¿Se está abordando de la manera precisa esta crisis?

Hay que tomar con prudencia cualquier juicio que pueda hacerse ahora. Las medidas tomadas hasta la fecha son un poco decepcionantes, tanto en Europa como en España. Los 18.000 millones de euros anunciados, en realidad eran 1.000 millones, porque 14.000 venían de aplazar impuestos. Otros 1.800 para las comunidades autónomas... Los bancos centrales inyectaron dinero en la economía, pero las decisiones de la UE y del Gobierno de España fueron decepcionantes. Hablamos desde el punto de vista económico siempre. En el ámbito sanitario, todos tenemos que estar apoyando, Gobierno, oposición, empresas y trabajadores.

¿Cómo van a sufrir este impacto las empresas?

Veníamos de un proceso de desaceleración y ahora se ha producido una cuestión adicional que ha generado una brutal caída de ingresos. El problema financiero es tremendo, porque los costes no se reducen, sobre todo en una economía orientada a los servicios donde entre los principales costes está el empleo.

¿Cómo se puede abordar?

Hay que crear un salto entre hoy y el mes de junio, que es cuando parece que se puede empezar otra vez a recuperar. Y digo parece, porque otro de los problemas son las dudas, por eso están los mercados como están a pesar de la brutal inyección de liquidez por parte de las entidades financieras y el Banco Central Europeo (BCE), que han hecho lo que tenían que hacer; los mercados sobreactúan muchas veces. El dinero está, pero la sensación de que falta algo, también.

¿Cómo se materializaría ese salto del que habla?

Con flexibilidad y financiación para las empresas. En el caso de las Islas, cuando sea el momento preciso, habrá que añadir una fuerte promoción y recuperación en su momento.

Vayamos con la flexibilidad.

Son fundamentales los expedientes de regulación de empleo temporales y las reducciones de jornada. Pero este proceso ha de ser tremendamente ágil, hay que olvidarse de los cánones normales, esto hay que hacerlo ya; es causa de fuerza mayor. Si el objetivo es la permanencia del empleo más allá de junio, la rapidez es clave. Hay que reestructurar las empresas para evitar sus cierres definitivos, porque en el corto plazo está claro que muchas van a tener que bajar sus persianas como ya ocurre en Madrid.

¿Entiendo que dentro de un proceso garantista?

Sobra decirlo. Insisto en que hay que actuar con rapidez y eso significa hacerlo con todas las garantías, también para los trabajadores. Habrá que arbitrar fórmulas para compensar las partes que no queden cubiertas y mantener así al máximo los ingresos y su capacidad de compra.

¿Y a las empresas?

Como mínimo bonificar la Seguridad Social y habilitar caminos para que obtengan financiación de manera rápida.

¿Se multiplican los problemas si las empresas son pequeñas?

Lógicamente, pero que eso no haga perder la perspectiva de que también son muy grandes los problemas de las de mayor tamaño. Tenemos hoteles en los que tiene un gran peso el capítulo de personal en la estructura de costes, y el objetivo es mantener el empleo y la empresa. Hay que superar este momento y para eso hay que ser muy ágiles. La situación del sector turístico requiere medidas drásticas, porque la caída de la actividad va a ser brutal.

¿Inyectar recursos públicos al sector privado es bueno?

De entrada, deben dejar utilizar el superávit para la asistencia sanitaria y en mayo o junio, cuando veamos que se ha recuperado la situación, hay que realizar una promoción de apoyo al sector turístico muy contundente. La imagen reputacional del Gobierno depende de cómo actúe, cómo funcione la Sanidad, por ejemplo, porque lo que va a quedar después es cómo lo hemos hecho. Cómo gestionamos todo este problema. Y no nos olvidemos de la cuestión personal y social que esto genera, que no es solo economía, preocupa toda esa gente que está en casa y no sabe cómo actuar, se mezclan peligro con más peligro, niños con abuelos... Todo eso hay que terminar de perfilarlo, generar pautas claras, porque también eso redunda en la imagen de responsabilidad que queda cuando todo esto pase.

Desde luego, pero en el plano económico, ¿cómo nos recuperamos de los daños?

Pues tiene que haber gente pensando y hasta ahora no hemos oído grandes medidas, espero que lleguen ya en breve. Por lo demás, me parece correcto que se haya establecido un mando único y evitar que surjan problemas con los recursos porque cada uno tire para un lado diferente. Espero que acierten en las medidas que finalmente se implanten.

Sí se ha adelantado que se va a aplazar el pago del IGIC a las empresas. ¿Una buena iniciativa?

Está bien, vale, pero el IGIC sale del bolsillo de los consumidores. Si no hay consumo, si no hay turistas que llegan a los hoteles... Se imponen las bonificaciones claras en la Seguridad Social, aplazar el IGIC significa que te vas a encontrar el problema dentro de tres meses. No bastan aplazamientos ni generar líneas de crédito, que ya todos los bancos te las van a dar por sí mismos, porque los tipos de interés están por los suelos. O prestan, o pierden dinero. Acabamos de firmar nosotros con entidades financieras. Las vemos para todo el país de hasta 25.000 millones de euros ¿y el Estado saca una de 18.000 millones que son adelantos? Hay que ser más contundentes. Está claro que esto que está ocurriendo puede llevar a la bancarrota a muchas empresas. Si me quedo con todas las plantillas en mi casa y con todos mis costes, pero resulta que de golpe he perdido un 50%, un 80% o el cien por cien de los ingresos, o tomo medidas reales que me permitan afrontar la situación, o cuando retomemos el pulso normal de la convivencia ya no quedará mucho que recuperar. Que se aplaza el pago del IGIC, pues bien, pero no basta con eso.

