La economía canaria da trabajo a más de 45.000 menores de 25 años por primera vez en toda la década. La Comunidad Autónoma despidió 2018 con 47.100 isleños de entre 16 y 24 años en nómina de una empresa o desarrollando una actividad por cuenta propia como trabajadores autónomos. Es la cifra más alta desde 2009 y la primera vez que se cierra un ejercicio con más de 45.000 jóvenes ocupados desde 2010. Ha hecho falta que transcurrieran ocho años y un cambio de década para que el empleo juvenil empiece a salir de la depresión en que lo hundió el largo período de crisis. Una mejora que, no obstante, aún no alcanza ni siquiera para acercarse a las cifras de finales de 2007. El último trimestre de ese año, cuando estalló la crisis con aquel primer capítulo de las hipotecas subprime o basura en los Estados Unidos, en las Islas había 39.500 trabajadores juveniles más de los que hay en estos momentos. En otras palabras: aún sería necesario que el número de ocupados de menos de 25 creciera la friolera de un 84% para volver a las cifras de antes de la recesión.

La población activa juvenil la integran en la Comunidad Autónoma un total de 75.200 personas. Entran ahí tanto quienes ya están trabajando como quienes están buscando empleo. Los primeros, es decir, los asalariados o empleados por cuenta propia, son 47.100, de modo que seis de cada diez canarios menores de 25 y en disposición de trabajar efectivamente están ya trabajando. Exactamente un 62,6%, según los cálculos de la empresa de recursos humanos Randstad a partir de los datos de la Encuesta de población activa. La radiografía que ayer publicó la firma pone así de manifiesto la particular cara de la moneda, ya que ese 62,6% supone la tasa de actividad más alta desde 2008 (64,1%).

Aunque el porcentaje todavía está cuatro puntos por debajo de la media nacional, hay que recordar que en 2012, en lo más duro de la crisis, la tasa de actividad entre los menores de 25 se desplomó hasta un paupérrimo 30%. Por entonces solo tres de cada diez jóvenes en disposición de trabajar podían hacerlo. Hoy son, por tanto, el doble. Esos 47.100 canarios menores de 25 que están cotizando a la Seguridad Social son el mayor número desde los 51.600 de 2009, hace nueve años. Y, además, no había más de 45.000 jóvenes ocupados en el Archipiélago desde 2010, cuando eran 45.900. La mejora, por tanto, es evidente, pero no es menos cierto que las cifras están todavía muy lejos de las de 2007, cuando comenzó la recesión. Tanto la población activa como los ocupados y la tasa de actividad de los jóvenes están aún a años luz de las que registraba el mercado laboral de las Islas en los últimos meses del año en que la economía entró en barrena.

En el último trimestre de 2007 había en Canarias 108.600 menores de 25 trabajando o en búsqueda activa de empleo. Son 33.400 más de los 75.200 que hay en la actualidad, una caída de prácticamente un 31%. Y la caída de la población activa juvenil se da también en el grupo de los que ya están empleados. Al término de 2007 eran 86.600 y hoy son los susodichos 47.100, la friolera de 39.500 menos, o lo que es lo mismo un 45,6% menos. No sorprende así que la tasa de actividad también sea hoy sensiblemente inferior. Antes de la crisis era de un 80% y hoy el citado 62,6%. En definitiva, antes trabajaban ocho de cada diez jóvenes que querían trabajar y hoy solo lo hacen seis de cada diez. De hecho, la región figura entre las cinco que están por debajo de la media y está a mucha distancia de la tasa de actividad de regiones como Baleares, donde es del 77,3%.

Se da así la paradoja de que, por un lado, Canarias ya ha conseguido tener más trabajadores que antes de la crisis y también mayor población activa; pero, por otro lado, aún no ha conseguido hacerlo en el segmento de los menores de 25 años. Las razones de que el empleo juvenil todavía no haya recuperado las cifras de antes de la crisis son varias, pero los expertos destacan dos. En primer lugar el destrozo que la recesión causó en el sector de la construcción, que hasta el estallido de la crisis sedujo a miles de jóvenes con jugosos sueldos, lo que los llevaba a abandonar prematuramente los estudios para incorporarse a la obra. Y en segundo lugar está precisamente la extensión del período formativo ante el convencimiento de muchos jóvenes de que encontrar trabajo dejó de ser tarea fácil. Y todo ello sin olvidar que la población de entre 15 y 25 años se ha reducido en 31.587 personas desde 2007 a consecuencia, entre otros factores, del éxodo de muchos jóvenes recién titulados en busca de un futuro laboral en el extranjero y del envejecimiento poblacional.

La tasa nacional de ocupación de menores de 25 años es del 66,5%, la segunda más elevada de los últimos diez años, solo superada por la de 2008 (71%).