El Ministerio para la Transición Ecológica estudia "en este momento", aseguró ayer en Las Palmas de Gran Canaria el secretario de Estado de Energía, José Domínguez Abascal, la pertinencia de una regasificadora en Gran Canaria en el actual contexto de intensa penetración de energías renovables. En la actualidad, en torno al 20% del mix energético del Archipiélago se cubre con fuentes de generación limpias y el 80% restante, mediante la combustión de fuel en las centrales eléctricas.

"Probablemente cuando se identificó ese proyecto la situación era distinta, no había la penetración de renovables que hay hoy, ni la que habrá dentro de unos años, con lo que hay que evaluarlo en el nuevo contexto de la transición y eso es lo que estamos haciendo", aseguró el secretario de Estado.

Probablemente pillado en un renuncio, Domínguez Abascal no cayó en la cuenta de que la posibilidad de una regasificadora en Gran Canaria está descartada en el momento actual. La decisión final está en manos del Cabildo de la Isla y su presidente, Antonio Morales, ha dejado meridianamente clara su oposición a esa posibilidad.

No obstante, Domínguez Abascal, explicó que se trata de una iniciativa que presenta "bastante complejidad" y que su equipo lo está "estudiando en este momento". A ello añadió que se "valorará" la pertinencia de contar con este combustible para la generación eléctrica en la Isla, pero siempre "desde la perspectiva de maximizar la penetración de renovables" en Canarias.

El consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias, Pedro Ortega, asistió impasible a las declaraciones del secretario de Estado. Habría bastado a este último una mirada para comprobar que estaba resbalando por una pendiente que ya nadie transita.

Ortega ya ni nombra la posibilidad del gas en Gran Canaria. Hace tiempo que optó por no alimentar una polémica estéril que nunca ha reportado ningún rédito al Ejecutivo de las Islas. Cuando se le pregunta se limita a exponer que los pilares básicos de su política son la apuesta por la "máxima presencia posible de energía renovable", y la "eficiencia y el ahorro energético". A ello añade su deseo de que al actual fuel que se quema en las centrales eléctricas lo sustituya "un hidrocarburo menos contaminante". Sin nombrarlo, y pone especial cuidado en no hacerlo para no encender de nuevo la llama del ruido, el consejero habla del gas natural licuado.

Otra prueba de que en Gran Canaria el debate está agotado es la ausencia de trámites en la dirección de posibilitar la regasificadora. El Cabildo de Tenerife sí quiere contar con el gas para alimentar su industria y rebajar las emisiones de gases nocivos. De tal manera que de manera cíclica aparece en el tablero de la actualidad la planta regasificadora de Granadilla, en el sur de la isla. Cierto que hasta la fecha lo hace para coleccionar fallos judiciales e informes -de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)- contrarios a su puesta en marcha. Sobre la regasificadora de Gran Canaria, ni tan siquiera eso.

Cuando Domínguez Abascal se refirió al cambio de contexto con una intensa penetración de energías renovables, describía el salto que ha dado el Archipiélago en los menos de cuatro años últimos. En 2015, las fuentes limpias solo cubrían el 8% de la demanda eléctrica de las Islas y hoy se ha elevado la tasa hasta el 20%.

La nueva convocatoria puesta en marcha en el final del año pasado proveerá de otros 180 megavatios eólicos. "Esto nos acerca al objetivo del 45%", señaló ayer Pedro Ortega en referencia al hito que el Gobierno canario se ha marcado para el año 2025.