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Guerra por la herencia de Karpavicius, inversor lituano afincado en Tenerife

El fallecimiento del empresario, distribuidor de los productos lácteos Malkomilk, desencadena un pleito para obtener el control de más de 110 millones de euros

Audrone y Raimondas se casaron en 1978 en la localidad de Klaipeda y tuvieron un hijo (Rokas). lp/dlp

El multimillonario lituano Raimundas Karpavicius fue una prometedora promesa de fútbol, un joven preso por evasión fiscal, un incipiente industrial maderero, un consolidado empresario naviero dedicado a la exportación de acero, el dueño de una multinacional láctea y patrocinador del CD Tenerife. Murió el 9 de agosto a los 63 años a los pocos meses de detectársele un tumor cerebral. Los 110 millones de euros que deja en herencia en propiedades, activos financieros y fondos uno de los hombres más ricos de Lituania ha abierto una desgarradora pelea familiar. Karpavicius, que durante sus últimos años residía buena parte del año en una lujosa residencia del sur de Tenerife, buscaba alianzas en Canarias con José Sánchez Peñate (JSP) y Francisco Martel (Quesos Flor Valsequillo) para consolidar un nodo de distribución de alimentación desde las Islas a África.

El CD Tenerife lució en varios partidos de la temporada 2017-2018 la publicidad de Markomilk, una marca dedicada a la elaboración de productos lácteos que se introdujo en Canarias de la mano de Raimondas Karpavicius. Exfutbolista de elite en Lituania, Karpavicius acabó en la cárcel por una malversación de fondos a gran escala. Eso ocurrió cuando tenía 25 años, cuando aún no era el inversor de éxito ahora genera una lucha por el control de una herencia que está cuantificada en unos 110 millones de euros. Ayer, la portada del Lietuvos Rytas, el periódico de mayor difusión de Lituania, destacaba el laberinto judicial que está por venir a raíz del testamento firmado el 5 de marzo de 2019, que ha abierto una guerra entre los familiares y amigos que lo acompañaron durante la mayor parte de su vida.

Raimondas Karpavicius fue un hijo de la Perestroika, un buscavidas al que la historia ubicó en el epicentro del proceso de desintegración de la URSS. Criado en una familia sin recursos, su formación escolar transcurrió en una escuela de tecnificación que captaba menores con talento deportivo. Karpavicius era bueno en el fútbol.

De futbolista a preso

Antes de que cumpliera los 18 años ya había dado señales inequívocas de su potencial como futbolista, pero no fue hasta 1975 cuando se incorporó al Atlantas -club de Klaipeda que en la actualidad juega en la A Lyga y que ha conquistado cuatro ligas lituanas y dos copas-, justo un año antes de conocer a Audrone, la que sería su mujer. Veinticuatro meses de noviazgo fueron suficientes para certificar su matrimonio tanto en el registro civil como en la iglesia: Raimondas era un hombre de fe y con unos valores cristianos profundos. Su carrera futbolística se interrumpió tras descubrírsele una anomalía en su corazón. Sin apenas dinero, recién casado y con un hijo pequeño (Rokas), el inicio el partido más difícil: ganarse la vida.

En la Unión Soviética de las nuevas oportunidades, el libertinaje y la decadencia de un modelo social oxidado, Raimondas Karpavicius se juntó con la gente equivocada. Ganó dinero y prosperó hasta que la justicia decidió actuar. Su vinculación con una red de blanqueo de capital le costó un arresto, una condena de 11 años y un ingreso en prisión que propició un giro de 180 grados en su vida. Su mujer y su hijo lo visitaban en la cárcel semanalmente: Rokas era un niño cuando se enfrentó a esa situación. En todas las visitas a prisión le llevaba a su padre su fruta favorita: plátanos. Al final la condena se vio reducida a cinco años y cinco meses, un escarmiento que obligó a resetear las vidas de Raimondas y Audrone. Una de las medidas que tomaron, por ejemplo, fue poner fin a su matrimonio desde una perspectiva legal, pero no física. Esta estrategia solo perseguía una finalidad jurídica ante la posibilidad de que su todavía limitado patrimonio se pudiera perder en un juzgado.

Audrone, Raimondas y Rokas se instalaron en un modesto piso de dos habitaciones ubicado cerca del puerto de Klaipeda. Allí los dos primeros proyectaron las bases de su primer gran negocio.

Sus inicios

Las dificultades económicas para remontar sus vidas después de la cárcel fueron grandes, pero la pareja consiguió los medios para alquilar un aserradero. Audrone dejó su trabajo para arrimar el hombro en una apuesta orientada a la ejecución de obras a media escala: fabricación de puertas y ventanas y colocación y reparación de suelos. En ese periodo abrieron distintas vías de mercado en Turquía y la antigua Yugoslavia, pero el gran pelotazo lo encontraron en Novosibirsk (Rusia). Los ingresos fueron subiendo conforme se cerraban los envíos de cargamentos de madera a Dinamarca.

