La economía comienza a despertar del letargo del confinamiento y cada industria lo hace a su ritmo. Dentro de las distintas velocidades, la de los feriantes marcha a cero kilómetros por hora. Sin fiestas populares, este sector se encuentra en punto muerto y no puede desarrollar su lúdica actividad de municipio en municipio. En la provincia de Las Palmas, hasta 200 familias viven de manera directa de las atracciones y exigen a las instituciones insulares que les ofrezcan alternativas para sobrevivir.
Con las fiestas veraniegas canceladas -época en la que logran hasta el 80% de sus ingresos anuales-, la Asociación Provincial de Industriales Feriantes de Las Palmas exige que se gestione alguna subvención "porque no es que estemos haciendo menos caja, es que no podemos trabajar", aclara su secretaria general, Gladys Acosta. Para cambiar esta situación, proponen que aunque no se celebren las fiestas, se les ceda el terreno que habitualmente ocupan en las fechas de las celebraciones. "Además, creemos que se pueden celebrar ciertos actos que no sea muy multitudinarios, no hace falta cancelar todo a meses vista", explica Acosta.
Estos actos darían un respiro a esta industria, aunque antes necesitan que se establezca un protocolo de seguridaddel que todavía carecen las actividades itinerantes. "Sabemos que estos días se van a tomar decisiones y hasta ahora hemos sido respetuosos pero la economía arranca y tenemos que contar con las herramientas necesarias para que nosotros también empecemos a andar".
