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Entrevista | José Luis Rivero Ceballos

"Canarias tardará como mínimo tres o cuatro años en recuperarse"

"Lo que está ocurriendo no es una recesión, es más, ni siquiera es una crisis, esto es algo distinto", expresa el Catedrático de Economía Aplicada

José Luis Rivero Ceballos.

La situación no será tan mala a estas alturas del próximo año, ¿no?

Siempre que se produce una caída del crecimiento económico, ya sea porque este es moderado o porque directamente es negativo, la recuperación no tarda un año, sino unos cuantos. Normalmente cuatro años o cuatro años y medio. Y también en esta ocasión, en la que el PIB de Canarias perderá en relación con 2019 entre 11.200 y 11.300 millones de euros, lo previsible es que la recuperación, es decir, recuperar esos 11.300 millones, tarde tres o cuatro años. Eso como mínimo.

¿Como mínimo?

Sí sí. La actividad económica volverá poco a poco a la normalidad, pero tardará tiempo. Entre otras cosas porque cuando se inyecta dinero en la economía por parte del sector público, esa inyección no produce un efecto inmediato, no es una cuestión ni de días ni de unos pocos meses, sino de, como mínimo, 18 meses. El dinero y la financiación que se están introduciendo hoy no se reflejarán en la economía real hasta dentro de año y medio. Así que las expectativas son de cuatro o cinco años para alcanzar la situación que tenía la economía canaria en 2019. Y todo esto, claro, si no hay nuevos problemas de salud y no hay que tomar medidas como las que se adoptaron en marzo. Si así ocurriera, el escenario lógicamente sería más grave e imprevisible. Pero si todo se desarrolla normalmente, esas son las perspectivas. En resumen: el próximo año por estas fechas estaremos mejor de lo que estamos ahora, pero aún inmersos en ese lento camino hacia la recuperación y con la vista puesta a cuatro o cinco años. Normalmente, en el quinto año la actividad económica se habrá recuperado y estará al mismo nivel de 2019, y a partir de ahí deberá de continuar el normal crecimiento.

Siendo así, sorprende la ligereza con que muchos hablaron de una recuperación en uve: inmediata y ultrarrápida.

Esos son estándares que se utilizan de forma un poco discrecional. Con las series históricas en la mano, y por lo que ya sabemos, las recuperaciones no son de ese estilo, eso de en forma de raíz cuadrada o en forma de uve, no. Eso no tiene demasiado sentido de acuerdo con la historia, y ya tenemos una experiencia muy sólida sobre los períodos de crisis y las recuperaciones económicas tanto en Canarias como en España y el mundo. Es algo similar a lo que ocurre cuando una persona se opera. No sales de la operación y ya estás bien, no señor, hay un período de recuperación, de rehabilitación, de convalecencia... Si la enfermedad es leve, pues la recuperación se produce enseguida, pero si es muy grave, como es el caso, pues la recuperación es larga. Esto es así, aquí no hay milagros.

Ha vuelto a resurgir el eterno debate de la diversificación. Eso de esto nos pasa porque no hemos diversificado...

Mire, hay un principio básico: todas las economías pequeñas se especializan. Y sobre todo las pequeñas economías insulares. En el mundo hay 86.742 islas con más de 0,1 kilómetros cuadrados. Todas las islas que alcanzan un grado de desarrollo como el de Canarias, o un poco más o menos, se especializan. Todas. ¿Por qué? Porque tienen que hacerlo para lograr hacerse un hueco dentro de una economía tan internacionalizada como la actual. Si nosotros no tuviéramos una especialización en turismo, tendríamos que tenerla en cualquier otra actividad económica. Tendríamos que especializarnos en otra cosa.

De modo que la diversificación en realidad nunca sería tal, sino que habría que ir indefectiblemente hacia otra especialización.

