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Entrevista | Silvia Lazcano

"No se puede dejar caer el sector aeronáutico, es estratégico"

"El café para todos en épocas de precariedad no funciona, se necesita una estrategia estatal industrial", indica la responsable de Investigación y Tecnologías de Airbus

Amaya P. Gión, responsable de investigación de Airbus. LP/DLP

El sector aeronáutico ha sido uno de los grandes damnificados por la pandemia de coronavirus y sus consecuencias. ¿Es la mayor crisis del sector?

Sí, no ha habido nunca una crisis similar, no tiene ningún precedente. En mes y medio nos encontramos con dos tercios de la flota en tierra, 14.000 aviones que no podían volar. Desde un primer momento tiene un impacto sobre la producción, las compañías aéreas... Es una crisis sin precedentes de la que nosotros solos, como compañía privada que cotiza en Bolsa, nunca podríamos salir. Afecta no solo a la aeronáutica, sino a la aviación en su conjunto. Los primeros que necesitan una ayuda externa son las propias compañías aéreas.

Dice que por sí solos no pueden salir, ¿qué necesitan?

Hemos estado en conversaciones con Bruselas y trabajando con todos los gobiernos de los países en los que tenemos presencia: Francia, Alemania, Reino Unido y España. Soy siempre muy positiva, todas las crisis traen oportunidades, aunque sea costoso y a veces tenga una penalización muy importante. En nuestro caso la va a tener en cuanto a puestos de trabajo, pero sí que es cierto que, dentro del marco europeo, con el Pacto Verde, los gobiernos están muy sensibilizados. Vamos a ver qué podemos hacer para salvar un sector que es estratégico. La ayuda no es gratis y tenemos deberes: hacer un negocio más sostenible, sin emisiones, adelantando esos objetivos medioambientales que ya teníamos. Eso también es un reto, proporciona trabajo y un empleo de alta calidad, pero a la vez supone unos desafíos muy importantes. Se trata de adelantar quince años unos objetivos tecnológicos de emisiones cero.

Se lleva tiempo pidiendo una política industrial en España. ¿Es ahora o nunca?

Indudablemente. Cuando tienes una crisis ya no tienes músculo para ir dando tumbos o para ir dejando a la casuística en qué vas a invertir o qué es lo que quieres tener. Es fundamental tener un dibujo de país, meditar para ser eficiente en los recursos que tienes, más aún cuando te va a venir un dinero de la UE para orientarlo bien. Se piensa mucho también en los nichos emergentes, se habla mucho del hidrógeno, por ejemplo. España se tiene que meter ahí, pero también hay que pensar en las fortalezas y no dejarlas caer. En España el sector aeronáutico es estratégico, somos uno de los cuatro países del mundo que somos capaces de fabricar un avión de principio a fin. Pensar en esas fortalezas cuando vas a diseñar una estrategia industrial es fundamental.

Una estrategia industrial que sí tienen nuestros socios europeos...

Hace un par de años, en Reino Unido, tuve una reunión con gente de la Administración. Habían hecho un programa de desarrollo tecnológico en aeronáutica espectacular y le fui a dar a la enhorabuena a la persona que lo había ideado. Me dijo que no había hecho nada. Allí se habían dado cuenta de que la desindustrialización iba a pasar una factura importante, se pensó en cuáles eran las joyas de la corona, se fortalecieron y el I+D+i vino dado porque la tarea industrial marca la tarea de innovación. Creo que en España debemos de hacer lo mismo. Me resulta muy chocante que Europa nos haya mandado hacer la especialización regional e inteligente, que todas las comunidades autónomas hayan tenido que presentar a Bruselas cuáles son sus nichos, en qué quieren especializarse, y que nosotros como Estado no seamos capaces de poner todo eso junto y hacer una estrategia estatal que es necesaria. El café para todos en épocas de precariedad no funciona.

¿La crisis ha puesto en evidencia la desindustrialización del país?

Ha demostrado que no teníamos una buena capacidad, pero también que teníamos un germen importante y que es el que ahora hay que potenciar. Yo he tenido experiencias agridulces. Por ejemplo, con los respiradores. Había cuellos de botella para las válvulas PEP, los hospitales nos pidieron ayuda e inmediatamente nos pusimos manos a la obra. Fuimos capaces de coordinar una serie de acciones para poner eso en marcha. Pero si no tienes la capacidad manufacturera, la de poner una fábrica a funcionar, no sirve de nada.

Sobre la respuesta privada a la crisis sanitaria, ¿se demostró el conocimiento pero falló el Gobierno en su gestión?

Sí, desafortunadamente faltó el liderazgo. En la empresa viví un ejemplo que fue todo lo contrario, en Reino Unido. Allí dijeron a Airbus lo que tenía que hacer y fueron muy efectivos, fueron capaces de fabricar miles de respiradores desde un primer momento. Aquí siempre tienes que estar nadando contra corriente. En el caso de los respiradores a nivel nacional, fue una lucha contra los elementos. No hubo una coordinación, no hubo un liderazgo. Fue muy costoso empezar a validarlos.

¿Qué reclama el sector al Gobierno español?

Se dio un paso muy importante la semana pasada. El CEO de Airbus [Guillaume Faury] se reunió con Pedro Sánchez y se firmó un acuerdo bastante histórico en el que han participado muchos ministerios. Se es consciente de que la aeronáutica es un sector estratégico. Siempre se ha hablado mucho de Defensa, pero hay mucha cadena de valor en la aviación comercial que es la que ahora está sufriendo esta crisis. Desde ese punto de vista se ha firmado un acuerdo de mucho valor.

¿Qué implica?

Aparte de compra de productos y de compra pública innovadora, un plan tecnológico aeronáutico con unos fondos de tal manera que se pueda desarrollar la tecnología para esa aviación del futuro. Eso va a permitir mantener una actividad y una serie de puestos de trabajo de valor añadido.

¿Estamos en el momento clave para mantener esta industria o perderla definitivamente?

Efectivamente, así es y no lo podemos hacer solos. La industria manufacturera es absolutamente necesaria y este es uno sector muy importante para ella.

¿En qué trabajan para un transporte aéreo sin emisiones?

Se trabaja en diferentes ángulos: en las emisiones de la propia propulsión del avión, de ruido... Hay una serie de tecnologías, desde la electrificación a utilizar hidrógeno como combustible. A corto plazo, también buscamos que los combustibles sean más sostenibles, a partir de biomasa. Hay un proyecto muy importante en este sentido en Getafe, cerca de nuestra fábrica.

¿Y cuándo volarán?

Antes pensábamos que tendríamos un avión con cero emisiones en 2050 y ahora ya estamos hablando de empezar a lanzarlo en 2035, no está tan lejos.

¿Cuándo estiman que se recuperará el sector?

Hay mucha incertidumbre aún, no somos capaces de evaluarlo e incluso es posible que esos niveles de demanda no se alcancen o se tarde mucho tiempo. También es cierto que teníamos una carga de pedidos que nos hubiera permitido trabajar ocho años seguidos. El llegar a esos niveles que le decía tampoco es necesario para la recuperación del sector. Hay diferentes aspectos que se pueden leer de manera positiva. Las compañías aéreas necesitan tener unos costes operativos bajos de sus flotas y es indudable que los aviones nuevos tienen unos costes operativos mucho menores, con la renovación de parte de su flota. Es posible que debido a la crisis haya nuevos pedidos y que en cuatro años podamos tener unos niveles de producción similares.

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