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PAPEL VEGETAL

El coronavirus puede acabar con el turismo de masas

España lo apostó un día todo al turismo de masas - año tras año, sólo parecía interesar cuántos millones más de turistas habían llegado al país con respecto al año precedente, "¡Uun nuevo record!", escribía, entusiasmada, la prensa- pero ahora ese modelo, esa historia de éxito está en entredicho por culpa del coronavirus.

Recuerdo cómo trabajando de delegado de Efe en Viena le expresé a un alto funcionario del turismo español mi extrañeza ante el hecho de que se hubiese cerrado una oficina a pie de calle que tenía allí nuestro país y llevado a todo el personal a un piso, donde no tendría la misma visibilidad.

"La oficina que teníamos en la calle sólo servía para que entrase la gente a cualquier hora a preguntar cualquier cosa y lo que nos interesa son los operadores turísticos", se justificó mi interlocutor, quien argumentó que no podía renunciar España a esa gallina de los huevos de oro que era el turismo de masas frente al turismo individual.

Habría que preguntarse en cualquier caso cuánto de ese dinero que gastaban los millones de turistas que anualmente nos visitaban quedaba en el país y cuánto eran sólo beneficios para los operadores extranjeros, que ofrecían los paquetes turísticos del 'todo incluido'.

Pero el turismo de masas creaba empleo, de poca calidad y mal retribuido, en el sector servicios. Y servía para impulsar otros sectores como el de la construcción. Y así surgieron auténticos monstruos como el mastodóntico hotel construido en una playa virgen almeriense, que sigue todavía ahí pese a las denuncias de Greenpeace y a que la justicia haya dado luz verde a su derribo.

Pero no es el único. Cuántos Albarrobicos se han construido en lugares privilegiados de las costas españolas y han servido sobre todo para alimentar la corrupción urbanística y política mientras destruían para siempre paisajes que debían destinarse en cambio al goce de de todos los ciudadanos.

Lo que no han conseguido las protestas de Ecologistas en Acción y otras organizaciones ambientalistas, lo ha logrado ahora el coronavirus: España, o al menos algunas de sus regiones más turísticas, son lugares a evitar, según recomendación de las autoridades sanitarias de los principales países emisores.

Y no se trata sólo del Reino Unido, cuyo Gobierno ha tratado de tapar así sus propias vergüenzas, sino de otros como Alemania, Francia o Suiza, que recomiendan no viajar a Cataluña y otras regiones como Aragón y Navarra, a las que se han añadido últimamente el País Vasco y Madrid, región, esta última, que está demostrando una gestión de la pandemia especialmente engañosa.

Los medios europeos más importantes se preguntan estos días cómo es posible que, pese a ser uno de los países europeos que con mayor dureza aplicó en un principio el confinamiento de los ciudadanos y que obliga a sus ciudadanos a llevar máscaras hasta en la calle en todo momento, las cifras de contagiados superen, por ejemplo, a las de Italia o Gran Bretaña, que son muy superiores, sin embargo, en población.

La prensa germana, por ejemplo, señalaba este miércoles que en España se habían registrado durante la pasada semana más de 20.000 nuevos casos en relación con la anterior y diez veces más que un mes antes y que, si las autoridades baleares esgrimieron las cifras muy bajas de casos positivos detectados en las islas, comparables a las de Alemania, para animar a los turistas de ese país a pasar allí las vacaciones, en apenas dos semanas, esas cifras se septuplicaron.

Por decisión de Berlín, los turistas que regresen de las zonas más afectadas, tendrán que someterse en Alemania a un período de cuarentena, lo que será para muchos un factor suficiente de disuasión. Únicamente parecen salvarse de momento, entre las regiones más frecuentadas, las Canarias, aunque allí todavía no ha comenzado la temporada alta del turismo, que, por lo que respecta al extranjero, sobre todo el nórdico, va de noviembre hasta abril.

A los operadores turísticos esas cosas les importan sólo relativamente porque tienen siempre alternativas: pueden desviar a los turistas que pensaban viajar a España hacia otros países mediterráneos como pueden ser Croacia o Turquía.

¿No sería ya hora de que los responsables españoles comenzaran ya a replanteasen el modelo turístico porque, aun cuando se supere la pandemia gracias a una hipotética vacuna, las cosas no van a volver ser como eran antes de la Covid-19?

¿No podría pensarse, por ejemplo, en aprovechar un clima como el nuestras costas que no tiene, es cierto, su igual en Europa para intentar atraer de modo permanente a jóvenes y no tan jóvenes del norte o centro de Europa que podrían desarrollar su actividad en nuestro territorio gracias al teletrabajo, lo que les permitiría además beneficiarse de la menor carestía de la vida? ¿Por qué no empezar en cuanto sea posible una gran campaña en ese sentido?

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