No hay dos empresas iguales ni tampoco dos familias idénticas. Cuando se unen ambas instituciones en una sola -la empresa familiar-, la complejidad se multiplica, lo que explica la dificultad de encontrar "recetas" que aseguren su éxito. Lo que sí parece clara es la magnitud de los desafíos que afrontan estas sociedades. La empresa familiar debe abordar "dos grandes retos": mejorar su índice de supervivencia y crecer hasta alcanzar "un cierto tamaño", advirtió ayer Lázaro Rodríguez, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad de Granada.

El profesor fue uno de los ponentes invitados del Foro Empresa Familiar, organizado por la Fundación CajaCanarias en colaboración con la Asociación de la Empresa Familiar de Canarias (EFCA). Como apoyo a su intervención, Rodríguez citó algunos de los resultados de un estudio -basado en datos de más de 70.000 entidades- que revela la amplia presencia que este tipo de sociedades tiene en España, donde representan el 89% del tejido empresarial -el 89,5% en el Archipiélago-, pero también que presentan una esperanza de vida más baja que la de otras empresas. Así, apenas el 7,4% de ellas llega hasta la tercera generación.

Garantizar la sucesión es, pues, uno de los objetivos prioritarios para estos negocios, dado que su vida media ronda los 25 años. Menos de la mitad de ellas -un 45,7%- sobrevive a la primera generación, una proporción similar llega a la segunda -44,2%- y un raquítico 2,6% prolonga su actividad hasta la cuarta. Rodríguez -también director de la Cátedra de Empresa Familiar de la universidad andaluza- recomendó "gobernar la empresa y la familia con mecanismos comunes, creando espacios de diálogo". En este sentido, sugirió que la "entrada de aire fresco" -capital y consejeros externos- puede resultar "muy beneficiosa".

La empresa familiar aporta el 57% del producto interior bruto (PIB) del país y crea el 67% del empleo privado, 6,58 millones de puestos de trabajo. Su peso sobre el total del tejido empresarial es, probablemente, todavía más elevado de lo que refleja el estudio, puesto que este se llevó a cabo solo con sociedades mercantiles con menos tres años de vida y que empleaban a un mínimo de diez personas.