La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ANÁLISIS

Los canarios seguimos fantaseando con las suecas

Vivimos en un país esquizofrénico que se debate entre el "éste es el mejor país del mundo" y el "lo que pasa aquí no pasa en ningún lado"

Uno de los rasgos de la cultura canaria es lo que a veces se ha denominado 'el síndrome del colonizado': pensar que lo de fuera es siempre mejor que lo propio, que fuera se hacen las cosas mejor, que otros sí que son países serios y no de pandereta como el nuestro. Por supuesto, aquello de "lo de fuera es siempre mejor que lo nuestro" se criba en función de los prejuicios culturales e ideológicos, de manera que eso no se aplica a los africanos, sudamericanos o a buena parte de los países de Asia. En realidad, lo que se da por sentado es "lo de Europa, Norteamérica y Japón" (quizá también Corea) es siempre mejor que lo nuestro. Al fin y al cabo, por ello (pensamos) ellos son países desarrollados y nosotros somos lo que a menudo llamamos "un país de pandereta".

En el imaginario colectivo de Canarias, quizá porque el turismo comenzó con los suecos y otros ciudadanos nórdicos, también por una cierta cultura política y por el hecho de que muchos organismos internacionales suelen poner a estos países como líderes de muchas clasificaciones, tendemos a mirar a estos países de abajo hacia arriba. Sin ser conscientes de que en realidad España es también uno de los países con un Índice de Desarrollo Humano más elevado, y que las diferencias entre nosotros no es tanta. Es como si hubiéramos ido a pescar y ellos fueran los campeones por haber cogido un atún de 200 kilos, y nosotros somos los octavos, por haber cogido uno de 190. O, por poner otro ejemplo, es como si ellos corrieran la maratón en 2:40, y nos ganaran a nosotros que lo hacemos en 2:50 (que no está nada mal). La única pega que les ponemos a esos países es el clima, de manera que, en el imaginario colectivo de muchos canarios, el paraíso es algo así como un país nórdico con el clima de Canarias. Y nos olvidamos de que eso en realidad ya existe: en Tenerife es la zona de Los Cristianos en torno a Vintersol, y en Gran Canaria existe incluso una 'Nueva Suecia'.

Pues bien, de la misma forma que en la década de 1960 sobre todos los hombres españoles fantaseaban con las mujeres suecas (aunque imagino que también lo harían las mujeres españolas), pensando que cualquier sueca estaba más buena y sería mejor amante que cualquier canaria, la relación que tenemos con los países nórdicos sigue estando más basada en fantasías que en realidades. Quizá porque están muy lejos, y porque tienen idiomas difíciles de entender, pensamos que allí todo va bien sencillamente porque no nos llegan malas noticias de esos países.

La tabla a la derecha relaciona la población con los contagiados y los fallecidos por Covid entre Canarias, España y diversos países. Vivimos en un país esquizofrénico que se debate entre el "éste es el mejor país del mundo y cómo aquí no se vive en ningún sitio" y el "es que lo que pasa aquí no pasa en ningún lado, y si bien tenemos buen clima y naturaleza somos el peor país del mundo, en el sentido de que somos los más incívicos e insolidarios, y tenemos los peores políticos". Lo que las cifras sugieren es que estamos en la parte media alta de la tabla. Y que en realidad estamos mucho mejor, tanto en contagiados como en fallecidos, que quienes pensamos que está mejor.

Aunque la evolución reciente nos haga pensar que la situación actual de la pandemia en Canarias es apocalíptica, lo cierto es que en Suecia tienen el doble de contagios y cinco veces más fallecidos que las islas. Y pese a que las cifras de contagiados son menores en Dinamarca, Finlandia y especialmente Noruega, si hablamos de muertos sólo estos dos países tienen cifras inferiores a Canarias. Y no estaría de más recordar que, especialmente Noruega, se trata de algunos de los países más ricos del mundo, con ingentes recursos naturales (petróleo y gas natural).

El objetivo de esta reflexión no es ni mucho menos defender a quienes gobiernan, sino aliviar el sufrimiento de los gobernados. Además de aguantar el calor y la pandemia tenemos que aguantar que la opinión publicada (y lo que circula por las redes) nos machaque aún más el ánimo haciéndonos creer que "vivimos en el peor país del mundo".

El objetivo de mi reflexión no son los políticos, sino el ciudadano común, hacerle ver que sigue fantaseando con las suecas. De la misma manera que en 1960 había quien sólo tenía ojos para las bellezas nórdicas, hoy en día seguimos soñando con otros mundos que pensamos que son mucho mejores que el nuestro sin darnos cuenta de que el nuestro no está nada mal. Afortunadamente entonces los mayores decían a quienes fantaseaban con las suecas: "muchacho/a, déjate de bobiar con las extranjeras/os y haz caso a las buenas chicas/os de aquí". Ahora, quizá porque aquellos muchachos se han hecho mayores y sienten nostalgia por lo que nunca jamás sucedió, son especialmente ellos quienes fantasean con las suecas. Y fantasear, en sí, no tiene por qué ser malo. Siempre que no perdamos de vista que no vivimos en Estocolmo ni, desde luego, en "Esto es el Colmo".

Compartir el artículo

stats