¿Y cambiar la norma para facilitar la inversión de la Reser-va para Inversiones de Cana-rias (RIC)?

Otro respiro que está bien, pero no son soluciones. La RIC siempre genera inversión y está bien, pero, insisto, en este tipo de situación de alarma se necesitan bonificaciones intensas y flexibilidad para reestructurar los costes. Hay que salirse del corsé impuesto en los últimos años y apostar por la salud de las empresas y del empleo. Ahora no basta con ceñirse al presupuesto, hay que tener capacidad para endeudarse, es muy probable que se supere el nivel de déficit y lo que marca la regla de gasto. Hay que estar a la altura. ¿Alguien se imagina lo que pueden ser tres meses con el sector turístico parado?

¿Cuál es el objetivo irrenunciable que deben tener en cuenta las administraciones?

Asegurar que las empresas tengan capacidad de supervivencia en junio y, en el caso del turismo, garantizar los recursos para que el destino vuelva a ser competitivo y atraer visitantes. La receta: muchísima flexibilidad par adaptarse a la realidad y muchísima agilidad. No puedo presentar ahora un expediente de regulación de empleo y que me contesten dentro de dos meses, esos plazos ahora no sirven. Y recordemos que veníamos de un proceso de desaceleración y se preveía un año flojillo, pero todos esperábamos que a final de año se produjera una remontada. Este bache de grandes dimensiones que se produce de forma tan brusca no estaba contemplado. Hay que salvar el tejido productivo y buscar la supervivencia del máximo número de empleos y de empresas. Lo primero, el problema de salud, y tomar estas medidas que apunto para que superado el momento podamos volver a crecer con fuerza.

¿Es posible pensar que se puedan mantener todos los puestos de trabajo y todas las empresas?

No vamos a salir indemnes del todo, el coste económico se va a llevar por delante a muchos. Desgraciadamente, vemos muy complicado que esto no sea así. Si el año ya marcaba una línea mala en materia de empleo, ahora será malísima. Hay que ser contundentes. Incluso, por mucho que nos duela, habría que haber tomado antes la decisión de decretar el estado de alarma.

¿Dónde queda ahora el debate para modificar la reforma laboral de 2012?

Bendita reforma laboral, que lo único que pretendía era la adaptación de las empresas en tiempos de crisis. Es la que nos puede dar la flexibilidad que ahora se necesita y era la que se querían cargar. Solo eso y las bonificaciones a las que me he referido garantizan salir adelante. Y apunto más, ¿qué pasa ahora con el registro horario? Ahora nos piden que trabajemos en casa. Hemos perdido el norte con tonterías, aumentando la rigidez y en cuanto la cosa se pone mal ya nada de eso sirve. Son circunstancias excepcionales, pero el camino que tomaba el Gobierno hasta hace poco era el control brutal de la presencia de los trabajadores olvidando que estamos en el futuro, que se imponen nuevas formas como el teletrabajo.

¿Estamos preparados para el teletrabajo con esta precipitación de los acontecimientos?

Pues en la CCE, sí, pero no todo el mundo podrá. No se trata solo de coger el ordenador e irte a casa, deben existir plataformas que soporten ese modo de trabajar. Y luego está la estructura que tenemos en nuestra economía, en la que abundan puestos en los que el teletrabajo no tiene sentido. Un camarero no puede, por poner un ejemplo. Y yendo más a la logística, difícilmente habrá ordenadores para todos en una empresa cuya labor sí admite el teletrabajo, y para como están las cosas es una inversión importante; si encuentras equipos, claro, porque también está pasando eso, que el repunte de la demanda ha acabado con las existencias en muchos lugares.

¿Y qué le parece este fenómeno de las compras compulsivas en los supermercados?

La condición humana, pero en alimentación no veo que exista un problema porque los suministros están bien canalizados. No hay que volverse locos. Los ciudadanos se asustan, se les dice que se queden en casa y se lanzan a comprar reservas. Pero sinceramente no hay problema, se repone enseguida.

¿Ustedes mantienen la actividad en la CCE?

Nos han llamado algunas patronales. Estamos para analizar caso por caso cualquier consulta que nos llegue, pero las reuniones de grupo que no sean imprescindibles no se celebrarán. Iremos a trabajar y estaremos en contacto con los distintos gobiernos y las consejerías. Seminarios y cursos que teníamos en marcha, como ocurre con todas las instituciones, las estamos retrasando. Salvo aquella formación que se puede impartir on line. Algo que también está ocurriendo con los escolares. Lo que no tiene sentido y hay que evitar ahora es montar reuniones de quince o 20 personas. Mantenemos al máximo nuestra actividad con el límite claro de no poner en riesgo la salud de las personas.

Situémonos en el momento en que el problema de salud está resuelto. ¿Cuánto tarda en ponerse en marcha la maquinaria?

Si se toman las medidas pertinentes de inmediato, arrancará sobre la marcha.