La Provincia - Diario de Las Palmas

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Manuel Muñiz

"El conocimiento más valioso no viaja en el espacio digital"

"La gran incógnita es saber si China podrá atraer el talento de fuera, debería hacerse más atractiva", afirma

Manuel Muñiz tras la entrevista. rafa martín

Sin capacidad de reacción ante la vertiginosa revolución tecnológica, Europa y España, en particular, se mueven con lentitud desesperante con un sistema universitario inadecuado, sin inversiones orientadas al capital riesgo y sin un marco regulatorio favorecedor para la aparición de start ups, avisa Manuel Muñiz, decano de la Escuela de Asuntos Globales y Públicos del IE y catedrático Rafael del Pino de Transformación Global. Muñiz urge a la administración pública española a impulsar una estrategia de conversión digital y de apoyo a la innovación. Dicho esto, reconoce que el conocimiento más valioso no viaja en el espacio digital al quedar recluido en centros exclusivos como Silicon Valley. La receta que nos puede subir al tren de futuro es en su opinión la misma que se necesita para hacer frente a unos populismos aupados por la decepción de los ciudadanos que viven desconcertados ante un futuro en el que robots y algoritmos se imponen en el mercado laboral.

¿Cómo nos está afectando el vertiginoso cambio tecnológico que vivimos?

Hemos generado más datos en los últimos dos años que en los anteriores 20.000. Esa aceleración trae enormes oportunidades como ampliar la esperanza de vida y el acceso a información pero plantea muchos retos.

¿Qué tipo de retos?

Las nuevas tecnologías plantean preguntas éticas y abren la caja de pandora al cuestionarnos sus consecuencias.

Si todo el conocimiento se propaga a través de internet, ¿por qué se está produciendo una división tan grande entre contados polos de fuerte crecimiento y las numerosas zonas que se empobrecen rápida-mente y pierden población a raudales?

Pensábamos que la era digital iba a favorecer una mejor distribución de la población y del talento. Creíamos que el mundo sería plano pero eso no se ha producido.

¿Por qué?

Porque hay un tipo de conocimiento que no viaja en el espacio digital y es el de mayor valor. Es el conocimiento concreto y específico cuya interacción con otras disciplinas solo se produce en espacios estrechos y cerrados como, por ejemplo, Silicon Valley.

¿Por qué esos polos de crecimiento tecnológico se concentran en Estados Unidos y China?

Es en esos dos países donde hay grandes centros de investigación y universidades volcadas en la generación de conocimientos básicos y aplicados para transferir esas tecnologías a la sociedad. Para que esto ocurra tiene que existir un marco regulatorio favorable, un sector financiero que invierta y grandes empresas que apoyen los ecosistemas de innovación.

¿Reúne China condiciones para superar a Estados Unidos?

La gran incógnita es saber si China será capaz de atraer talento de fuera. Debería hacerse más atractiva para los innovadores extranjeros y el sistema político chino tampoco favorece.

Surgen empresas gigantescas que tienden al monopolio y expulsan del mercado a competidores de menor tamaño. ¿Vamos por buen camino?

La tecnología interactúa con los principios de competencia. Las empresas tienen mucha y muy diversa información de sus usuarios a los que conocen más cada día. Eso las hace más atractivas y competitivas y saltan a negocios colindantes. En la economía de los datos, de la inteligencia artificial y del 'deep learning' hay una pulsión oligopolística muy fuerte porque ese dominio del dato y del procesamiento genera gigantes.

¿Por qué Europa se está quedando tan rezagada en la carrera tecnológica?

Sigue faltando un tejido universitario adecuado, carecemos de inversiones volcadas en el capital riesgo y no tenemos un marco regulatorio favorable para las start ups.

El retraso de España en ese campo es patético, ¿verdad?

Sí. Estamos muy por detrás de la ola tecnológica y de innovación. También, en el posicionamiento de nuestras universidades. No vamos a ser capaces de generar empresas innovadoras y eso nos va a privar de tracción fiscal. Quedaremos fuera de esta revolución tecnológica.

Las guerras de hoy se dilucidan en el ámbito de la competencia tecnológica entre los Estados, cada vez más decididos a recurrir al intervencionismo para superar a sus rivales.

