Canarias es una de las comunidades autónomas en las que más ha crecido el indicador de confianza empresarial en el arranque del año, pero no lo ha hecho precisamente porque los gestores de negocios hayan recuperado el optimismo, sino por la comparación con la encuesta anterior y porque sus resultados no han sido tan malos como esperaban. La Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife presentó ayer la edición del informe correspondiente a enero, que revela que la confianza de los empresarios volvió a territorio positivo en este mes (un 0,8% más) después de dos años y -junto a las del País Vasco y Madrid- se situó como la tercera más alta del país tras las que registran Aragón y Extremadura. "El pesimismo se ha atenuado", resumió el presidente de la entidad cameral, Santiago Sesé.

Un examen de las circunstancias que rodeaban la actividad empresarial en octubre, cuando se realizó la anterior encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de su homólogo canario (Istac), permite hacerse una idea de las razones por las que la situación solo podía mejorar desde entonces: caída de Thomas Cook, un brexit todavía incierto y ausencia de gobierno en España. La incertidumbre en torno a estos factores se ha mitigado. Hay "un gobierno con capacidad de legislar" -al que la Cámara pide "prudencia" y "decisiones en política económica que estimulen el crecimiento y no lo obstaculicen"-, buena parte de las plazas perdidas tras la quiebra del turoperador se han recuperado y el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea será con acuerdo.

Final de la campaña navideña

También influye en esta tímida mejora que el estudio haya coincidido con el final de la campaña navideña -que ha sido buena, aunque menos que la del año pasado- y con el inicio de la temporada alta turística -no tan propicia como en pasados ejercicios pero todavía muy importante para los empresarios de las Islas. En este tiempo, sin embargo, "la desaceleración no se ha detenido" y sus consecuencias para el empleo son "cada vez más visibles", afirmó Sesé. Eso explica que, cuando se les pide su opinión sobre el último trimestre de 2019, haya más empresarios que han registrado retrocesos (22,5%) que avances (18%). El saldo de situación -la diferencia entre contestaciones favorables y desfavorables- es negativa (-5 puntos), aunque bastante menos de lo que preveían los encuestados (-11).

Algo similar ocurre con el indicador de expectativas, que mide el ánimo con el que los titulares de los negocios afrontan los tres primeros meses del nuevo año. Las perspectivas se mantienen en negativo, con más respuestas que apuntan a un descenso de los resultados (el 24,6%) que las que prevén mejorarlos (14,3%). La diferencia es amplia (-10 puntos), pero más estrecha que la reflejada en octubre (-11).

Con todo, la conclusión que se extrae del informe es de una cierta mejora. Serán las próximas encuestas las que aclaren si se trata de "un espejismo" o de "un punto de inflexión", advirtió la directora general de la Cámara, aunque la institución se inclina más bien por lo primero.

La caída de la demanda y una combinación entre las trabas administrativas y la incertidumbre del entorno -que el estudio engloba bajo el epígrafe Otras causas- son los principales factores que limitan la actividad de los empresarios, según las respuestas de estos. Para seis de cada diez encuestados, la debilidad de la demanda es el mayor hándicap. Su influencia gana peso por segundo año consecutivo. En cuanto a las dificultades burocráticas y del contexto económico, son alegadas como una limitación por el 30%.

Los retrasos que sufren los expedientes en las administraciones perjudican en especial a la construcción, un sector en el que hace no demasiado se depositaba la mayoría de las esperanzas de creación de empleo y que no termina de despegar. De hecho, los constructores son los empresarios más pesimistas.