza (Tenerife), recuerda que en su país de origen, Venezuela, "el mismo chico malo que reventaba las cabinas, un día tuvo la necesidad de usarla cuando su madre se estaba muriendo" y esto no debería ocurrir en España.

El Águila Bar está situado enfrente de una de las últimas cabinas que quedan en las Islas, y su dueño no duda en señalar que "en las grandes ciudades sí podrían ser eliminadas pero deberían dejarlas en zonas rurales y aisladas donde hay muchas personas mayores y las comunicaciones son peores".

El Gobierno ha decidido prorrogar, una vez más, la situación actual de las cabinas para hacer un análisis más completo y exhaustivo sobre cómo ir retirando las presentaciones del servicio universal de telefónica. Un servicio que no está incluido en el Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas cuya última transposición a España se hará en dos años. El mismo plazo que se ha dado el Ejecutivo para decidir.

Ángel Armando coincide con la idea de prorrogar el servicio y estudiar más profundamente su retirada, "deberían hacer un estudio en profundidad sobre las zonas donde se necesitan o en su defecto hacer, como ocurre en mi país, zonas con varias cabinas donde las personas puedan acudir para hablar". "Es mejor no necesitarlo y tenerlo, que necesitarlo y no tenerlo" concluye.

Lo mismo ocurre en la cabina situada frente al Bar Pata Negra, en Corralejo (Fuerteventura). Juan Antonio Ruiz, a sus 67 años, lleva 18 años regentando el local junto a su mujer y asegura que al mismo "sigue viniendo gente a preguntar por un teléfono; los extranjeros las usan bastante". Ruiz recuerda la cantidad de veces que en el pasado realizó llamadas desde las cabinas a su familiares en Burgos e incluso muestra nostalgia al destacar que en años pasados se vendían tarjetas telefónicas en el bar.

El dueño del Bar Restaurante los Reyes, en Valverde (El Hierro), también tiene una cabina muy cerca de su local y considera que el Gobierno "debe mantener algunas, ya que son elementos necesarios porque la gente mayor, o sin móvil, puede verse en una urgencia". Juan Alberto recuerda también que durante la pasada cena de Navidad surgió en la mesa el debate de las cabinas y las opiniones coincidieron al señalar que "ya no se usaban tanto como antes pero deberían mantener un mínimo".

Otra de las cabinas que resisten el paso del tiempo se encuentra muy cerca de la farmacia de Julio Hernández, en Valsequillo (Gran Canaria). Este recuerda las colas que tenía que hacer hace años para poder avisar a sus padres de que llegaba tarde a casa. "Se trata de un servicio para gente que no pueda permitirse una línea móvil y personas que tengan que arreglar algún problema, creo que hay gente que sigue necesitándolas", destaca el farmacéutico.

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