Empresarios rusos que operaban desde los muelles de Klaipeda se sintieron atraídos por los movimientos comerciales de Raimondas y no tardaron en contactar con él. No solo lo invitaron a Rusia, sino que le permitieron entrar a formar parte de otras actividades más rentables. Así fue cómo Karpavicius se coló en el sector del acero.

El empresario lituano comenzó a viajar con frecuencia a Magnitogorsk, ciudad rusa que tiene un enorme potencial en la industria siderúrgica, y la alianza con los rusos se consolida. En una década logra una posición de privilegio en las ventas de madera y acero. La consolidación en 1993 de UAB Karpis (estibadores) aumenta sus beneficios económicos y decide ampliar sus miras. Su diversificación de actividades es creciente -algunos de los rusos que están a su lado figuran en la lista Forbes de las personalidades más ricas del mundo- y el tránsito al sector lácteo es inevitable.

Uno de sus socios, Arnas Grinevicius se convierte en la mano derecha de Raimondas Karpavicius. Está al tanto de todos sus movimientos empresariales y acaba siendo el jefe de exportaciones de sus productos lácteos cuando su superior se asegura el control de más del 85% de la producción de la leche de Lituania. Su capacidad para "devorar" empresas en problemas es insaciable y esos son los orígenes de MPK (Marijampoles Pieno Konservai), una marca que crece dentro y fuera de Lituania: se multiplican los envíos a China,_Rusia, Japón, Tailandia... y Canarias, que también está en su lista de clientes: MPK acapara las importaciones de leche condensada del sector hotelero y pastelero. Igualmente, su variante en polvo y la mantequilla se convierten en sus productos estrellas en las Islas.

Inversiones en Canarias

Mucho antes de que Raimondas Karpavicius pida referencias para entrar en la Zona Especial Canaria (ZEC), los contactos con empresarios insulares como José Sánchez Rodríguez (JSP) y Francisco Martel (Quesos Flor Valsequillo) son constantes. Markomilk se convierte en su buque insignia, pero el lituano quiere más.

A pesar de que los intercambios financieros con Canarias estaban consolidados en el mercado alimenticio -las ventas a JSP fluían a buen ritmo-,_el nombre de Raimondas Karpavicius aún sonaba a chino en algunos despachos del ejecutivo que ya presidía en solitario Fernando_Clavijo. Pedro Rodríguez Zaragoza, por aquel entonces consejero de Acción Exterior, formó parte de una expedición a Lituania en la que estuvieron Abel Morales, viceconsejero del Sector Primario; Ildefonso Socorro, en 2017 al frente de la viceconsejería de Economía y Asuntos Económicos con la Unión Europea; Carmen Rubio, vicerrectora de Internacionalización de la ULL, o Isidoro Sánchez García, administrador de la Sociedad Canaria Americana de Inversores (Socain S.A.), entre otros. Durante cuatro días, el actual director general del CD Tenerife visitó varias infraestructuras de MPK, una marca que controlaba más del 85% de la producción de leche en Lituania. "Fuimos a verificar lo que nos había dicho en uno de los primeros contactos y nos quedamos asombrados por la magnitud, la limpieza y la rentabilidad de las instalaciones", enumera Rodríguez Zaragoza respecto a lo que transmitían las fábricas del que más tarde se convirtió en uno de los patrocinadores del conjunto blanquiazul (Markomilk). Karpavicius no solo convenció a sus invitados canarios con lo que estos vieron en las cadenas de producción de tres o cuatro plantas lácteas, sino por la presencia en varias reuniones de la alcaldesa de Marijampolé, una pequeña ciudad ubicada a unos 50 kilómetros al suroeste de Kaunas, y del presidente del Parlamento de Lituania. Una tarde, incluso, en una de las reuniones estuvo presente Arvydas Sabonis, exbaloncestista y amigo de_Raimondas.

Su desembarco en España origina un desembolso de cinco millones de euros (inversión y aval de la propiedad que tiene en el sur de Tenerife) e inicialmente solo afecta a la elaboración de lácteos (distintas variantes de leche, mantequilla y postres), aunque en su punto de mira está la creación de una plataforma que favorezca las operaciones entre_Canarias, el resto del territorio español -Raimondas no tenía otros negocios en este país- y África. Rodríguez Zaragoza, por ejemplo, trató de ampliar la alianza comercial con Markomilk para esta temporada, pero Raimondas Karpavicius recibió una mala noticia sanitaria a finales de 2018. Unas pruebas médicas confirmaron que tenía dos tumores cerebrales y ese diagnóstico lo retiró de la primera línea empresarial. Sus perspectivas de expansión desde Canarias se paralizaron y el control de las operaciones lo tomaron unas personas que fueron alejando poco a poco al empresario de Audrone Karpaviciene, la mujer de su vida, y de Rokas. Ahora, el control lo tenía Henrik Karpavicius, su hermano mayor.

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