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Crisis del coronavirus Los protagonistas del colapso económico

"Hay días en que sólo cambio cinco tornillos"

Los ópticos no tienen clientes, los fisioterapeutas paran por el riesgo al contagio y las tiendas de telefonía no venden sus dispositivos

Jorge Lorenzo, copropietario de Óptica Naranja. LP /DLP

Las excepciones laborales establecidas en el estado de alarma, que muchos podrían considerar envidiables ante la perspectiva de seguir obteniendo ingresos, al final pesan como una losa y acaban convirtiéndose en un castigo. Es el caso de los ópticos, que apenas reciben clientes estos días; de los fisioterapeutas, que han dejado de trabajar por el riesgo a contagiar a sus pacientes, muchos de ellos enfermos de alto riesgo; o de las tiendas de telecomunicaciones, pues en tiempos de pandemia, comprar el último teléfono móvil ya no resulta una necesidad tan perentoria.

"Hay días en que sólo cambio cinco tornillos". Jorge Lorenzo, copropietario junto a su mujer de Óptica Naranja, situada en el palmero municipio de El Paso, se lamenta de la falta de actividad de estos días. "La gente no viene a hacerse revisiones ni a comprar, realmente sólo estamos abiertos para las urgencias como, por ejemplo, arreglar unas gafas, aunque hay días en los que sólo he cambiado cinco tornillos", explica. Además, el negocio ha variado por la crisis actual y "lo que más estamos trabajando son las lentillas porque a muchos sanitarios les molesta usar gafas con las mascarillas". Con este panorama y para evitar salir de casa y exponerse al virus, la óptica sólo abre tres días a la semana por la mañana. Ante la imposibilidad de acogerse a las ayudas del Gobierno central ya que tienen permiso para seguir funcionando, sólo les queda decretar el cese de actividad si demuestran que han ganado un 75% menos que el último mes del anterior trimestre. "Al menos, nos han reducido a la mitad el alquiler del local", se conforma Lorenzo.

"No tiene sentido abrir el negocio, no hay nadie en la calle". Al mismo dilema tuvo que enfrentar Subash Mansukhani, propietario de la tienda de telefonía móvil Ntm Digital -ubicada en Puerto de la Cruz desde hace 16 años-, que se vio abocado a realizar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a sus ocho empleados. "Aunque legalmente puedo tener el negocio abierto, no lo he hecho porque no tiene sentido, no hay nadie en la calle y no vale la pena arriesgarse por las personas que puedan entrar, si es que lo hacen". Los turistas constituyen la principal clientela de Ntm Digital, que trabaja con hoteles "que van a estar cerrados como mínimo entre tres y seis meses". También vende sus productos a los residentes de la zona, muchos de los cuales "desgraciadamente se han quedado en paro y no van a comprar un móvil de 300 euros si pueden comprar uno que cueste 100". Mansukhani pide reincorporar a la plantilla poco a poco, conforme se vaya recuperando la situación, para evitar males mayores.

"Hemos cerrado por responsabilidad social, por sentido común". Kevin Cabrera ejercía como fisioterapeuta a domicilio hasta que hace seis meses abrió en Vegueta las puertas del centro ProactivePhysio, que ahora ha decidido cerrar "por las recomendaciones del Consejo General de Fisioterapeutas de España y por sentido común", tal y como reza en su página de Facebook. "Lo hemos hecho por responsabilidad social, porque no podemos garantizar las medidas de distancia mínima para evitar el contagio y tampoco disponemos del material de protección necesario, que ni siquiera tienen en los centros sanitarios públicos". Además, Cabrera explica que tratan a muchos pacientes de alto riesgo, entre los que se encuentran enfermos oncológicos, inmunodeprimidos, con problemas cardiacos y respiratorios. Las perspectivas a medio plazo no resultan muy halagüeñas. Cuando termine el estado de alarma, Cabrera está convencido de que la recuperación tardará en llegar porque el virus no se habrá ido y la gente tendrá miedo a contagiarse. "No creo que vayan a ir al fisioterapeuta sabiendo que éste trata a una media de diez pacientes diarios, muchos de ellos de riesgo", reconoce.

"Voy a hacer lo imposible para no cerrar la empresa". Rosa Delia Delgado creó Mermeladas Rufina hace dos años, por lo que la pandemia le ha cogido "con el pie cambiado y descolocada porque no estaba asentada del todo". A pesar de que al pertenecer al sector de la alimentación puede seguir trabajando, la venta a domicilio en una isla de la extensión de Fuerteventura da más pérdidas que ganancias. Los turistas eran los principales consumidores de las mermeladas y zumos de esta majorera que, además, se ha quedado sin espacio en el que venderlos, pues hace semanas que se cerró el pequeño mercado de abastos, "a pesar de que las grandes tiendas siguen abiertas". Esta emprendedora, que espera que de esta crisis resurja la importancia del producto de la tierra, deja algo bien claro. "Voy a hacer lo imposible para no cerrar el negocio porque me ha costado sudor y lágrimas".

"Las empresas son las que sustentan los servicios públicos". Pablo Mora, copropietario de Oasis Inmobiliaria desde 1994, cerró la empresa tras la declaración del estado de alarma y se vio obligado a despedir temporalmente a sus siete empleados ante la imposibilidad de enseñar los inmuebles a los potenciales compradores. "La situación es francamente mala y sólo se solucionará si el Gobierno se da cuenta de que el 99% de las empresas españolas son pymes y de ésas, el 40% son microempresas". Un sector privado que, tal y como resalta Mora, "genera empleo y sufraga al sector público a través de sus impuestos". Por ello, este empresario de Santa Cruz de Tenerife solicita un plan de choque eficaz que incluya medidas fiscales, financieras y laborales.

"Se puede aprovechar esta crisis para fomentar la digitalización". María José Méndez es consultora de transformación digital en Lanzarote. Dentro del programa del Gobierno central Industria 4.0, comenzó a llevar la página web y tienda online de la bodega Vega de Yuco, que entrega sus caldos en un plazo de entre 48 y 72 horas según el destino sea dentro de Canarias, de la Península o de Europa. De esta manera, los ciudadanos no tienen que comprar los vinos físicamente en estos tiempos de confinamiento y miedo al virus, lo que no evita que "las ventas se hayan visto resentidas ya que muchos clientes eran restaurantes y hoteles". Méndez quiere ver el lado positivo a esta crisis , que puede aprovecharse para que el empresario se replantee que el teletrabajo es posible, "que se puede hacer de manera más fácil desde casa o desde cualquier otro lugar, y en cualquier momento del día, sin tener que estar físicamente en un espacio concreto".

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