¿Cuál fue en el inicio el objetivo de Adventia Pharma?

Investigar y crear productos propios de nutrición clínica. Pensamos que en un año podríamos tener algo, pero lo cierto es que nos llevó dos años y medio o tres poder tener las primeras formulaciones industrializables.

¿Qué vende Adventia Pharma?

Nuestro core business es la nutrición clínica, vendemos formulaciones de nutrición enteral.

¿Dónde está la clave para superar a la competencia y situarse en el mercado?

Al llegar nos encontramos un mercado muy estático.

¿Carente de investigación?

Las empresas que ya estaban situadas vendían sus propias fórmulas, muy parecidas unas a otras. Nos decían que todo estaba inventado y había poco margen para la innovación. Eso lo detectamos como una oportunidad, nos permitía irrumpir como una empresa innovadora, no solo creando una formulación, sino tratando de identificar y solucionar problemas.

¿Un ejemplo?

Un sistema para suministrar la nutrición enteral que llevaba aparejada la creación de dispositivos médicos y de una plataforma digital para poder compartir experiencias, diagnósticos e información útil de todo tipo. Abordamos el mercado desde todos los puntos de vista para cambiar el concepto, no queríamos ser una empres a que tuviera la única idea de vender.

¿Cuántos socios había en el momento de la fundación de esta empresa?

Tres. Teníamos la desventaja de ser absolutos desconocedores de la nutrición clínica. De ahí el atrevimiento de intentar hacer cosas nuevas para competir con grandes multinacionales.

¿De dónde venían?

De la construcción.

¿Adventia Pharma es hija de la crisis?

Efectivamente. Teníamos prácticamente 40 años y la crisis arrasó todo. De repente se acabó el crédito, cayeron algunas de las empresas más grandes de país y nos vimos forzados a reinventarnos, a buscar nuevos caminos.

¿Qué factores tuvieron peso al elegir esa nueva senda?

Sobre todo que la actividad se desarrollara en un mercado más deslocalizado. En la construcción, nos movíamos en el Archipiélago sin tener la oportunidad de dar un salto, por eso quisimos crear una empresa capaz de generar productos con repercusión fuera de Canarias.

Eso es fácilmente entendible en la teoría, ¿pero cómo surge esa idea de viajar desde la construcción hasta aquí?

Iba a los bancos y me decían claramente que para la construcción, por bueno que fuera el proyecto, todo estaba vetado desde la central. Teníamos gente alrededor, como visitadores médicos, a través de la que nos dimos cuenta de que en el sector farmacéutico no es que te dieran una gran financiación pero los bancos sí estaban dispuestos a escucharte. Luego detectamos que la nutrición clínica era el campo en el que podíamos crear productos propios, porque era imposible hacerlo con medicamentos sin un gran respaldo; cosa que ahora sí podemos abordar en breve. Era una puerta de entrada en la que únicamente dependíamos de nuestra habilidad. Algunos bancos se mostraron interesados por la idea. Es un sector al que no pueden afectarle las crisis de manera tan drástica.

¿Dónde está presente hoy Adventia Pharma?

Hasta ahora distribuimos en el mercado nacional, hemos dado un paso hacia Portugal y estamos introduciéndonos también en México y Panamá, en este último caso a través de distribuidores. Nuestros productos tienen que pasar, lógicamente, unos filtros sanitarios muy fuertes. Puede llevarte dos años entrar. Cada vez nos contactan más empresas de todo el mundo interesadas en distribuir los productos.

¿Se consideran pura investigación, desarrollo e innovación?

Es nuestra seña de identidad. Las empresas más grandes no han de investigar como lo hacemos nosotros. Cuando tienen una necesidad, pueden contratar a quien les aporte la solución. Para poder conquistar un nicho de mercado, nosotros tuvimos que hacer cosas diferentes.

¿Es posible entonces la investigación y desarrollo aquí?

Toda la parte creativa de la empresa se aborda en Canarias. Para crear e innovar solo hace falta perder el tiempo en pensar, y eso puede hacerse perfectamente aquí. Silicon Valley es un buen ejemplo. Lo que hacen allí es para venderlo a todo el mundo y eso mismo es lo que hacemos nosotros. Cuando presentamos alguno de nuestros productos a los médicos, en muchas ocasiones nos preguntan cómo no se le ha ocurrido a nadie antes. Claro, nosotros perdemos mucho tiempo analizando los problemas y dándoles una solución. A veces tener mucho dinero es tu propio enemigo. Si creces, salen los números, el mercado funciona y tienes un modelo de negocio rentable, no te interesa cambiarlo.

¿Y no llegará el momento en que eso mismo también les ocurra a ustedes?

Es que lo que nos llama la atención es detectar problemas y aportar soluciones. Hemos sido valientes, porque ponerte a desarrollar un dispositivo médico, por ejemplo, no es fácil. Es cierto que todo cuesta dinero y necesitas contratar a profesionales e ingenieros que desarrollen tu idea, por lo que tienes que ir incorporando ese equipo hasta convertir en realidad el proyecto. Es una gran satisfacción ver que esas ideas funcionan.

¿Qué ideas tenían al inicio?

Buscábamos pequeñas innovaciones que podían no parecer importantes, pero que tenían una incidencia directa. Al llegar al mercado, un paciente tenía que consumir tres o cuatro cajas de entre 24 y 36 envases durante meses. Cinco o seis veces al día era el mismo sabor. Tan sencillo como introducir tres sabores y evitar que el tratamiento fuera una tortura. Lo conseguimos y nos adelantamos incluso a la legislación; conseguimos que se cambiara un real decreto que desconocíamos y al parecer impedía eso. Después pasamos a los aromas, que permiten regular la intensidad, lo que evita el sabor metálico a los pacientes oncológicos. Y de ahí, a la nutrición personalizada, que permite al médico adecuar el tratamiento y al paciente interactuar con el sabor.

¿Se les fuga el talento?

Tratamos de hacer un gran equipo en el que todos estén contentos. Todos participan y se sienten protagonistas del proyecto, con lo que conseguimos que se queden a pesar de recibir ofertas. Por chequera no podemos competir con las grandes multinacionales, pero tenemos otros valores.

¿Y atraen talento?

Pues ha habido quien ha dejado alguna multinacional para venir a trabajar con nosotros.

¿Cuánto facturan?

Vamos a cerrar en torno a los diez millones de euros este año. Ganar dinero es importante, pero el objetivo que perseguimos es poner en marcha nuestro concepto de nutrición clínica.

¿Qué tienen ahora mismo entre manos?

Un proyecto que queremos lanzar a finales de 2020. Se trata de una nutrición de precisión, que se consigue a través de dispositivos diseñados por nosotros mismos y una plataforma digital basada en el big data. Nuevas formulaciones, nuevos dispositivos y el apoyo de la digitalización conforman un nuevo modelo de negocio. Desde Canarias abrirnos al mundo y enseñarle que hay una fórmula mucho más precisa para tratar la nutrición clínica.