El cemento es uno de los materiales imprescindibles en la construcción. La gran mayoría de las edificaciones e infraestructuras en el archipiélago contienen en mayor o menor medida este material. Para fabricarlo es necesario mezclar piedra caliza y arcilla en un horno a altas temperaturas, obteniendo un producto intermedio denominado clínker. Puesto que en Canarias no hay piedra caliza no es posible tener hornos de clinker, así que la planta de Cemento Teide, solo lleva a cabo la fase final del proceso de fabricación de cemento, la molienda. En esta fábrica se mezcla el clinker, que se importa de fuera de las Islas, con yeso y otras adiciones, hasta convertirlo en lo que habitualmente vemos en los sacos en las obras. A pesar de no tener caliza, en Canarias existe un importante recurso natural de origen volcánico que es la puzolana, puede sustituir al clinker en un gran porcentaje. La puzolana canaria está considerada como una de las mejores adiciones para la fabricación de cemento. Sus especiales cualidades de impermeabilidad, resistencia y durabilidad la convierten en un ingrediente clave para las construcciones de las Islas, con características diferenciales respecto a las peninsulares por sus particulares condiciones climatológicas, de humedad y salinidad. Los cementos que se fabrican en la planta de Tenerife, con puzolana canaria, son mucho más sostenibles, ya que suponen un gran ahorro de emisiones globales de CO2. A diferencia del clinker, que se fabrica en un horno, la puzolana se emplea directamente en crudo, ya que el trabajo lo hizo previamente el volcán, de forma natural. Esto significa que por cada tonelada de clinker que se sustituye por una tonelada de puzolana en la elaboración del cemento, se ahorra una cantidad cercana a una tonelada de CO2 en el lugar donde se fabricaría el clinker. Además, teniendo en cuenta que el clinker viene en barco, de Europa y Asia, por lo que con el uso de la puzolana local se está evitando en Canarias cientos de miles de toneladas al año en transporte marítimo de clinker. Las propiedades de la puzolana, tan interesantes desde el punto de vista constructivo y ambiental, son conocidas desde la Antigüedad. Obras con más de 2.000 años, como el Panteón de Roma, fueron elaboradas con este material y aún perduran.