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Entrevista | David Bloom

"La vejez demográfica frena la economía"

"La Seguridad Social no dará el apoyo que necesitan los mayores", señala el catedrático de Economía y Demografía en Harvard

David Bloom tras la entrevista. ALEJANDRO AMADOR.

El envejecimiento demográfico lastra el crecimiento económico de una sociedad que se aferra a retrasar la edad de la jubilación a pesar del espectacular aumento de la esperanza de vida, advierte David Bloom (Nueva York, 1955), catedrático de Economía y Demografía en la escuela de Salud Pública de Harvard, en esta entrevista con Epipress con motivo del primer Nobel Prize Dialogue celebrado en la Fundación Ramón Areces, donde expuso sus recetas para afrontar los retos de los países con baja natalidad, como España. Bloom recomienda llevar una vida saludable a la vez que deposita su esperanza en la sanidad digital. "La vejez es siempre diez años más de los que tengo", bromea este profesor que no se acuesta nunca sin haber respondido antes todos los correos electrónicos que recibe.

Usted estudia la economía del envejecimiento.

Como economista y demógrafo, gran parte del trabajo que he realizado se ha centrado en estudiar el vínculo entre el crecimiento demográfico y el desarrollo económico.

¿Y qué ha descubierto?

Que hay que tener muy en cuenta la edad de la población, no solo si esa población crece rápidamente sino también las edades de los grupos porque tienen distintos patrones de consumo, ahorro e ingresos.

Fue entonces cuando lanzó la idea del dividendo demográfico.

Exacto. El dividendo demográfico viene a decirnos que la economía crece cuando gran parte de la población está en los mejores años de edad activa y ahorro. Tener una gran población en edad activa supuso un rápido crecimiento en el sudeste asiático y es lo que llamamos el milagro del sudeste asiático.

Pero, ¿qué sucede a medida que pasa el tiempo y ese gran grupo abandona el mercado laboral porque se jubila?

Eso fue precisamente lo que me llevó a estudiar el efecto del envejecimiento en el desarrollo económico.

Dígame.

En un mundo normal, el envejecimiento demográfico supone una contracción económica porque tenemos escasez de trabajadores, se generan menos ingresos, se ahorra menos y la consecuencia es que los motores del crecimiento económico dan marcha atrás con una población envejecida.

¿Qué se puede hacer para solucionar la contracción económica, fruto del envejecimiento?

Más que luchar contra el envejecimiento demográfico, que no deja de ser un fenómeno irreversible, tenemos que adaptarnos a él. Antes trabajábamos casi hasta que nos moríamos pero ahora disfrutamos de 15 y hasta 20 años de jubilación.

¿Cómo encargarnos de nosotros mismos en la edad adulta?

Tradicionalmente la gente recurría a la ayuda de sus hijos pero ahora tenemos menos hijos y estos se van a otros sitios a vivir. Incluso dando apoyo económico a los padres no pueden ofrecer asistencia o compañía.

Nos queda un Seguridad Social tambaleante.

Los servicios de la Seguridad Social son muy vulnerables a los cambios demográficos porque los trabajadores de hoy tienen que pagar por los jubilados, un grupo que está creciendo. Es poco probable que estos sistemas vayan a poder cumplir sus promesas. Cabe esperar que la Seguridad Social nos ayude hasta cierto punto pero no necesariamente tanto como necesitamos.

Quizá tengamos que trabajar más años.

La mayoría de la gente prefiere trabajar más tiempo pero los sistemas de pensiones públicos y privados de todo el mundo desincentivan el trabajo a edades avanzadas. Son sistemas injustos por defecto. Para que fueran justos tendríamos que pagar impuestos más altos.

¿Qué propone usted?

Ahorrar más en los años activos para financiar nuestra vida de jubilado. Cuando uno sabe que va a vivir muchos años tiende a ahorrar más. Lo que yo propongo es trabajar más tiempo, ahorrar más, recurrir a la Seguridad Social y si podemos, hasta a nuestros hijos.

¿Es posible convertir la tercera edad en la mejor etapa de la vida?

Hay que partir de que muchos sufren ya un deterioro físico y cognitivo. Lo que tenemos que hacer es pensar cómo podemos minimizar ese deterioro y esto tiene mucho que ver con la alimentación, la actividad física y evitar vicios como el tabaco o un consumo inadecuado de alcohol. Hay que apostar también por las vacunas que eviten enfermedades en personas mayores como la gripe, la neumonía o la culebrilla. Tenemos que detectar precozmente las enfermedades y tratarlas bien. De esta forma conseguiremos un envejecimiento más duradero, saludable, productivo y satisfactorio.

