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La economía inmune al covid-19

Son varios los negocios que se han mantenido activos durante estos más de dos meses - El consumo de harina se triplica durante el estado de alarma

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Coronavirus en Canarias | Bike Gran Canaria da servicio a los ciclistas durante la pandemia

Ajenos al parón económico al que ha obligado la expansión de la pandemia global por coronavirus, algunos negocios han continuado con su actividad. Cierto que adaptándose a las necesidades sanitarias o, incluso, cambiando por completo su orientación, según los casos, pero las tiendas de alimentación, los servicios informáticos o el reparto a domicilio, por ejemplo, han mirado de frente al actual momento de incertidumbre y han continuado dando servicio a la ciudadanía.

Ocurrió incluso antes de que el presidente de España, Pedro Sánchez, decretara el estado de alarma y mandara a todos los ciudadanos encerrarse en casa. Una parte de la ciudadanía asaltó los lineales dejando a prácticamente cero las existencias de papel higiénico. Los responsables de las cadenas de alimentación advertían de que ninguna necesidad sustentaba este comportamiento, el abastecimiento estaba garantizado. El paso de las semanas ha demostrado ampliamente la veracidad de sus palabras.

Ahora bien, en un lugar que, como las Islas, dependen en gran medida de la actividad turística, ni siquiera los supermercados han logrado escapar a los efectos de la necesaria clausura de aeropuertos y hoteles. Javier Puga, consejero delegado de Dinosol, detalla que en Canarias cerraron sus puertas 68 establecimientos, todos ellos ubicados en enclaves en los que la actividad alojativa es absoluta protagonista.

"Recolocamos a 680 empleados que trabajaban en ellas en otras tiendas urbanas en las que la actividad sí se ha incrementado", explica el directivo. Como una manta corta, lo que tapaba el aumento de las compras en las ciudades, lo destapaba la carencia de visitantes. "El resultado es peor, pero no nos quejamos", añade Puga.

Lo corrobora el presidente de Spar-Gran Canaria, Ángel Medina, que añade la especial atención que hubo de brindarse al personal que padecía patologías ante las que el contagio suponía un amenaza inasumible. A esas bajas hubo que responder "con nuevas contrataciones", relata.

Eso, sumado al gasto en medidas higiénicas como mascarillas, guantes y productos antisépticos, también dejó la caja equilibrada. Lo que tampoco da pie a lamentos. "El objetivo que teníamos y que tenemos es dar el mejor servicio posible a nuestros clientes", asegura Medina.

Eso, tanto en este caso como en el de Hiperdino, ha pasado por atender en estas semanas un número de pedidos a domicilio como nunca antes habían conocido. "Pasamos de cien diarios a 900", reseña Javier Puga sobre esas primeras semanas de estado de alarma en las que la población optó en mayor medida por abandonar lo menos posible su domicilio.

Tanto el uno como el otro fueron testigos desde una atalaya privilegiada de ese desfile de compradores compulsivos de papel higiénico cuando ya se sospechaba que el confinamiento era la única receta posible para aminorar la presión en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales. Y allí siguieron cuando el pico de consumo viró hacia otros bienes como la harina.

Francisco Sánchez es responsable de Alimentación de la tinerfeña Cafés Careca. Que el nombre no conduzca a la confusión, también comercializa el albo producto que ha permitido conocer a los canarios la altura del repostero que siempre llevaron dentro pero nunca antes habían conocido con tanto detalle.

"Desde mediados de marzo, cuando comenzó todo, hemos multiplicado por tres la producción de harina. Solo en la segunda quincena de marzo vendimos lo que normalmente en un mes", explica Sánchez. De tal manera que el único turno que operaba en la empresa pasó a crecer en uno y medio más. Y como resultado, se firmaron seis nuevos contratos, rara avis en el tiempo presente. Eso sí, las incorporaciones hubo que afrontarlas "poco a poco", continúa el responsable de Alimentación de Cafés Careca para apuntar que es imposible obviar un "proceso de formación".

Engrasada la máquina, se aceleró el motor en busca del pleno rendimiento. Ni por esas. Cuando la rotura, léase imposibilidad de atender la demanda, comenzó a vislumbrarse más como realidad que como amenaza, la dirección de Cafés Careca decidió desempolvar "otra línea de envasado. La teníamos aparcada", explica Francisco Sánchez, porque su utilización en la era precoronavirus no se hacía necesaria.

Después vino lo de trabajar los festivos y los fines de semana, porque los camiones cada vez tardaban menos en retornar a las puertas del centro de producción en busca de esa harina que los lineales de los supermercados veían evaporarse a velocidad de vértigo. Si la facturación por harina se ha triplicado desde mitad de marzo, en el caso de la específica para los queques y postres se ha quintuplicado.

