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El ADN da el sello de calidad a la gallina campera canaria

Agricultura intenta que la raza local, en peligro de extinción, sea reconocida como autóctona para potenciar su venta

El ADN da el sello de calidad a la gallina campera canaria

Ejemplares de gallinas camperas de Canarias se someterán en los próximos meses a un exhaustivo análisis de ADN para su catalogación como raza autóctona. El objetivo es que este reconocimiento ayude a recuperar una especie actualmente en peligro de extinción, para lo que será necesario potenciar su comercialización por medio de un sello de calidad. El primer paso ya se ha dado. La caracterización de la variedad isleña de gallina campera -que tendrá que corroborarse ahora con el análisis genético- ha concluido tras una investigación que, además, se ha plasmado en las páginas de un libro.

La gallina campera canaria es el título del trabajo que ayer presentó el consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero. La publicación, que firman los investigadores Juan Capote y Alexander Torres, es el resultado de los trabajos de campo que ha llevado a cabo el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), entidad dependiente del departamento que dirige Quintero. Trabajos que han permitido determinar la morfología -cabeza, pico, alas, colas...- de las cuatro variedades de gallina campera isleña y, sobre todo, constatar el valor nutricional de su carne y huevos. Las posibilidades comerciales como producto de calidad diferenciada son, por tanto, altas. Sin embargo, la población total de la especie canaria apenas llega a 2.000 ejemplares, con lo que se encuentra en peligro de desaparecer, tal como avisó Antonio Morales, que preside la asociación que aglutina a los 120 criadores que hay en toda la Comunidad Autónoma.

Aunque la comercialización a gran escala no es el objetivo, sí lo es la obtención de un sello o etiqueta de calidad que permita que la gallina campera local se abra hueco en los mercados. Para ello es antes necesario que la variedad isleña sea efectivamente reconocida como tal, esto es, que el análisis del ADN confirme sus características únicas. A grandes rasgos, el ave autóctona es eminentemente productora, tanto de huevos como de carne, en condiciones semiextensivas, es decir, estando suelta en las instalaciones de la explotación avícola. Los pollos camperos canarios, según se describe en el libro y explicó ayer el presidente del ICIA, Juan Francisco Padrón, tienen un crecimiento similar al de otras razas comerciales de distintas regiones europeas. En definitiva, se trata de una raza de cría sostenible -respetuosa con el animal y con el medio- y con un régimen alimenticio natural. El objetivo final es que su calidad, una vez constatada por medio de los análisis genéticos, y una crianza cuidadosa y alejada de la producción masiva de las industrias alimentarias sirvan de atractivo para el consumidor que busca productos de alta calidad y valor añadido. A su vez, la comercialización y el rédito que obtendrán los criadores -en su gran mayoría pequeños ganaderos- contribuirán a que se potencie la cría de la especie y en última instancia a salvar de la extinción a la gallina campera canaria. "El objetivo es que el consumidor vea cercanía, frescura y un producto totalmente natural", subrayó ayer el consejero, que insistió en que no se trata tanto de competir en cantidad con la producción masiva de la industria alimentaria como de hacerlo en calidad.

La comercialización es así la vía para salvar una especie autóctona -a falta de confirmación científica- cuyos orígenes se remontan 500 años atrás. Con las precauciones que es necesario adoptar ante este tipo de aproximaciones, todo indica que el origen de la gallina campera canaria está en las aves de la zona sur de la Península, en concreto de Andalucía y El Algarve, que se trajeron a las Islas. La mezcla de aquellas especies fue configurando progresivamente una variedad diferenciada y adaptada a las peculiaridades del Archipiélago. Un genotipo propio que se diferencia de los de sus padres del sur peninsular por el alto nivel de resistencia a las enfermedades, su rusticidad y su capacidad innata para vivir sin necesidad de ser alimentada por el ser humano, es decir, para buscar libremente su propio sustento.

La investigación del ICIA contó con la participación de científicos de la universidad alemana de Hohenheim y con la colaboración de la asociación de criadores. Además, la empresa Capisa, que se dedica al negocio de la fabricación de piensos para alimentación animal, colaboró económicamente en la edición y publicación del libro, que puede descargase gratis desde el sitio web de la consejería.

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