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Entrevista | Ramón Hernando de Larramendi

"Ni empresas ni personas hacen todo lo que podrían por la sostenibilidad"

"El proceso de cambio ya se ha iniciado, al menos para hacer lo que es posible hacer; pero queda mucho", afirma

Imagen de archivo de Ramón Hernando de Larramendi. lp/dlp

Aventurero, explorador, investigador... Y empresario.

Exactamente.

Estas son páginas de la sección de Economía, pero es difícil resistirse a la tentación de preguntarle qué se siente estando solo en una remota zona polar.

Debe de ser lo más parecido a estar en otro planeta. Te sientes alejado y desconectado de todo el mundo, en la nada más absoluta. A mí me da paz, una sensación de relajación. Si no fuera así, si me pusiera nervioso, no me dedicaría a esto, obviamente. Pero me gusta esa sensación de desconectar. Es aislamiento, paz y reencuentro con la Naturaleza y con la vida. La esencia de la vida y de la propia existencia.

Viene a Canarias a concienciar en que la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente no están reñidos con el negocio. ¿Está el empresariado un paso por detrás en esto de la concienciación ambiental?

Es un tema largo, y quizá habría que preguntarse por detrás de quién, o quién va delante. ¿Los Gobiernos? En fin...

¿Van por delante los ciudadanos

Mmm..., yo creo que vamos bastante parejos, la verdad. Hay que tener en cuenta que existe una fase de toma de conciencia sobre la necesidad de hacer todo lo que puedas hacer, y luego otra sobre el qué hacer, sobre cómo tomar medidas efectivas. En definitiva, hay cosas que están al alcance del ciudadano y de la empresa, y que son inexcusables, y otras muchas en las que no es tan sencillo. Estamos en un despertar general, hay una concienciación cada vez mayor, sí, pero estamos en la fase de hacer aquello que nos es posible hacer. Y de primeras hagamos al menos eso: todo lo que nos sea posible.

Y ¿está la empresa haciéndolo? Lo inexcusable, digo.

No, por supuesto que no. Ni de broma. Ni la empresa ni ninguno de los otros ámbitos. Pero sí creo que ha habido una toma de conciencia y que las cosas se están empezando a mover. Va a ser lento, pero el proceso de cambio ya se ha iniciado, al menos para eso que decíamos: para hacer lo que es posible hacer. Pero queda mucho camino por delante.

Antes de ser empresario, usted fue, y es, explorador. La Expedición Circumpolar debió de cambiarlo todo, ¿no?

Siempre digo que es, de lejos, la experiencia más importante de mi vida. Sin comparación. Está en otro nivel, en otra escala respecto de todo lo demás que he hecho. No creo ser una persona que haya estado demasiado parada, pero eso fue otra cosa. Fueron tres años en el Ártico, con veintipocos años de edad, en el fin de una era, es decir, antes de que hubiera teléfono satélite, Internet y toda la información y la comunicación que tanto han evolucionado en estos casi 30 años. Pero sí, por la concepción del viaje, por la falta de recursos y de comunicaciones, porque yo era alguien nacido en Madrid que se iba tres años al Ártico, porque viví situaciones de riesgo, situaciones extremas... Sí, fue algo colosal, y claro, me cambió para siempre.

Fue a la vuelta cuando decidió establecer su agencia de viajes, Tierras Polares.

A la vuelta de la Expedición Circumpolar, al cabo de unos años, comencé los dos proyectos en que me he enfocado desde entonces. Tierras Polares, la empresa que dirijo y de la que vivo, y el trineo de viento.

Así que es usted uno de esos afortunados que traslada su pasión al mundo de la empresa.

He seguido mi pasión en todo lo que he hecho. Somos la empresa especializada en viajes polares más importante de España, muy especialmente en Groenlandia, donde paso gran parte del año y donde incluso operamos a nivel internacional. Sí, me considero una persona afortunada por haber conseguido volcar y convertir mi vocación y mi pasión en mi trabajo.

¿Quiénes son exactamente los clientes de Tierras Polares?

Es un viajero, turista... Lo cierto es que la batalla de los términos siempre es un poco confusa, pero me gusta usar la palabra viajero, porque es alguien que busca algo distinto, nuevo, alguien que tiene una inquietud que quizá se sale de lo normal. Son personas que quieren vivir la gran experiencia de descubrir ese otro mundo gigantesco que está ahí mismo, que quieren ver que hay otro planeta dentro de este planeta, algo desconocido, salvaje, colosal.

¿En qué consiste el trineo de viento? ¿Por qué es necesario?

El trineo de viento es ante todo un sistema de exploración limpio, y no hay ningún otro en el mundo. Tratamos de demostrar su utilidad como sistema de exploración limpio también en la investigación científica. La idea final es que la investigación en todo el continente Antártico y en el norte de Groenlandia se lleve a cabo con este sistema, que desde un punto de vista ecológico no tiene comparación con ningún otro y que es mucho más sencillo. Es, en resumen, una base polar móvil y, además, barata y limpia.

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