Efectivamente. Pero es que, además, estamos acostumbrados a hablar de turismo como si fuera una única actividad económica, y no es así. El turismo son muchas cosas: hoteles, restauración, transportes, comercio, ocio... Son muchas actividades que calificamos como turismo, y estas actividades se han diversificado muchísimo. Salvo turismo de nieve y esquí, aquí hay de todo, y hay mucho de todo: deportes náuticos, senderismo... Esas actividades son una diversificación en sí misma. Y aún hay una tercera cuestión relacionada con esto. Esta economía no llega a 2,2 millones de habitantes, es una economía pequeña en dimensión y repartida en siete islas; es más, es pequeña, está alejada de los continentes desarrollados y tiene al lado un desierto. Pues bien, esa misma economía tiene dos centros de investigación de primer orden a nivel internacional, no uno, eh, sino dos; tiene dos universidades públicas, más la UNED, y cinco universidades privadas; tiene un montón de actividades económicas en sus puertos; tiene, por supuesto, una agricultura que aunque es una parte pequeña del PIB, y aquí vemos la diferencia entre lo absoluto y lo relativo, no ha visto reducirse su valor absoluto, sino que ha ido creciendo; tiene productos de exportación... En fin, ¿que se podría hacer más? Por supuesto, pero quiero decir con todo esto que esa especialización de la que hablamos tiene por otro lado una considerable diversificación. Diversificar es siempre un objetivo, si aparecen nuevas actividades y se pueden explotar con ventaja absoluta, pues adelante, estupendo, pero es que, además, lo estamos haciendo, lo llevamos haciendo toda la vida. Ahora bien, decir no no, vamos a sustituir el turismo por otra cosa, pues la verdad es que no lo veo, no lo veo porque, insisto, todas las pequeñas economías insulares se especializan en bienes o actividades en los que tienen ventaja absoluta, no ventaja comparativa, no, ventaja absoluta. Si tienen minas de cobre, minas de zinc o petróleo, pues se especializan en eso porque tienen una ventaja absoluta; y si no tienen ninguna materia prima y no quieren o no pueden tener turismo, pues se especializan en ser paraísos fiscales, pero siempre se especializan.

Vamos, que costaría encontrar un lugar que con este clima, este mar y este paisaje renunciase a ser una potencia turística mundial.

¡Claro! Y, además, ¿por qué? ¿Por qué habría que hacer tal cosa? Basta con ir a Fuerteventura o Lanzarote y tratar de convencer a la gente de que vivía mejor hace sesenta años. Pero por favor, es algo tan evidente. Otra cosa es que digamos que no podemos ir más allá en determinadas cuestiones, como pretendemos, por ejemplo, en Lanzarote, donde queremos un turismo muy esponjado, de poca gente, de baja densidad..., pues muy bien, esa es una decisión. O también que haya que mejorar salarios u otras muchas cosas, por supuesto. Ese sí es el debate. Pero no tiene demasiado sentido pensar que esta economía puede desprenderse así porque sí, y sin saber muy bien por qué, de una actividad que tiene en vilo hasta al alcalde del último pueblo de Siberia, que está como loco buscando la forma de llevar hasta allí a cuatro turistas.

A ver la aurora boreal.

¡Claro, lo que sea! Y si no, se inventan un baile o se inventan una comida, el caso es que vaya gente allí y se gaste dinero.

¿Es momento de bajar los impuestos, de subirlos o de dejarlos como están?

Los impuestos no deben moverse ni al alza ni a la baja. Si hemos llegado a una situación equis, dejemos los impuestos como están. Bajar ahora los impuestos no conduce a nada. Este año vamos a perder entre 400 y 440 millones de recaudación del bloque REF, con lo cual, ¿para qué vas a bajar impuestos? ¿Y subirlos? ¿En estas condiciones? Pues tampoco conduce a nada en una economía deprimida, sería otra tontería. Dejemos que los impuestos sean anticíclicos, no hagamos que jueguen otro papel que el que tienen que jugar. Si hay menos actividad económica, recaudaremos menos. Dejemos que las cosas fluyan. Otra cosa es que se diga que a este o aquel producto, por una serie de consideraciones, se le cambia el tipo impositivo por el motivo que sea. Pues vale, de acuerdo, muy bien, es una cuestión de detalle, pero no estemos ahora manipulando hacia abajo o hacia arriba los impuestos, no tiene sentido.

¿De verdad no hay otra receta para paliar la situación que la del endeudamiento y el déficit?

No, ahora mismo no. Hay que procurar que las políticas monetarias y fiscales lleguen cuanto antes a las familias y las empresas. Es decir, que el volumen de dinero que está poniendo en circulación el Banco Central Europeo, y los 750.000 millones de euros que también va a poner en circulación la Comisión Europea, llegue efectiva y rápidamente a las empresas y las familias. La preocupación reside ahora mismo en las vías de transición para que eso ocurra, para que ese dinero llegue lo antes posible. Esto es ahora lo fundamental.

