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Crisis del coronavirus Encuesta de Población Activa

Los ERTE y no tener dónde buscar otro trabajo camuflan la caída del empleo

La EPA del primer trimestre reduce la destrucción de puestos de trabajo en las Islas a solo 10.100 - El paro juvenil es del 39,30% y hay 74.500 hogares con todos en paro

Santiago Sesé.

"Irreal" o "ni de lejos" son dos de las valoraciones vertidas ayer por sindicatos y empresarios sobre los datos que arroja la Encuesta de Población Activa (EPA) para el primer trimestre del año, cuyas dos últimas semanas ya estuvieron afectadas por el cierre de muchos sectores económicos para combatir la expansión del coronavirus. Esas manifestaciones respondían al comportamiento global del mercado laboral español, que registró un aumento del paro de 121.000 personas y una destrucción de 285.600 empleos, los peores datos desde 2013. ¿Qué no decir de los 2.100 parados menos y solo 10.100 puestos de trabajo que se esfumaron en Canarias entre enero y marzo?

"Un espejismo", aseguró el presidente de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, Santiago Sesé. A la EPA también la han atropellado los acontecimientos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho su trabajo, pero conforme a una metodología que no es capaz de reflejar el actual estado de cosas.

No hay trampa. El propio INE aclara que no considera parados a los trabajadores afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) hasta que esa situación supera los tres meses. Y aun entonces, si continúan percibiendo al menos el 50% de su salario, tampoco se sumarían al saldo de desempleados.

Otros 200.000 más

Conocidas estas reglas, pueden sumarse los 200.000 a los que afectan ya los ERTE en el Archipiélago para obtener una foto fija más real del panorama. Pero hay más, porque la EPA tampoco coloca en la columna de desempleados a los despedidos que no tienen modo de buscar otra ocupación. Por ejemplo, ¿en qué hotel va a buscar trabajo un eventual que se ha ido al paro si el sector está cerrado por completo?

Si no tiene trabajo y no está buscando empleo, la estadística lo coloca en el epígrafe de inactivos, que crecieron en 19.700 en las Islas durante los tres primeros meses del año. Un aumento considerable que también alimentan quienes no exploran nuevas posibilidades por condicionantes como tener en casa a menores en edad escolar que no tienen a dónde ir desde hace 45 días y mayores a los que antes asistían personas contratadas para ello.

"Las cifras no recogen el impacto real del Covid-19", se sumó la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) al sentir general compartido por el secretario general de UGT, Pepe Álvarez -suyo es el "ni de lejos" del inicio de esta crónica-, o la secretaria de Empleo de CCOO, Lola Santillana para quien la EPA "no refleja la destrucción de empleo real".

Hechas todas las salvedades, sí queda constancia de que la nave canaria navegaba con firmeza hasta que trabucó en el obligado estado de alarma. Si el mercado laboral isleño sorprendió en el final del curso pasado colocando la tasa de paro por debajo del 18% por vez primera en muchos años, y aun siendo cierto que gran culpa de aquello lo tuvo un fuerte tirón del sector público, ahí siguió en la continuación (18,79%). De ello tiene mucha culpa lo ocurrido en el primer trimestre, excepción hecha de las dos últimas semanas.

Lo peor está por venir es otra de las frases a la que en mayor medida recurrieron los agentes sociales y actores políticos tras conocerse los datos. Aun así, en Canarias el número de hogares en los que ninguno de sus miembros trabaja ya se sitúa en 74.500, cifra que supera en 2.300 a la que existía al terminar 2020.

Otro dato a no perder de vista es el de la incorporación de los menores de 25 años a un empleo,. La falta de experiencia es una de las grandes castigadas en las crisis. Llegó a situarse en el entorno del 50% en la Gran Recesión y ahora mismo está en el 39,30%, tras crecer casi cuatro puntos en el inicio de este 2020.

Todo ello con la dificultad que entraña hallar certezas en una EPA jugada con las normas de siempre en un tiempo que no se parece a ninguno anterior. Esto provoca que en el análisis por ramas de actividad nos encontremos con que en el comercio y la hostelería haya 4.700 ocupados más que hace tres meses. O que el número de empleados por cuenta propia -autónomos- haya crecido en 11.900 cuando hace tiempo que el agua ha tapado sus cabezas.

La mayor parte de la destrucción de puestos de trabajo la tuvo que digerir el sector privado, con 9.400 puestos de trabajo menos, mientras que en el ámbito público solo se esfumaron 700. En cuanto a los sectores, solo la industria -400 más- sumó. El resto, con los servicios a la cabeza (-7.400), seguido por la agricultura (-3.000) y la construcción (-100), dibujaron con mayor certeza el tsunami en que vivimos.

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