Canarias es la Comunidad Autónoma que más redujo el subempleo el último año. Un hito sin precedentes que contrasta con las dificultades para bajar la tasa de paro, el eterno problema del mercado de trabajo en el Archipiélago. Entre 2018 y 2019 lograron escapar del subempleo un total de 23.200 canarios. Son trabajadores que o bien consiguieron que les mejoraran las condiciones laborales o bien encontraron un mejor puesto en otra empresa. En cualquier caso dejaron de ser subempleados para convertirse en trabajadores con un contrato, sueldo y/o tareas acordes con su valía. El empleo precario se redujo así cerca de un 25%, una caída que no tiene parangón con las experimentadas en ninguna de las restantes 16 autonomías. De hecho, la siguiente región en el particular ranking de la lucha contra el subempleo es Andalucía, pero a una considerable distancia de prácticamente diez puntos.

El subempleo es ese empleo "por tiempo no completo, retribuido por debajo del mínimo o que no aprovecha completamente la capacidad del trabajador", según la definición que le dan el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y la Real Academia Española (RAE) en el Diccionario del Español Jurídico. Es sinónimo, por lo tanto, de descontento profesional. Sin embargo, y a diferencia de la tasa de paro, es una variable que suele pasar desapercibida incluso en los tiempos de crisis, cuando el empeoramiento o la recuperación del mercado laboral se miden casi en exclusiva en función de cuántas personas entran o salen del paro. No en vano, el subempleado figura entre la población activa, de ahí que no haya que confundirlo con quien trabaja en la economía sumergida, esto es, en negro o ilegalmente.

Hacia finales de 2012 y principios de 2013, en el auge de la gran crisis económica que había estallado en 2007 con el crac de las hipotecas basura, había en las Islas un total de 743.500 ocupados, de los que 107.800 tenían trabajos con los que no podían llegar a fin de mes. Así que la crisis no solo arrastró a decenas de miles de canarios al paro, sino que, además, arrastró a otros tantos a la precariedad y el descontento laborales, hasta el punto de que casi un 15% de los ocupados (la friolera de 15 de cada cien) quedaron confinados en el subempleo. En 2006, que a la postre sería el último año del largo período de bonanza, burbuja inmobiliaria y crédito a espuertas, solamente 54.200 canarios estaban subempleados, con lo que la cifra se duplicó durante la crisis. En consecuencia, las Islas no solo fueron uno de los territorios del país (y de Europa) en que más subió la tasa de paro, sino que también fueron una de las regiones en que más se dispararon la precariedad y el descontento en el trabajo.

Importante mejora

Desde que el subempleo tocara techo en lo más duro de la recesión, este se ha reducido en todas las comunidades autónomas, aunque no en todas al mismo ritmo. Hasta 2017, Canarias estaba entre las regiones que más problemas tenían para reducir el número de trabajadores infrapagados o infraocupados. Ese año concluyó con 93.600 subempleados en el Archipiélago, de modo que el número apenas se había aminorado en 14.200 personas desde aquellas 107.800 que marcaron el triste récord en el último trimestre de 2012. No obstante, las cosas han cambiado. Tan es así, que las Islas son con mucha diferencia la región en que más trabajadores salieron del subempleo en el último año.

De enero de 2018 a enero del año pasado, que es hasta donde abarcan las estadísticas oficiales, escaparon del subempleo los susodichos 23.200 canarios, a quienes sus empresas les mejoraron el contrato y/o las condiciones laborales o que sencillamente se marcharon a otras empresas. Sea como sea, esos 23.200 ocupados ya trabajan a jornada completa, cobran un salario suficiente para llegar a fin de mes y sus capacidades y habilidades están en sintonía con la tarea que llevan a cabo. Así pues, el subempleo se redujo más en el último año que en los cinco anteriores. Una caída del 24,8% a la que siguen, muy de lejos, las experimentadas en Andalucía, del 15,3%, y la Comunidad Valenciana (12,3%). Pero eso sí, los 70.400 subempleados que hay en las Islas aún son 16.200 más de los que había antes del estallido de la crisis que azotó la economía mundial entre 2008 y 2014. En definitiva, y a pesar de esta última y extraordinaria reducción, Canarias aún no ha conseguido bajar el peso del trabajo precario hasta las cifras de los años de mayor prosperidad.

Antes de la crisis, los subempleados representaban en el Archipiélago un 6,3% del total de ocupados, porcentaje que casi se triplicó en plena recesión, hasta rozar el 15%. Ahora suponen un 7,9% de los trabajadores, incluidos tanto los asalariados como los autónomos, casi un punto y medio menos que en el conjunto del país y una de las tasas más bajas entre las 17 autonomías, aunque todavía 1,6 puntos por encima de los años de bonanza.

Si se pone la lupa sobre esos 70.400 canarios, lo primero que llama la atención es que la mayoría, 45.400, son mujeres. El subempleo tiene así rostro de mujer, en concreto de mujer joven, porque son justamente las féminas y los jóvenes los dos colectivos que más sufren la precariedad laboral, que se caracteriza fundamentalmente por la parcialidad. La mayor parte de estas personas se ven así obligadas a pluriemplearse para reunir un sueldo que les permita pasar el mes, y eso en el mejor de los casos, ya que en el peor tienen una segunda y hasta una tercera ocupación en el limbo de la economía sumergida.