Pero se hace poco hincapié en las consecuencias futuras de un endeudamiento y un déficit desbocados. Canarias es de las regiones menos endeudadas, pero no así el Estado.

Es evidente que la deuda habrá que gestionarla, y eso depende de que el crecimiento económico se produzca. La deuda se irá resolviendo a partir del crecimiento económico. Si tiramos el dinero y no produce crecimiento, entonces sí tendremos un problema grave. Hay que gastar, es más, hay que gastar muchísimo, pero hay que hacerlo bien, no gastar por gastar. En Canarias tenemos en este sentido una buena situación, porque tenemos capacidad para ir al mercado financiero, vender deuda y tener crédito suficiente sin mayores problemas. Tenemos buena solvencia y los mercados financieros estarían dispuestos a apoyar.

Pues en el Gobierno regional confían en escapar de 2020 sin incrementar el endeudamiento, al menos no en términos absolutos.

Si lo autoriza el Ministerio de Hacienda, creo que la Comunidad Autónoma podría financiarse a través de los mercados. La financiación que podríamos obtener sería barata y en muy buenas condiciones. El problema ahora es que las comunidades autónomas no conocen el escenario de los presupuestos generales del Estado para el próximo año, y si no se conoce ese escenario, difícilmente se puede hacer el cálculo de la financiación conveniente, necesaria o que podría obtenerse por otras vías. Hay una interrelación enorme hasta que se defina ese escenario, que a nivel de España está a su vez pendiente de que se despeje el escenario europeo, de ver qué pasa con esos 750.000 millones de euros o de ver si se va o no al MEDE, a lo que ya ha dejado la puerta abierta el presidente del Gobierno de España... En fin, mientras esto no se resuelva, difícilmente en Canarias podremos tener un horizonte claro. En cualquier caso, el sistema financiero de las comunidades autónomas sufrirá un evidente deterioro. Se ha recaudado menos en toda España, con lo cual hay menos dinero para repartir. Y nosotros tenemos lo que nos toca del sistema más la parte del REF; podemos perder mil millones por un lado y 400 del bloque REF por otro, con lo que de 8.000 millones de presupuesto nos quedaríamos por debajo de las cifras de 2018-2017. Pero, de momento, todo son elucubraciones.

En todo caso, el Ejecutivo autonómico también confía en mantener, al menos en 2020, el nivel de gasto presupuestario, es decir, en no tener que recortar gastos. ¿No le parece demasiado optimista?

Eso va a ser muy muy difícil, pero ya digo, hay que ver el escenario. En todo caso, esperemos que si se reducen los programas de gasto por debajo de los 8.000 millones, pues que al menos no sea mucho. Eso sí, hay que establecer prioridades: por un lado, sanidad, educación y servicios sociales; y por otro, todo lo demás.

Para ser justo, el Gobierno también insiste en que necesita imperiosamente los 500 millones que en su día se recortaron del convenio de carreteras para poder mantener el gasto. ¿No le parece difícilmente explicable que a estas alturas de la película el Estado aún no haya desbloqueado esa cantidad?

Claro, eso no tiene explicación, no tiene explicación, es evidente. En este escenario habrá muchas negociaciones, y también negociaciones bilaterales Canarias-Estado, y habrá que ver. Pero eso sí, tengamos claro que las 17 comunidades autónomas están negociando y que todas se juegan muchas cosas.

Por cierto, que más sangrante que los 500 millones de las carreteras es que haya varios miles de millones de euros de los ayuntamientos y cabildos durmiendo el sueño de los justos en las cuentas bancarias por mor de la ley de estabilidad.

Está clarísimo, ocurre lo mismo. Es un dinero que en condiciones de ciclo económico normal podríamos argumentar eso de que hay que ahorrar en la fase alcista para luego poder gastar en la fase depresiva, de recesión o de moderado crecimiento. Pero ahora no tiene justificación, porque esto no es una recesión, es otra cosa. Es más, ni siquiera es una crisis, esto es otra cosa.

En definitiva es usted de los que piensan que la ministra María Jesús Montero ya está tardando en desbloquear esos entre 3.000 y 4.000 millones.