La ausencia de compradores en las calles obliga a redoblar esfuerzos a los negocios que han intentado mantenerse activos para dar a conocer su oferta. El comercio electrónico y la Red en sentido amplio están ahí desde hace años, pero nunca antes había existido una situación que los hiciera absolutamente necesarios para conectar oferta y demanda.

FactoriaDigital.com ya cumplió sus primeros diez años atendiendo "más de un millar de comercios on line de todos los tamaños, centros de formación y webs corporativas", explica su CEO, Juan Carlos Celaya. Bagaje más que suficiente para analizar los movimientos de los últimos más de dos meses.

Hay un aumento "significativo" de la demanda. Los clientes solicitan "más recursos y soporte técnico", explica el CEO de FactoriaDigital.com, para poder a su vez atender el pico de interacción electrónica con la clientela. Como resultado, "el tráfico" a los servidores "se ha duplicado".

El incremento de la actividad en el caso de esta compañía viene dado por esa expansión de quienes ya estaban colocados en este ámbito. "Los demás llegaban tarde", afirma el responsable de Sistemas, Doramas Gil, desde su domicilio y oficina en Telde. Su afirmación se llena de significado cuando detalla que la media para arrancar una venta electrónica con garantías está en los "dos meses. Los que reaccionaron ahora, al menos ya están colocados para el caso de que se produzca un rebrote", afirma.

En cualquier caso, Celaya aclara que a pesar de que esta modalidad de comercio garantiza "mantenerse activo en casi cualquier escenario", las tiendas físicas mantendrán su actividad porque "aportan una serie de valores" como, por ejemplo, la credibilidad y "el empaque" que confieren al área on line.

Desde la entrada en la fase 1, las primeras tiendas del Archipiélago comenzaron a reabrir sus puertas, pero no sin antes pasar un proceso de desinfección que deja en un recuerdo blando aquella prueba del algodón. Lo saben bien en Faycanes, empresa más conocida por su especialización en el control de plagas y que ha visto cómo la distribución de sus ingresos ha girado de manera brusca.

El director Comercial y de Organización de la compañía, Rafael Carrasco, detalla que hasta la irrupción de la pandemia las labores de desinfección suponían una parte "residual" de la facturación global de la empresa; "ahora es el 80%". Ya puede decir que la apuesta por no presentar un expediente de regulación temporal (ERTE) e intentar adaptarse con rapidez a la nueva situación ha merecido la pena.

El cierre de hoteles y restaurantes provocó un boquete de gran tamaño en el flujo de actividad que hasta ese momento desarrollaba Faycanes. "Algunos mantuvieron el servicio pero con menor intensidad, porque lugares tan grandes deshabitados lo hacía altamente recomendable para evitar problemas futuros como colonias de ratas, por ejemplo".

El ajuste de plantilla aparecía como inevitable, pero los más optimistas convencieron a la dirección de que era el momento de un gesto valiente, "porque los empleados no iban a quedar desprotegidos del todo, pero el golpe emocional iba a existir; merecía la pena intentarlo y no minar la moral de nuestro personal", relata Carrasco.

El de Faycanes es un ejemplo de cómo una empresa se adecúa a la realidad, un movimiento que también comienza a adoptar la ciudadanía en su conjunto en algunos casos. A la vista de la frenética actividad que están viviendo los talleres de reparación de bicicletas, cabe pensar que el confinamiento o el mismo riesgo de contagio puede transformar en alguna medida el transporte urbano. "La cantidad de bicis que nos están trayendo multiplica por tres o cuatro la que nos llegaba antes", sostiene Johannes Schoefecker, propietario de Bike Gran Canaria, negocio en el que vende y pone a punto estas máquinas.

Tanto es el afán de la gente que hasta aparecen en los talleres modelos antiguos, "con ruedas de 26 pulgadas", fuera de mercado desde hace años. Menos mal que Schoefecker es previsor y guarda cubiertas de ese tamaño por lo que pueda pasar, y pasó.

En bicicleta y motocicleta se mueven los repartidores que acercan a los ciudadanos todo aquello que ahora no pueden adquirir. También ha permitido que muchos restaurantes se mantengan activos. En la plataforma de Just Eat ha crecido un 200% la presencia de restaurantes adheridos con respecto a la misma época del año pasado.

El encierro ha motivado que también el número de pedidos se haya disparado. Según los números que maneja esta misma compañía multinacional, el incremento de esta variable se mueve entre el 40% y el 50%.

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