En el coloquio posterior a la conferencia del catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, Antón Costas, surgió la necesidad de devolver todo su vigor a los lazos que se establecen entre las empresas y las sociedades en las que operan. Algo que se torna "esencial", según el también miembro de la Comisión de Ética, Valores y Buen Gobierno de la Asociación Española de Directivos (AED).

"No hay opción", afirmó el CEO de Canaragua, Juan José González, para quien no ser capaz de introducir "variables más allá del plano económico" supone la ausencia de "garantías de continuar". Es más, incluso aun consiguiendo contar con una "buena gestión", de poco sirve si no existe la capacidad "de trasladarla" a la sociedad.

"Un bonito reto", en palabras de Andrés Domínguez, consejero delegado de Grupo HD, quien relató la decisión que se tomó en su empresa de constituir una fundación como vehículo para implementar todas las prácticas necesarias para resolver cuestiones a las que antes eran ajenos los negocios. No obstante, Domínguez reconoció que todavía "queda mucho por hacer" para alcanzar una situación ideal.

Al respecto, Antón Costas incidió en la necesidad de aplicar principios muy sencillos: "¿A ti te gustaría que te hicieran esto? Pues no se lo hagas a tus empleados", expuso. A ello añadió que las empresas "no han tratado bien a las sociedades locales" en las que operan. De ahí esa necesidad de reconstruir los puentes y la confianza.

David Cova, miembro del Consejo de la AED en Canarias, ejerció como moderador e introdujo el factor resultado como posible determinante de la atención que puede prestarse a esas cuestiones en principio ajenas a la marcha de la empresa.

"Los dilemas son complejos, sobre todo si el mercado no acompaña", señaló. ¿En qué medida los negocios pueden resistir sin apartarse de sus objetivos sociales cuando las ventas se desploman? Cova lo expuso claramente: "Cuando las cosas van mal, hay que tomar decisiones", reconoció.

El dilema en ese caso plantea si determinar despidos aparta de la senda que se recorre en busca de esa mejora de las relaciones con la sociedad. En opinión, de José Juan González la clave reside en la definición del propósito. Si se ha logrado concretar ese objetivo a largo plazo y en un momento dado es necesaria una reestructuración de la plantilla, "siempre que esta se haga con criterios claros como la meritocracia" y nunca esté en discusión el seguir adelante, no se conculcarán los principios éticos.

También apareció en el debate la visión que tienen las nuevas generaciones de la labor de las empresas y su propio papel dentro de ellas. González aludió al informe de Deloitte que entre sus conclusiones incluye que "mejorar la sociedad" es la mejor expectativa que tienen los millenials al enfrentarse al mundo laboral.

Por extensión, señaló que con el paso de los años ese grupo de población será el que tenga la capacidad de invertir. Dejando claro que su objetivo es generar una sociedad mejor, también lo están sus preferencias a la hora de colocar su dinero. "Si no te preparas, no apostarán por ti", señaló el CEO de Canaragua.

En el turno de preguntas abierto a los asistentes, Antón Costas afirmó que si no se reducen las desigualdades "y se reparte mejor" estamos en un escenario de "barbarie", en alusión al contexto que propició el ascenso del fascismo y el totalitarismo en los años 20 y 30 del siglo pasado.

El catedrático reseñó el papel que pueden jugar en ello las administraciones y expuso el caso del nuevo Gobierno de Australia, "con una mujer al frente", que ha decidido presentar sus presupuestos anuales en términos de impacto sobre la sociedad.