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Plan de desescalada en CanariasLos pequeños comercios levantan la persiana

Las tiendas vuelven a abrir con la vista puesta en el comercio por internet

Los establecimientos del pequeño comercio retoman la actividad a medio gas con medidas de seguridad para los clientes

Desescalada en Canarias | Pedro Macías prepara su joyería para abrirla tras la crisis del coronavirus

Desescalada en Canarias | Pedro Macías prepara su joyería para abrirla tras la crisis del coronavirus

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Desescalada en Canarias | Pedro Macías prepara su joyería para abrirla tras la crisis del coronavirus Jacobo Corujeira

La fase cero de la desescalada del confinamiento en el que vive toda España desde mediados de marzo arranca con incertidumbre en los pequeños comercios que desde hoy tienen autorización para volver a abrir sus puertas. Lo harán con una serie de normas de contención del virus que han generado desconcierto entre muchos propietarios de estos establecimientos, que durante las últimas semanas han venido reclamando protocolos claros de actuación y equipos de protección individual para garantizar la salud tanto de sus trabajadores como de sus clientes.

Los comercios se asoman de nuevo a la vida tras un mes y medio en el que algunos han podido mantener un hilo de actividad a través de las ventas por internet, pero otros muchos se han visto obligados a cerrar por completo. En cualquier caso, la reapertura es parcial. Los establecimientos generales -tiendas de ropa, complementos, floristerías o librerías, entre otros- tienen que cumplir un estricto protocolo de seguridad e higiene, mientras que los bares y restaurantes solo podrán atender pedidos a domicilio o aquellos que sean para llevar, sin que los clientes puedan acceder por ahora a los locales o sentarse en las terrazas.

Aunque algunos establecimientos de hostelería continuaron realizando repartos durante todo el confinamiento a través de plataformas digitales, otros cerraron sus puertas a la espera de una mejora de la situación. Uno de los que abre de nuevo ahora es el piscolabis Azkena Arenales, situado en la calle Suárez Naranjo del céntrico barrio capitalino, que celebraba su primer año justo cuando comenzó el estado de alarma que le obligó a echar la verja temporalmente. Su propietario, Iosu Eguiburu, ha realizado una campaña en redes sociales para dar a conocer el nuevo servicio que, asegura, ha dado sus frutos.

"Tengo el teléfono del bar desviado y el reparto lo hago yo mismo", explica. En internet cuelga fotos de sus platos estrella, como la tortilla de papas, así como el listado con los menús de la semana, similares a los que hasta hace poco servía en el local, porque de hecho algunos de sus clientes ya le pedían antes la comida para llevar. Asegura que el servicio está teniendo buena acogida: ya tiene pedidos para varios días de esta semana. Sobre la posible reforma que tendrá que realizar en el local una vez avancen las fases de la desescalada prefiere no pronunciarse "hasta que no aparezca en el BOE". Aún tiene en la mente el recuerdo de la ley antitabaco, que llevó a muchos propietarios a hacer reformas en sus establecimientos aunque finalmente se prohibió su consumo en los espacios cerrados.

Quien también se ha volcado con las estrategias de marketing online es Jorge Toledo, propietario de la tienda de moda Regaliz Funwear. Durante estas semanas han continuado adelante con las ventas a través de su sitio web -potenciadas con descuentos especiales durante estas semanas- y a partir de hoy pondrán en práctica las recomendaciones difundidas por la Asociación de Creadores de Moda de España tras una reunión con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

Las visitas a su local de la calle Cano serán con cita previa -se pueden solicitar en su sitio web y vienen con un comprobante de la convocatoria- y solo de uno en uno, ya que el espacio del establecimiento es limitado. Atenderán con guantes, desinfectarán tras cada cliente y las prendas probadas pasarán una cuarentena antes de volver a estar disponibles para el público. Además, tomarán la temperatura a cada visitante y recomendarán mascarillas a quienes no las lleven puestas cuando lleguen al local.

El comercio online también ha sido una tabla de salvación para las librerías, que tuvieron que echar el cerrojo en un momento en el que paradójicamente aumentaba el consumo cultural por el confinamiento. Sinopsis, en la calle Travieso, ha mantenido el contacto con los lectores a través de sus perfiles en las redes sociales y hace unas semanas reactivó su canal de venta en internet. "Ha habido una buena respuesta de la clientela", asegura su encargado, Javier Guerra.

Ahora toca volver a la actividad en el establecimiento poco a poco, aunque como indica Guerra "no será una reapertura normal". Sus planes pasan, en principio, por la entrega de pedidos realizados por internet y con cita previa. Aún no se puede pasear sin prisas por el local ojeando portadas o buscando algún título perdido y mientras eso llega habrá que adaptar la tienda a las medidas que vayan estableciendo las autoridades. La apertura es "demasiado rápida", explica el encargado, que al igual que otros comerciantes reclama claridad en las medidas y acceso sencillo a materiales de protección para el personal.

La desescalada del confinamiento también llega a algunos de los comercios con más solera de la ciudad, como el histórico taller de relojería que Pedro Macías regenta en la calle Herrería. Este artesano de las horas y los minutos lleva 70 de sus 79 años de vida dedicado al noble arte de cuidar de las máquinas que marcan el tiempo y a partir de hoy podrá volver a poner pilas o a reparar reliquias del tic-tac. Para ello se ha pasado los últimos días limpiando y desinfectando a conciencia: "El aseo es lo más bonito que hay: poquita ropa, pero bien planchada", bromea.

Aunque la actividad comience hoy a recuperarse, la situación no es precisamente halagüeña para el pequeño comercio. El presidente de la Confederación Canaria de la Pequeña y Mediana Empresa, José Juan Socas, subraya la incertidumbre con la que se enfrentan los propietarios a esta nueva situación debido a la escasez de material de protección para los trabajadores y las dificultades para adaptar muchos negocios pequeños que no cuentan con capacidad económica para afrontar reformas en sus establecimientos. Para la patronal de las pymes, los ERTE en el comercio deben adaptarse a una regulación similar a la del turismo, sector del que dependen muchos de sus negocios de manera directa o indirecta. "Creemos que en este camino se nos va a quedar al menos un 50% del pequeño y mediano empresario y en el sector del comercio mucho más", advierte su presidente.

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