Los pasajeros borrachos, violentos o con actitudes y comportamientos inapropiados causan cada semana una media de tres altercados en vuelos con destino u origen en Canarias. Los ocho aeropuertos de la Comunidad Autónoma notificaron a lo largo de 2018 a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) un total de 138 incidentes por culpa de viajeros conflictivos. Se trata del mayor número de casos registrados en un año en el Archipiélago. Siguiendo así la preocupante tendencia que sufre la red aeroportuaria nacional, donde los disturbios provocados por pasajeros bebidos, alterados o incluso racistas son cada vez más frecuentes, también en las Islas hay hoy más posibilidades de que el despegue se demore por un violento compañero de fila que, por ejemplo, actúa bajo los efectos de las drogas. En definitiva, los retrasos, los desvíos y, aun peor, las amenazas a la seguridad de los vuelos por el comportamiento de este tipo de persona son más habituales de lo que podría parecer en los aeropuertos de la región.

"El comportamiento disruptivo, inadecuado o conflictivo de los pasajeros puede provocar el desvío de una aeronave, un comportamiento que durante el vuelo puede afectar a la seguridad", explicaron ayer desde la AESA. Según los datos suministrados a este diario por el organismo dependiente de la Dirección General de Aviación Civil, y en última instancia del Ministerio de Fomento, los aeropuertos canarios notificaron en 2016 un total de 118 casos. Un año después, en 2017, el número de sucesos se redujo sensiblemente, hasta solo 86, y ello aun cuando en todo el país se registraron tres incidentes más (549) que en 2016 (546). Sin embargo, la cifra creció notablemente el año pasado. En cifras nacionales se contabilizaron 862 disturbios, 313 más que en 2017 (un incremento de un 57%), de los cuales hasta 138 ocurrieron en vuelos con origen o destino en alguna de las islas. Es decir, en los aeropuertos del Archipiélago pasaron de 86 a 138, un aumento de un 60,5%, superior, por tanto, al experimentado en toda la red estatal. Casi 140 casos en los que pasajeros o grupos de pasajeros violentos, drogados o borrachos (son mayoría estos últimos) no solo trajeron de cabeza a la tripulación, sino que incluso causaron problemas mayores. Entran ahí los retrasos en el despegue hasta que se consigue desalojar del avión a los viajeros conflictivos (para lo que muchas veces hace falta que intervengan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado), los aterrizajes que se abortan porque un pasajero no quiere sentarse y amenaza e incluso golpea a los tripulantes y a otros pasajeros o los sucesos de cualquier otro tipo en los que se pone en riesgo la seguridad del vuelo.

De los 138 expedientes abiertos en la Comunidad Autónoma, 85 se notificaron a la AESA desde los aeropuertos de la provincia de Las Palmas, esto es, los de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura.

Los restantes 53 casos tuvieron lugar en los cinco aeropuertos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, mayoritariamente en los dos de la isla del Teide, los de Los Rodeos y Reina Sofía-Tenerife Sur. Hay que tener en cuenta que las cifras no incluyen sucesos que no ponen en riesgo la seguridad. "Las malas contestaciones, las quejas sin razón o las peticiones absurdas son el pan nuestro de cada día; si estas se incluyeran, el número se multiplicaría por seis o por siete", explica un piloto que trabaja en una de las aerolíneas que más vuelos operan entre Canarias y la Península.

Los datos de la AESA revelan que son británicos y españoles los causantes de la mayor parte de los altercados en vuelos en las Islas. Tienen el dudoso honor de haber protagonizado 97 de los 138 sucesos investigados, 48 los británicos y 49 los nacionales. Los alemanes, con 11, son los terceros en el particular ranking.