El empresario Jaime Cortezo Massieu falleció ayer a causa de un infarto de miocardio a los 62 años de edad. La muerte le sobrevino en Lanzarote, donde el promotor inmobiliario e impulsor de algunos medios de comunicación se encontraba por motivos de trabajo. En esta misma isla había tratado de impulsar durante décadas la urbanización del islote del Francés, un proyecto inmobiliario que aspiraba a convertirse en el nuevo emblema de Arrecife y para el que llegó a contar con grandes estrellas internacionales de la arquitectura.

El empresario, casado con Elena del Castillo y padre de Javier y Elena Cortezo del Castillo, se mantuvo durante décadas al frente de diversos proyectos inmobiliarios. Algunos de ellos tuvieron un gran impacto mediático en islas como Gran Canaria o Lanzarote, aunque otros también le ocasionaron problemas con la Justicia, que en los últimos años dictó sentencias tanto a su favor como en su contra. En el ámbito del periodismo, participó en el accionariado de medios escritos -durante un tiempo fue accionista del periódico digital Canarias Ahora- como audiovisuales, a través de la cadena regional 7.7 Radio.

El gerente de este grupo de emisoras, José Luis Martín, describía ayer a Cortezo como un hombre "bondadoso, amable, tremendamente educado y siempre dispuesto a ayudar". Como editor de un medio de comunicación, el empresario "siempre estaba, pero nunca intervenía, ni imponía que hubiera una línea editorial", según Martín, "No fue una persona que utilizara la radio para sus fines", recalcó.

Fue un empresario "inquieto y emprendedor", en palabras de Agustín Manrique de Lara, presidente de la Confederación Canaria de Empresaria y familiar de Cortezo. En el ámbito inmobiliario fue uno de los promotores de Hoya Pozuelo, un complejo de chalés adosados ubicados en una zona de Telde que en la década de 1990 se encontraba en plena expansión urbanística. El proyecto fue un éxito en sus primeras fases, aunque con la construcción de la última, que se anunciaba en la prensa de entonces como "en primerísima línea del mar", comenzaron a surgir problemas.

Parte de las viviendas de esta zona de la urbanización estaban afectadas por la Ley de Costas, por lo que algunos de los compradores de los chalés interpusieron una demanda por estafa, falsedad documental y alzamiento de bienes contra la promotora. En cualquier caso, la Audiencia Provincial de Las Palmas absolvió a Cortezo en 2015 de estos delitos al considerar que no existió una ocultación maliciosa de la situación urbanística del terreno por parte de la sociedad. Los denunciantes elevaron el caso al Tribunal Supremo, que no admitió a trámite el recurso.

Las empresas de Cortezo relacionadas con esta promoción inmobiliaria también tuvieron encontronazos con Hacienda. En dos ocasiones, los tribunales de Las Palmas de Gran Canaria hallaron al empresario responsable de sendos delitos fiscales. En junio de 2017 fue condenado a una multa de dos millones de euros y a dos años de cárcel como administrador único de la sociedad anónima Residencial Hoya del Pozo por no abonar el impuesto de sociedades de 2008, aunque la sentencia fue recurrida, lo que le permitió no entrar en prisión. En enero de 2018, otro juzgado de la capital grancanaria lo condenó a otros dos años y medio de privación de libertad y más de un millón de euros en multas e indemnizaciones por un delito contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social.

No menos polémica fue la adquisición en 2003 de 12 millones de metros cuadrados en uno de los lugares más simbólicos, virginales y protegidos de Gran Canaria, Guguy. Cortezo los había comprado a una sociedad austriaca con sede en el Reino Unido, Pelerini Limited , pero el Ayuntamiento de La Aldea recurrió y en 2013 el Supremo zanjó el reparto definitivo de las tierras. A la sociedad del empresario le correspondían 3,1 millones de metros cuadrados que llegaron a salir anunciados en un portal chino de compraventa de inmuebles, aunque fue el Cabildo de Gran Canaria el que acabó mostrando su interés por adquirirlos.

Otro de los grandes proyectos de Cortezo se gestaba mientras tanto en Lanzarote. El islote del Francés, ubicado en Arrecife, es una de las joyas de la capital con 81.000 metros cuadrados de tierras en primera línea de costa. El promotor se hizo con la propiedad en 1997 con la intención de ejecutar en él distintas tipologías urbanísticas, como centros comerciales, viviendas, oficinas, aparcamientos o un museo.

Para convertir la zona en un emblema de Arrecife, entabló conversaciones con los estudios de varios arquitectos de fama internacional, como Norman Foster, Kazuyo Sejima, Santiago Calatrava o Jacques Herzog. Este último llegó a visitar la Isla para conocer el Francés de la mano de Cortezo y aseguró que podía "hacerse algo increíble" en esos terrenos. En cualquier caso, los planes de ordenación urbana y los límites del dominio marítimo-terrestre no permitían ejecutar el proyecto del empresario, que también llegó a proponer a las administraciones una expropiación de los terrenos.

En el plano más personal, Cortezo siempre se mostró apasionado por la actividad física, según recordaban ayer quienes le trataron de una manera cercana. "El padre había sido un gran deportista y se lo inculcó", señalaba al respecto Manrique de Lara. El empresario participó siendo joven en las actividades del club de golf Bandama, pero allí no solo destacó con los hierros y las maderas. Su destreza en la hípica despertó el interés de los responsables del centro. De hecho, Enrique Ferrer, que en 1971 era entrenador del club, lo mencionó aquel año en las páginas del Diario de Las Palmas como una de las más destacadas jóvenes promesas de su equipo.