Hábleme por favor de la salud digital.

La salud digital es importantísima para la detección precoz de enfermedades. Los sistemas inteligentes permiten conectarte a un ordenador, hacer una consulta y en unas horas recibes la respuesta de un médico. No solo tienes esa respuesta sino que otros médicos leen tu pregunta y la respuesta y dan sus opiniones. Así se logra un asesoramiento médico rápido y cómodo. Normalmente siempre se hacen las mismas preguntas así que las respuestas están en un archivo y suelen ser inmediatas.

¿Cómo será la convivencia de un mundo occidental envejecido con la juventud de los países subdesarrollados?

Lo normal sería pensar que los países ricos con una población envejecida necesitan mano de obra mientras que los menos desarrollados con grandes poblaciones jóvenes necesitan trabajo. Sería cabal pensar en movimientos migratorios de los países jóvenes a los ricos como solución al problema del envejecimiento. Lo que ocurre es que si ponemos toda la población de Europa y toda la de África y la mezclamos tendremos una población ni demasiado vieja ni demasiado joven. Pero para lograr esa mezcla homogénea habría que multiplicar por diez la actual tasa de inmigrantes documentados e indocumentados de África y durante 25 años. La migración internacional parece pues una solución poco probable para abordar los desafíos del envejecimiento porque además genera muchas tensiones.

¿Cuál es entonces la solución?

Adaptarnos a los retos de la población envejecida sin esperar que la migración solucione nuestros problemas porque lo que suele pasar con esos movimientos migratorios es que en vez de trabajadores nos llegan ciudadanos a los que tenemos que atender.

El problema de la baja natalidad en España se está convirtiendo en un asunto de Estado.

Sé que la tasa de desempleo es muy alta en España y hasta cierto punto eso se refleja en la baja natalidad porque faltan oportunidades económicas. Supongo que la tasa de paro se moderará con el tiempo y eso repercutirá en un repunte de la fertilidad. No creo que la población española vaya a evaporarse. Son ciclos, un juego entre la economía y la fertilidad. No seguirá así para siempre.

Japón y España con tan baja natalidad lideran sin embargo los índices de longevidad, ¿qué hemos sido capaces de hacer bien?

Es una combinación de varias cosas: dieta, estilo de vida, no beber demasiado alcohol, dejar el tabaco, las vacunas y que los dos países tienen unos excelentes sistemas sanitarios.

¿Es usted partidario de las residencias para ancianos o incluso de barrios o ciudades específicas para ellos?

Hay que centrarse en lo que quieren estas personas y la mayoría prefiere quedarse en su comunidad, permanecer con los jóvenes porque les da la oportunidad de aportar y eso les satisface. Hay que diseñar viviendas y zonas urbanas aptas para las personas mayores.

¿Qué pasa con los que no pueden valerse por sí mismos?

Cuando la gente no puede cuidarse por sí misma y es una carga para la familia, hay que buscar soluciones. En los países ricos ha surgido un sector que crece rápidamente para dar esas atenciones. En los países pobres esa industria no existe y habría que montarla. La necesidad de esas residencias de cuidados prolongados representa una oportunidad económica muy interesante para los emprendedores.

Va a ser, en definitiva, muy caro mantener una población tan envejecida. ¿Es partidario usted de subir los impuestos para lograr una mayor recaudación o de bajarlos para que se produzca más riqueza y al final también mayores ingresos estatales?

Lo que yo propongo es que las personas mayores tengan más oportunidades de contribuir. La esperanza de vida ha aumentado 25 años. La edad de jubilación sigue siendo más o menos la misma. Necesitamos edades de jubilación más en consonancia con la esperanza de vida para que los mayores puedan contribuir más y así se absorbería parte de la carga económica del envejecimiento. El problema está en las instituciones porque son poco propensas a subir la edad de jubilación.

No parece tener mucho sentido que un albañil y un escritor se jubilen con la misma edad.

La mayor esperanza de vida la disfrutan personas de mayor formación y de mayores ingresos. Al aumentar la edad de jubilación damos la oportunidad a esos trabajadores no cualificados de ganar más.

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