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Crisis del coronavirus Repercusión de la emegencia sanitaria en la economía

Cada avión parado cuesta a las aerolíneas más de 1.000 euros diarios

En los aeropuertos canarios permanecen ociosas por completo 30 aeronaves - Los ingresos se desploman un 95% por la pandemia

Decenas de aviones permanecen estacionados en el aeropuerto de Teruel por el parón que ha sufrido el sector a causa de la pandemia global. EFE

La vuelta a la normalidad en el transporte aéreo de pasajeros queda lejos. Se sitúa al final del proceso de desescalada y requiere de acuerdos transnacionales. Hasta entonces, las aerolíneas soportan un coste diario medio -depende del tamaño y peso- que supera los 1.000 euros solo por el estacionamiento en tierra de cada aeronave. AENA señala que en la actualidad hay en Canarias 30 aeronaves completamente ociosas. La única alegría hasta el momento se la ha dado Bruselas, que considera innecesario respetar la distancia de seguridad en el interior de los aviones siempre que los pasajeros utilicen mascarillas.

Esa propuesta de la Comisión Europea (CE) permite a las compañías aéreas no tener que dejar un asiento vacío de separación. En cualquier caso, casi una anécdota dentro del 95% de caída que han experimentado sus ingresos.

"La operativa se circunscribe prácticamente al traslado de material sanitario y a la repatriación de spañoles a los que esta situación sorprendió en otros países", explicaron fuente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).

La Guía de Tarifas de AENA sitúa en un máximo de 1.810,92 euros por las primeras 24 horas y 987,01 diarios a partir de la segunda jornada el coste de tener cada aparato en el aeropuerto. Son los precios que rigen en los principales aeródromos del Archipiélago: los dos de Tenerife, el de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. En resumen, los más de 1.000 euros diarios que contabiliza la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).

Desde que se decretó el estado de alarma, el ministro José Luis Ábalos señaló que, "en la medida de sus posibilidades", el operador aeroportuario estaba por la labor de aliviar los problemas a los que se enfrentan no solo las compañías aéreas, sino también los operadores de carga, agentes de handling y el resto de empresas que prestan servicio en la red estatal de aeródromos. Por ello decidió aplazar seis meses el cobro de estas tarifas.

"El gesto" fue bien recibido por la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), que, sin embargo, lo considera insuficiente y exige "la suspensión" -léase condonación- de esos pagos. El argumento no carece de lógica, los aviones están parados y haciendo uso de la superficie de los aeropuertos por una causa de fuerza mayor y no como parte de una estrategia operativa decidida por ellas.

La propia ALA eleva hasta los siete millones de euros mensuales el coste global en España de tener los aviones parados. Se han cancelado 400.000 vuelos desde que la evolución de la pandemia nos obligó a encerrarnos en casa. Y 40 millones de pasajeros se han quedado en tierra tomando los datos del año pasado. Solo en abril la caída de viajeros en los aeropuertos canarios se situó en el entorno del 98%.

De ahí que las compañías consideren que Ábalos se queda corto al aplazar seis meses unos pagos que sospechan no estarán en condiciones de afrontar tampoco dentro de medio año, cuando todavía estén desperezándose de este mal sueño. Más allá incluso de que se les perdonen los pagos piden "liquidez y que se prologuen los ERTE" que han presentado para evitar los despidos.

La tormenta se ha desatado cuando el sector ya estaba completamente empapado por el errático devenir del negocio en los últimos tiempos. La carrera por una rentabilidad que se ha mostrado esquiva desde que irrumpieron las aerolíneas de bajo coste se ha cobrado no pocas víctimas. Las quiebras de Air Berlin, Monarch o Germania impactaron directamente contra la conectividad del Archipiélago, un factor fundamental a la hora de alimentar al turismo.

Sirva el ejemplo de IAG, que recientemente cerró un crédito bancario coral por 1.010 millones de euros -750 para Iberia y 260 para Vueling- para intentar superar el golpe.

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