Recuerdo que cuando empecé a trabajar en Licores Artemi, en el año 1985, se elaboraba casi todo artesanalmente. No estaban las grandes máquinas que tenemos ahora, despaletizábamos a mano las botellas que nos llegaban. Era todo muy rústico.

Con el paso de los años se fue incrementando la producción y empezó a llegar la maquinaria, aunque tardó bastante. La demanda nos iba superando, y teníamos que responder haciendo las tareas manualmente.

En aquella época se reutilizaban las botellas y había gente que se encargaba de ir por los bares y recogerlas. Había trabajo para todo el mundo. Ahora, la diferencia es abismal, todo está automatizado, hay elevadores, más herramientas y maquinarias.

Hemos ganado mucho en eficacia, en volumen de producción y calidad. En 1985, al poco de yo estar aquí, Artemi ganó la IV Medalla de Oro a la Calidad Internacional de Bebidas Alcohólicas. Fueron años muy buenos no solo para el ron, también destacábamos mucho en licores y vodkas, era otro tipo de producción. Se podían embotellar 2000 litros y se echaba el azúcar a mano.

Son muchos años de trabajo aquí y gracias a eso conozco, de alguna manera, un poco de la historia de la producción. Veo las máquinas antiguas y vienen a mi mente los recuerdos de cuando se llenaban, taponaban y etiquetaban las botellas de litro. Para cada función había un trabajador, yo etiquetaba, al igual que hago actualmente. Por ejemplo, en una máquina estábamos tres trabajadores y pasábamos mucho tiempo juntos, lo que generaba más relaciones y anécdotas. Ahora la fábrica es mucho más grande, los puestos de trabajo tienen más distancia entre sí, pero seguimos sintiéndonos parte de ella como antes.

Hay un señor que trabajó aquí en Artemi, llamado Agustín Ferrera, que estuvo toda la vida. Empezó como guardián pero su profesión era albañil, por lo que también le cogían para hacer obras en la empresa. Este señor tenía su vida tan ligada a Artemi que después de jubilarse seguía viniendo por aquí a hacer trabajos livianos como la división de los cartones. Y esa sensación la sentimos muchos.

A mí me quedan unos cuantos años para jubilarme, pero no lo deseo, no tengo ganas. Vivo el presente y casi también el futuro, que creo que traerá un claro incremento de producción gracias a la calidad de nuestro producto y a su prestigio, que no solo se conoce en Canarias porque estamos exportando ron, ginebra y ron miel. Creo que el futuro de la empresa está garantizado.

Cuando voy a los supermercados, no puedo evitar acercarme a los lineales para ver cómo está nuestro producto respecto a otras marcas, porque siento orgullo de saber que esos productos son mucho más que el fruto de mi trabajo.

Ante quién duda entre comprar un ron canario y otro de fuera, le diría que elija lo nuestro, que son productos de calidad garantizada y que generan puestos de trabajo canarios al 100%.