Las agencias de viajes se han quedado sin clientes. O, para ser más exactos, los únicos que se acercan a las instalaciones -que, para más inri, mañana estarán cerradas por el estado de alarma decretado por el Gobierno de España- lo hacen para cancelar los paquetes turísticos previamente adquiridos. "La situación es dantesca", reconoce el presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (Ceav), Rafael Gallego. No es para menos: las vacaciones del Imserso y los desplazamientos escolares y deportivos se han prohibido, ya no se celebran ferias ni congresos, y las restricciones a la movilidad de varios países están provocando un colapso en el sector turístico.

Desde Globalia Corporate Travel, agencia especializada en viajes de empresas, reconocen que la situación está siendo "una locura" porque "se está cancelando absolutamente todo". El problema es que sólo las reservas con Italia -que el pasado 10 de marzo decretó el aislamiento de todo el país- tienen el reembolso garantizado, mientras que el resto de destinos dependen de las compañías aéreas, de los hoteles y de la tarifa escogida. "El cliente quiere su dinero porque se ha cancelado su congreso o su feria" y para él ya no tiene sentido viajar al citado país, explican.

Sin embargo, muchas agencias no pueden afrontar las devoluciones porque ya han pagado a los proveedores y éstos se niegan al reintegro, explica Gallego. El presidente de la Ceav solicita a las administraciones públicas medidas para o bien dotar de fondos a las agencias o bien obligar a que establecimientos alojativos y aerolíneas accedan al reembolso "porque se trata de una situación excepcional, no es que el cliente no vaya a viajar por un capricho". Si no se aportan soluciones, la única alternativa que les queda a muchos viajeros es recurrir a los seguros de viaje, que también están poniendo algunos problemas para hacerse cargo de los gastos.

"Cancelar y cancelar es todo lo que estamos haciendo", explica José María Cardona, empleado de Viajes La Molina, que reconoce la incertidumbre que atraviesa el sector, que se enfrenta a un contexto totalmente anómalo y de futuro incierto. "La mayor parte de las veces, las tarifas no son reembolsables, así que lo que hacen las compañías es ofrecer un bono para viajar en otras fechas; sin embargo, muchos clientes son profesionales que iban a un evento concreto que se ha cancelado, y para ellos no tiene sentido ir a ese destino más adelante".

Sin ayudas

Cuando los proveedores se enrocan, las agencias tienen que empezar a realizar las reclamaciones pertinentes para intentar que el cliente recupere su dinero. Es el panorama que afrontan para casi todos los trayectos de marzo y abril, que se encuentran cancelados, mientras que la incógnita ahora es comprobar qué pasará en mayo y junio con los desplazamientos deportivos y escolares, todo ello en un contexto cambiante en el que cada día surge una noticia nueva y otra restricción más.

A esta incertidumbre se añade la falta de ayudas que señala la confederación, que se suma a hoteleros y aerolíneas a la hora de criticar las medidas adoptadas por el Gobierno de coalición para paliar los efectos económicos del coronavirus en el turismo. La Ceav se queja de que el Estado no haya considerado "la excepcional situación de las empresas y trabajadores de las agencias" y que, tal y como se ha establecido en otros países, no haya habilitado un fondo extraordinario para sostener a "un sector gravemente perjudicado por esta crisis".

Las agencias reclaman un marco de ayudas que permita afrontar esta situación y evite que se originen consecuencias irreversibles para las empresas y el empleo. Así, advierten que las "insuficientes" medidas adoptadas por el Gobierno de Pedro Sánchez les obligarán a reducir plantillas y estructuras, un extremo que ya se está produciendo pues parte de las casi 70.000 personas que trabajan en el sector ya han sido incluidas en planes de regulación de empleo durante esta semana.

Con todas las reservas paralizadas, el batacazo que experimentarán las agencias será equivalente "a la duración de esta crisis", asume Gallego. Si finalmente se produce el mejor de los escenarios que ha barajado el Ministerio de Sanidad -en el que la pandemia estaría controlada en unos dos meses-, todavía habría margen para salvar la temporada veraniega . Sin embargo, en el caso de que la propagación del virus no se reduzca hasta dentro de al menos cinco meses, según los cálculos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, habrá que dar por perdido también el estío, con lo que esto puede significar para la economía y el empleo en las Islas.