Las artes gráficas han cambiado muchísimo, y esta empresa ha hecho grandes inversiones en máquinas y formación de sus trabajadores con el fin de ofrecer a nuestros clientes un mejor producto.

Todos los días se aprende algo. No es una profesión estática. La base de los cuatro colores, cyan, magenta, amarillo y negro, no ha cambiado, pero ahora se usan más los colores especiales Pantone, para lo que hay un departamento de tinta que prepara esos colores. Mi trabajo diario consiste en recibir la planificación y poner en marcha el trabajo en la máquina offset. Tenemos una nueva máquina desde hace casi un año. Tiene cinco colores y dos torres de barniz y una se puede usar con barniz UVI. Es la última generación en este tipo de máquinas.

El trabajo es el mismo de siempre, de la misma forma, hay que poner planchas, tintas y controlar la máquina, su funcionamiento y el resultado final. Ahora tenemos máquinas más modernas y el esfuerzo de trabajo físico es menor. Aunque al igual que antes y que siempre, la profesionalidad del maquinista es muy importante.

Son ya 43 años en Litografía Romero. Entré con 14, es toda una vida, aprendiendo y especializándome. Mi familia conocía a los Romero. Yo vine para empezar a adquirir conocimientos de las artes gráficas porque pensábamos marcharnos a Alemania, al centro gráfico de la empresa Roland, que es un referente en el sector. Las cosas de la vida me hicieron cambiar de idea y finalmente me quedé aquí.

Fuera de aquí, por la calle, siempre miro las revistas. Indudablemente detecto los fallos más rápidamente que el resto de la gente. A la hora de comprar un libro puedo elegir el que mejor terminación tiene. No entiendo cómo hay empresas que mandan a hacer sus trabajos fuera de Canarias habiendo imprentas como la nuestra aquí. Somos punteros, tenemos la capacitación necesaria y estamos siempre a la vanguardia de la industria. Pero es cierto que la competencia es tremenda.

Nunca he pensado en la posibilidad de trabajar en otra empresa, ni en otro sector, y menos ahora que me quedan cinco años para jubilarme.