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El canario de los 35 millones de piñas

Carlos Sáenz Pavillard es el mayor productor de millo dulce del país y el segundo de Europa | Amarillo Corn emplea a 150 trabajadores en Sevilla

Carlos Sáenz Pavillard esta semana en la plantación de piña para millo que posee en la localidad sevillana de Marchena, en Sevilla, de mil hectáreas. LOF

De criarse en una finca de plataneras en Arucas pasó a cultivar millo dulce para el mercado fresco en Sevilla. Carlos Sáenz Pavillard (Las Palmas de Gran Canaria, 1960) vende 35 millones de piñas al año. Es, dentro de su segmento, el primer productor de España y el segundo del viejo continente. El camino ha sido largo, muy largo, pero gratificante y exitoso. Sáenz Pavillard es el gerente y titular del 50% de las participaciones de Amarillo Corn, empresa que constituyó junto a otros dos socios ?uno alemán y otro español? en 1995. El joven que partió en 1979 del Archipiélago con ganas de crecer en el sector agrícola, pese a las reticencias de su padre, conquista en la actualidad a media Europa. Nunca abandonó su sueño y su progenitor no pudo contener la emoción cuando vio por primera vez el fruto de su trabajo.

El grancanario, que fue alumno del Colegio Alemán, decidió estudiar agrónomos en Alemania. El empresario recuerda que le dio "un disgusto enorme" a su padre, Carlos Sáenz Peñate, el día que le comunicó su decisión. Él, según relata, era pesimista respecto al futuro de la actividad agraria. Sáenz Peñate estaba convencido de que su hijo se había decantado por esa carrera porque "había estado influenciado por el medio" en el que creció, una vida idílica en torno a una finca platanera que meció parte de su infancia.

Pese al recelo de su padre, Sáenz dio el salto. Estudió la carrera en la Universidad de Hohenheim, un centro universitario ubicado en el sur de Stuttgart. Para costearse la estancia, el grancanario trabajó en la cadena de montaje de Bosch fabricando sistemas antibloqueo de frenos (ABS) y haciendo traducciones en otras empresas. Posteriormente fue becado por el gobierno alemán y, cuando concluyó su formación, decidió instalarse en Sevilla para dar rienda suelta a sus proyectos.

Tras unos años en el ayuntamiento sevillano de Guillena, Sáenz pasó a trabajar en una empresa alemana dedicada a la stevia, la planta de la que se obtiene el compuesto con un elevado poder edulcorante. La crisis económica de principios de los 90 afectó a la actividad de esta sociedad, que cesó en 1993. El empresario optó entonces por emprender, algo que hizo junto a su mujer, de origen alemán. Sáenz montó una comercializadora, en la que comenzó a vender zanahorias a países de la Unión Europea (UE). "Empecé como intermediario, pero no me resultaba grato ese trabajo, no me sentía a gusto", recuerda.

Al por mayor

El escaso entusiasmo que despertaba esta labor al emprendedor canario supuso un punto de inflexión. Cuando otra oportunidad tocó a su puerta, no dudó en lanzarse a por ella.Un empresario germano contactó con él porque estaba interesado en comprar piñas de millo para importar a su país. Era 1995 y Sáenz, junto con alemán y otro socio español, decidieron constituir como sociedad Amarillo Corn, dedicada al cultivo de millo dulce. Tiempo después, el empresario germano abandonó la empresa "porque no podía participar en el acontecer diario" al estar afincado en Alemania. Ahora el 50% de la compañía está en manos de tres socios y la otra mitad en las de Sáenz, también gerente de la entidad.

Amarillo Corn, que cuenta con una plantilla de 150 trabajadores, está actualmente especializada en la producción y venta al por mayor de hortalizas, si bien centra la mayor parte de sus esfuerzos en el millo dulce. El sendero recorrido ha sido ascendente. La entidad arrancó con un superficie de entre 10 y 15 hectáreas y ahora planta 1.000 de millo dulce en dos siembras. "Nunca imaginé llegar a esto, pero así son las cosas de la vida", comenta. Su padre, que tantas dudas tenía sobre el camino que escogió su hijo, tampoco. Sáenz recuerda que la primera vez que su progenitor visitó el almacén de la compañía, que ahora ocupa unos 15.000 metros cuadrados, "se fue a un rincón a llorar de la emoción".

Las primeras piñas de millo dulce de Amarillo Corn se exportaron al mercado fresco alemán. Poco a poco se fueron abriendo nuevas puertas y Reino Unido, Holanda, Austria, Suiza, Francia y los países escandinavos se sumaron después. El proyecto está consolidado desde hace años y ahora se encuentra en fase de crecimiento.Prueba de ello es que la compañía ha aumentado el suministro a Reino Unido en un 25% pese a la incertidumbre que genera el brexit, de tal forma que solo en un mes de recolección está previsto el envío de 245 camiones con piñas de millo dulce. Su éxito en el extranjero no está reñida con su posición de liderazgo en su tierra, donde vende el género a industriales o a Mercadona, líder del sector de la distribución del país.

La necesidad de diversificar para no depender de un solo producto empujó a la entidad a poner el foco en otros cultivos. Por ello cuenta con 250 hectáreas dedicadas a la zanahoria, otras 30 hectáreas a la beterrada y unas 20 al brócoli ecológico. A estas verduras y hortalizas se suman otras, como la calabaza, la batata o la coliflor. "Cada vez que se habla de manipulación genética la primera foto que se utiliza es la de una piña de millo. Por eso nos pareció bien ir diversificando", expone. No es la única causa. El negocio que dirige tiene una actividad muy cíclica que provoca que en determinados momentos del año ésta sea "frenética" y en otros no, por lo que al apostar por nuevos cultivos la empresa se garantiza recolectar en otras temporadas.

Pese a acumular numerosos años en Andalucía, Carlos Sáenz Pavillard no se olvida de Canarias. Ahí viven su madre, Diana Pavillard, y sus tres hermanos. El empresario regresa a su isla natal, "como mínimo", dos veces al año: en navidades y en verano. Sáenz confiesa que en la época estival siempre alquila un apartamento en San Agustín, en el sur de Gran Canaria. "Siempre he querido que mis tres hijos mamaran la isla y tuvieran un sentimiento de canariedad y, de hecho, lo tienen", asegura.

Las raíces, los recuerdos y el hilo familiar no es lo único que une a Sáenz con el Archipiélago, también la posibilidad de poner en marcha nuevos proyectos.El gerente de Amarillo Corn explica que en Andalucía la empresa realiza dos recolecciones al año de piñas de millo dulce, pero el clima de Canarias hace posible realizar, incluso, más de tres. Esto permitiría a la empresa ofrecer género al mercado en épocas en las que ahora no puede y ser, por tanto, una "alternativa" a los productores de Sudáfrica, Argentina o Israel. Sáenz subraya, además, que "la trazabilidad de un producto europeo es mejor que la de uno de fuera". Y aunque el empresario grancanario recalca que no descarta la posibilidad de ampliar de este modo su negocio, reconoce las dificultades que plantea la geografía insular al no existir amplias extensiones de terreno.

Veinticuatro años después de la constitución de la empresa, Amarillo Corn continúa creciendo. El éxito de la compañía, insiste, no solo se debe a su ingenio, sino también al esfuerzo de cada una de las personas que han hecho posible impulsar el proyecto.

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