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Crisis del coronavirus Los protagonistas del colapso económico

Reinventarse para aguantar la pandemia

Muchos autónomos y pequeños empresarios dan un giro a sus negocios para escapar de la crisis - La mayoría se ven obligados a prescindir de parte de su plantilla

José Manuel Trimiño, dir. comercial de Canary Meat.

En tiempos de crisis, muchos empresarios echan mano de la imaginación para evitar cerrar un negocio sustentado en décadas de existencia y en la profesionalidad de sus trabajadores. No todos los sectores lo tienen fácil, pero en el caso de la alimentación, una de las actividades esenciales que resiste al Covid-19, el reparto a domicilio se ha convertido en la tabla de salvación. En lo que coinciden tanto los que cierran como los que resisten es en que las ayudas del Gobierno tienen que llegar a tiempo para poder sobrevivir.

"Hemos lanzado líneas de negocio que estaban aparcadas". A Canary Meat, una empresa lanzaroteña de distribución de carne, pescado, verdura y precocinados que vendía sobre todo a restaurantes y hoteles, no le ha quedado más remedio que innovar para no cerrar una compañía familiar con más de 30 años de vida. "Hemos lanzado nuevas líneas de negocio que estaban aparcadas, como una plataforma de compra online con servicio de entrega a domicilio", explica José Manuel Trimiño, director comercial y de operaciones. Esta reinvención les ha permitido hacer un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sólo a una parte de la plantilla, que ha pasado de 45 a 18 personas. "Reanudaremos la batalla con nuestro equipo, que es nuestro principal valor". Además, la compañía lleva a cabo iniciativas sociales y ha donado 1.500 kilogramos al Banco de Alimentos.

"Nos estamos dedicando a vender a domicilio". La misma línea de renovación ha seguido Marifuer, una empresa majorera de venta de pescado cuya facturación ha caído un 90% ya que su principal clientela eran restaurantes y hoteles. Ante el cero turístico, los cuatro socios tomaron medidas para no cerrar. "Nos estamos dedicando a vender a domicilio y hemos fomentado el reparto que antes sólo realizábamos con conocidos", explica Ayoze Gopar, uno de los propietarios. Las ayudas serán esenciales para la supervivencia de esta empresa que nació en 2006 y que hace frente a los pagos de mercancía ya comprometida a pesar de que no la va a poder vender. "Ahora nos da para sobrevivir, pero vamos a fomentar la venta online para seguir evolucionando porque tenemos que mantener a cuatro familias", afirma Gopar.

"En la peluquería hay contacto, la recuperación será lenta". Más complicado lo tienen otros negocios en los que reinventarse resulta imposible. Es el caso de Diógenes Medina, copropietario desde hace cinco años de la peluquería The Barber's Show, en Las Palmas de Gran Canaria, al que no le ha quedado más remedio que guardar las toallas en los armarios y dejar las tijeras amarradas al cinturón. Los gastos habituales ascienden a unos 1.300 euros por socio, "que hemos tenido que pagar con apenas diez días de trabajo en marzo", recuerda Medina. Ahora se han acogido al cese de actividad, pero el futuro se plantea incierto, pues Medina considera que la gente irá yendo poco a poco a las peluquerías por el miedo a que el virus siga en el aire. "Aquí hay mucho contacto físico, la recuperación será lenta".

"Los trabajadores han mostrado mucha comprensión". Inés Norling, administradora de FSV -un conglomerado de tres empresas de máquinas expendedoras de café y alimentación repartidas por Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura-, explica que no les quedó otro remedio que aplicar un ERTE al 40% de los 140 empleados con los que cuenta la compañía. "Nuestra actividad se ha reducido un 80% debido a la caída del turismo", asegura. "Los trabajadores han mostrado mucha comprensión, les hemos dado todo el apoyo y la tranquilidad posibles porque esto es algo temporal y los vamos a volver a incorporar", asegura Norling, que también reconoce que tendrán que echar mano de los créditos ICO hasta que en septiembre se recupere la normalidad. Mientras tanto, ofrecen café gratis a los profesionales sanitarios y de seguridad que se están volcando en luchar contra la pandemia.

"Hemos cambiado la manera de trabajar". Borja Milán es uno de los pocos casos que ha logrado continuar con su trabajo desde su domicilio. Este joven asesor financiero de Nationale Nederlanden trabaja desde su balcón con vistas al puerto capitalino de una manera bien diferente. "El contenido es el mismo, cubrir las necesidades de los clientes con soluciones de ahorro, inversión, seguros y financiación, pero ahora lo hacemos de manera telemática, mientras ellos visualizan en sus dispositivos móviles lo que nosotros vamos haciendo". Eso sí, el volumen de trabajo es menor y las consultas que se realizan vienen cargadas de una preocupación que antes no existía.

"Tenemos que tener esperanza y aguantar". En plena crisis del coronavirus, Sandra Rougvie, dueña desde hace tres décadas de la academia de idiomas The English Centre, ubicada en la capital de Lanzarote, muestra optimismo ante el caótico presente y el incierto futuro. "Tenemos que tener esperanza y aguantar, ser solidarios con quienes peor lo pasan". Y eso que su propio negocio fue de los primeros en cerrar, justo cuando lo hicieron los centros educativos, y se vio obligada a hacer un ERTE a sus diez empleados, que espera reincorporar en mayo. "Echamos mucho de menos a los chicos", asegura, a la par que reconoce que esta crisis le ha hecho ver la necesidad de adecuarse tecnológicamente para poder impartir clases o nline.

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