De hecho una de las grandes víctimas de este rediseño de la economía global va a ser la competencia. En este mundo de gigantes donde la escala importa en tu capacidad de competir, ¿con qué lealtad a nuestros principios de libertad de mercado vamos a actuar? ¿Quién va a tener la valentía por ejemplo de enfrentarse a Amazon cuando los chinos no lo van a hacer?

Eso se traducirá en una mayor desigualdad en el mundo e incluso entre las propias regiones de España que ya disputan abiertamente entre sí por conseguir un mayor bienestar de los suyos incluso a costa del resto del propio país.

Se vislumbra un mundo muy competitivo en lo económico. Habrá que ver quién atrae esa innovación y esas empresas que son las que generan empleo. A nivel nacional eso generara tensiones políticas y económicas muy fuertes porque en el fondo dibuja un mundo que da vértigo. Habrá regiones que se quedarán fuera del crecimiento.

¿Responde la educación que se imparte en España a las necesidades que nos exige el futuro?

No. Hay miles de puestos de trabajo en la Unión Europea que no se ocupan porque no damos la formación adecuada. Las empresas no encuentran el talento que demandan aparte del problema con los idiomas que tenemos en España. Sufrimos además carencia de habilidades y conocimientos digitales.

¿Cómo deberá ser esa nueva educación que nos sitúe en condiciones de competir en la sociedad global?

Ha colapsado el valor de la transmisión de información. Ahora se valora más el análisis, la comprensión y la toma de decisiones que la información abundante. Si concebimos la formación como un mero proceso de transmisión de información nos equivocamos.

¿Cómo ha cambiado la caducidad de los conocimientos?

Antes los conocimientos te servían durante 20 ó 30 años aunque se actualizasen en el entorno profesional. Ahora quedan obsoletos a los cinco años lo que obliga a apostar por una formación más centrada en habilidades y capacidades que en la memorización. Esa formación tiene que ser un ejercicio continuo a lo largo de la vida.

¿Qué demanda la sociedad de hoy?

La sociedad ya no demanda trabajos rutinarios de fácil automatización. Requiere habilidades digitales y sociales. Hay que aprender a dirigir equipos, a interactuar con otros y a gestionar las emociones de los demás. La empatía se puede aprender.

Nos dicen que la economía va muy bien, pero la mayoría de los ciudadanos no solo no lo nota sino que está asustada.

Gracias a los robots, ordenadores y algoritmos se ha mantenido la productividad sin emplear a más gente. Hay una colisión entre lo que muchos humanos venían haciendo en el mercado laboral y lo que pueden hacer los robots. Eso produce una presión a la baja muy fuerte en los salarios y en última instancia genera desempleo.

¿Cómo se deberá distribuir la riqueza en esas condiciones tan despiadadamente competitivas con zonas súperdesarrolladas y otras muy empobrecidas?

Es necesario crear un nuevo contrato social. Serán necesarias nuevas medidas impositivas y un recalibrado de la presión fiscal hacia el capital. En paralelo a la precarización de los trabajadores se ha producido un aumento de la presión fiscal sobre las rentas del trabajo y esto es una contradicción.

Supongo que entre las medidas redistributivas del futuro estará la renta básica.

Iremos a un estado del bienestar con rentas básicas universales o condicionadas.

Finlandia ya ha experimentado sin éxito la renta básica.

Sí, durante un año. Esa renta se dio a los desempleados crónicos para ver si mejoraban sus posibilidades de empleabilidad. No sé si ese debe ser el objetivo principal.

¿Cuál debería ser?

El problema que tenemos es de colapso de confianza social y una voluntad de fractura del sistema. El experimento finlandés no mejoró la empleabilidad de esa gente pero ganó en términos de confianza social.

¿En que está fallando la administración pública en España en su función de vertebrar la sociedad?

Necesitamos una política económica amplia y holística capaz de posicionar a las empresas en la transformación tecnológica y en el crecimiento de la productividad. Esas carencias alimentan la fractura política en España que se manifiesta en el auge de los populismos y en el problema catalán. Hace falta una estrategia clara de transformación tecnológica nacional para impulsar la reforma del sistema educativo y de la universidad. Hay que apoyar la innovación y el emprendimiento y tenemos que desarrollar un ecosistema que favorezca la transferencia tecnológica.

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