¿Sobrevivirá el comercio a la venta on line
Sin lugar a dudas. No solo va a resistir, es que niego que haya una confrontación; son absolutamente complementarios. Todos somos consumidores muy poliédricos y tanto nos gusta ir a una tienda en la que nos atienden perfectamente como la conveniencia de Amazon.
Pero algunas tiendas sí se quedarán en el camino.
Pues no hay ningún argumento sólido en el que sostener esto que tanto se oye. Estados Unidos es el país en el que hay un mayor crecimiento de Amazon y allí se habla de un retail apocalipsis por el cierre de 10.000 tiendas físicas, pero es que tienen 2,5 millones de establecimientos censados.
¿Algunos negocios sufren más que otros en este nuevo escenario de compras por Internet?
Es posible que la electrónica o la moda, pero mucha de esas compras serán híbridas. La gente irá a la tienda a testar, a probar y luego comprará por donde le parezca más oportuno. Ojo, lo que ya no sirve es vender ropa barata a la hora de poner una tienda, porque eso se puede hacer por Internet. Ahora prima la experiencia. Por ejemplo, en Lululemon hay club de fidelización, se puede hacer running, yoga, tienen estilistas...
¿Se adapta el sector a este nuevo escenario?
Lógicamente, los retailers están cambiando sus tiendas y las hacen más experienciales. Vemos supermercados con nutricionistas y las tiendas de moda preparan mucho más a sus empleados en estilismo. Ahora bien, no vayamos a creernos que se ha producido un trasvase masivo de la clientela. Las ventas on line no creo que supongan hoy más de un 5% del total. Es verdad que está creciendo mucho, pero así está ahora mismo.
¿Los centros comerciales mantendrán su vigencia?
Es imposible generalizar del todo, porque es cierto que en Estados Unidos se están cerrando algunos, los que se abrieron en los cincuenta y sesenta. Estaban tan obsoletos que no había más remedio. Por contra, en Latinoamérica y en Asia se están abriendo muchísimos. Se trata de un formato muy vivo que tiene pleno sentido.
¿Evolucionarán también?
Tengo muchísimas dudas de muchísimas cosas, pero ninguna de que en el futuro se van a parecer más a Walt Disney que a Mercadona. Nadie se va a desplazar por una oferta de leche, lo hará por la experiencia. Tarde o temprano pagaremos por entrar en un centro comercial.
¿Pagar entrada?
El Circo del Sol ya ha anunciado que abre sedes fijas en centros comerciales; en el último centro comercial abierto en Dubái, la tienda ancla, lo que antes era un Zara o un Mercadona, ahora es un patio con dos millones de flores. Cada vez más veremos restaurantes con tres estrellas Michelín en centros comerciales, por ejemplo.
¿También en este ámbito cabe la especialización?
Por supuesto. Habrá centros comerciales para regalos o para la tercera edad. Los metros cuadrados dedicados a la ropa o al papel higiénico irán dando paso a cines, salas de conciertos o teatros. Sabemos que en todo el mundo va por ahí el negocio, pero estamos hablando a muy largo plazo.
¿Y en todo este escenario dónde queda el pequeño comercio? ¿Logrará subsistir?
Como analista es el que más me interesa. Si desaparece el pequeño comercio, estaríamos renunciando a nuestra historia. Todas las ciudades del mundo se han vertebrado en torno a la religión, la guerra y el comercio. Una ciudad sin comercio en el centro es una ciudad sin luces de Navidad, sin alma. Es más, en Estados Unidos lo está pasando peor Macy's que las pequeñas tiendas independientes. Nos estamos alejando tanto de lo que somos, que una parte de nuestro consumo está retornando a lo que fuimos. Lo que más se ha abierto este año en Reino Unido son barberías. El comercio local adaptado al siglo en que vive y que apela a lo humano, está muy cerca del corazón y muy lejos del algoritmo. Quien solo venda barato tiene los días contados.
