Grupo Lopesan ha comprado al fondo buitre Cerberus la deuda hipotecaria que pesaba sobre el Club de Campo El Cortijo de Gran Canaria SA. El gigante del turismo canario se convierte de esta manera en principal acreedor de este negocio lúdico-deportivo, en proceso concursal desde hace tres años, y toma ventaja de cara a reflotarlo. La operación se cerró en unos 5,8 millones de euros, según estimaciones de fuentes cercanas.

El 25 de marzo se celebra la junta de acreedores que determinará si la empresa sigue adelante o, por el contrario, se insta su liquidación. Eso significaría que las acciones perderían todo su valor. En ese momento, Lopesan quedaría perfectamente situado para reflotar el campo de golf y el resto de las instalaciones -tenis, hípica y pádel- desde la primera línea de una nueva mercantil.

A la vista del informe elaborado este mismo mes por el administrador concursal, Víctor Lubillo, la liquidación aparece en el horizonte como único camino posible. Este documento, remitido el 13 de febrero al Juzgado de lo Mercantil número 1 de Las Palmas de Gran Canaria, es el que sirve al juez para determinar si es posible o no seguir adelante.

La propuesta de convenio elaborado por el consejo de administración de la empresa, presidido por Rocío Muñoz-Rojas, podría tener opciones. No plantea quitas, es decir, se compromete a pagar a los acreedores el total de la deuda, cuestión que plantea solventar en un plazo de tres años. Bastaría con que la mitad de ellos dieran su conformidad.

Ahora bien, Lubillo no se queda en la teoría, sino que pasa por la lógica de los números los planteamientos que le remitió el pasado diciembre el órgano de gobierno de la empresa. "Esta administración concursal no puede evaluar positivamente el convenio a tres años sin quita y el plan de viabilidad presentado por la concursada", concluye.

¿Por qué se manifiesta en estos términos? Los razonamientos son variados, desde la mala gestión, hasta la pérdida de calidad del servicio, pasando por el deterioro de las instalaciones y hasta de las relaciones entre el consejo y el resto de usuarios.

"No se pueden achacar los malos resultados de la concursada en los últimos años a la situación económica actual", destaca el administrador aludiendo a los continuos crecimientos que ha registrado el producto interior bruto (PIB) canario en los pasados ejercicios y al buen comportamiento del sector turístico, con cifras récord de llegadas. ¿Cuál es la causa entonces del rumbo errático? Entre ellas, Víctor Lubillo cita la "no buena relación" entre dirección y usuarios, muy alejada de la deseable "para solventar esta situación económica".

Un claro indicador es la pérdida de socios. "En el ejercicio 2015, [El Cortijo] contaba con 489 socios-accionistas y a finales de 2019, con 320", destaca el informe. La disminución de la masa social, cercana al 35% en ese periodo, es mucho más intensa si se toman los últimos diez años, del 74% y 916 socios menos.

Incremento de la deuda

Incremento de la deuda

La salud de las cuentas es otro de los importantes aspectos que analiza el administrador concursal. La cuesta abajo es pronunciada, con un incremento constante de la deuda, que en 2015 era de 4,65 millones de euros y, solo cuatro años después, de 6,75 millones, un salto del 32%.

"En ningún caso se prevé que esta tendencia tenga posibilidades de cambiar a corto plazo y menos si se sigue con el actual modelo de gestión", determina Lubillo por si quedaban dudas.

Las de Lopesan son las terceras manos por las que pasa la deuda hipotecaria. Se generó con un crédito concedido por CaixaBank en la época en que presidió El Cortijo Agustín Manrique de Lara. Este, ante el declive de la empresa, planteó sucesivas ampliaciones de capital para reflotarla.

En junio de 2016, sin embargo, perdió apoyos y con ello, la mayoría accionarial que lo sustentaba en el cargo. Lo relevó su prima Rocío Muñoz-Rojas, que paralizó esa política de captar nuevos socios y, con ello, detuvo también la pérdida de valor de las acciones. Se la jugó a la remontada, que nunca llegó.

La entidad bancaria decidió vender a Cerberus el pasivo que ahora compra Lopesan.