Por supuesto. Lo que uno interpreta de las decisiones que está tomando el Gobierno es que quiere controlar mucho el proceso, que quiere controlar las Haciendas, tanto las locales como las autonómicas, para que no se le vayan de las manos. Y sí, eso está bien, pero es igualmente cierto que todo tiene un límite, y ahora hay una situación de necesidad que obviamente tiene que dar paso a una mayor flexibilidad en el gasto del superávit. No será incondicional, pónganse las condiciones que deban ponerse, pero permítase.

¿Le está pareciendo adecuada la respuesta a la crisis de los Gobiernos central y canario?

Bueno, están haciendo lo único que se puede hacer. Si usted compara la respuesta de la política económica a la anterior crisis, de 2009 a 2013, y la respuesta de la actual política económica, la diferencia es abismal. Aquella fue una política de austeridad, sobre todo a partir de 2010, y en este caso es una política totalmente distinta, tanto en lo monetario como en lo fiscal. Ha cambiado mucho. Se estima ya que la política monetaria no es suficiente, que hay que apoyarla con la política fiscal, y esto es un cambio extraordinario.

¿Es por tanto partidario de homogeneizar ya la política fiscal, o más bien las políticas fiscales, de los distintos Estados europeos? Por simplificar, ¿hay que acabar con el dumping

Absolutamente, la homogeneidad es necesaria salvo excepciones como, por ejemplo, en Canarias, que debe tener una imposición peculiar para compensar los costes del alejamiento y de la accesibilidad a los mercados.

¿Es posible exprimir algo más el REF en esta situación? En Podemos se insiste mucho en modificar la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC).

El REF, de hecho, se adapta constantemente a la situación económica, es decir, por ese lado no sería nada extraordinario. Pero no veo una forma mejor de adaptarlo sustancialmente en materia de incentivos fiscales, por ejemplo. La Reserva para Inversiones es un instrumento de financiación de las empresas muy eficaz. Cuando se dice eso de que da lugar a fraude... Pues bien, para eso está la inspección de Hacienda. La RIC es un incentivo a la autofinanciación de las empresas muy importante. ¿Que si se podría hacer algo en el tema de la materialización? Pues sí. Creo que ahora, para este período de los próximos tres años, se podría autorizar la materialización de la Reserva en empleo, y fíjese que estamos hablando de la materialización de la Reserva que se hizo en años anteriores. Ahora mismo se puede hacer en el caso del empleo que se genera a consecuencia de la materialización en activos, esto es, en inversión. Ese empleo generado en inversiones sí puede ser objeto de materialización, y lo que digo es que la RIC podría materializarse directamente en empleo para facilitar la reintegración de trabajadores afectados por los ERTE. No olvidemos que parte de esos trabajadores acabarán siendo despedidos, de modo que mientras se recupera la actividad económica, y para facilitar su reincorporación, pues la Reserva se podría materializar en empleo sin que las empresas se vean para ello obligadas a invertir. Esto es algo que se me ocurre, pero poca cosa más.

Hay una enorme preocupación en las empresas más directamente relacionadas con la actividad turística por el mantenimiento de los ERTE por fuerza mayor hasta diciembre. Si no se consigue, todo parece que habrá cierres masivos.

Sí sí, coincido, ese es el diagnóstico claro. Lo de diciembre es importantísimo, pero también hay que negociar una prórroga más allá de diciembre. Los trimestres más complicados para el empleo son el primero de cada año y, dependiendo de cuando caiga la Semana Santa, el segundo. Por eso creo que habría que actuar pensando ya en el primer semestre del próximo año, es decir, tomar medidas para la protección del empleo en el primer semestre del próximo año, y ya luego veremos qué pasa en otoño.

En caso contrario, la Encuesta de población activa

Calculo que estaremos entonces entre el 37 y el 39% de tasa de paro. Con una incógnita: la tasa de paro es la proporción de parados respecto de la población activa, pero no sabemos aún cómo está funcionando esa parte de la población que forman los trabajadores con residencia temporal, esas personas que vienen a trabajar en una obra o en la hostelería por unos meses. Si el retorno de esas personas a su lugar de origen es muy acentuado, entonces ese 37 o 39% bajará algo.

Rozando el 40% de paro en los primeros meses del próximo año, difícilmente bajaremos del 30% a finales de 2021.

Está en lo cierto. Será difícil que bajemos el próximo año del 30% de tasa de paro. Y luego ya, si vemos segmentos y colectivos, en el caso de los jóvenes de entre 16 y 19 años podremos estar hablando de un 70% de desempleo.

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